Hoy como ayer

La moneda brasileña cerró ayer en el mercado interbancario a 1,675 reales por dólar, lo que comparado con la cotización del miércoles 5 (previo al anuncio de Rousseff) representa una ínfima devaluación de 0,5% (1,6667). Incluso, en la víspera el real tuvo un importante repunte de 0,59% respecto del cierre del martes. Con relación al peso uruguayo, el real tuvo una leve baja, pasando de 11,599 el miércoles 5 a 11,57 pesos al cierre de ayer.

El que avisa no es traidor, y Dilma había avisado. Ya en noviembre, durante la última cumbre del G20, la ahora mandataria (por entonces presidenta electa) había manifestado que la apreciación del real frente al dólar “no es buena para el país”, aunque “hay ciertas medidas que no se confiesan ni siquiera para uno mismo”. De esta forma, Rousseff dejaba en claro su intención de contener a través de todas las formas posibles la apreciación de su moneda, y mantener así la competitividad del país.

Y no esperó mucho. A tan sólo cinco días de asumir, el Banco Central de Brasil (BCB) anunció un aumento de los encajes bancarios (porcentaje de depósitos retenidos por los Bancos Centrales) en dólares a rentabilidad cero, a 60%, cuando las operaciones sobrepasen los 3.000 millones de dólares o excedan el patrimonio de las instituciones financieras (ver la diaria del 10/01/11, página 11). Las entidades financieras tienen 90 días para acomodar sus patrimonios a las nuevas exigencias.

Además, el lunes pasado, el gobierno autorizó a su fondo soberano a intervenir en el mercado de derivados financieros comprando y vendiendo dólares.

Con estas decisiones se busca contener la valorización del real, que se apreció 4,6% durante todo 2010 (pese a los 41.000 millones de dólares comprados por el BCB para evitarlo), y que acumula un aumento de 108% desde 2003. Se considera el real como la moneda más sobrevaluada del mundo.

Sin embargo, las medidas anunciadas parecen no haber generado un cambio en la tendencia alcista de la divisa brasileña (ver recuadro) ni en las expectativas de los agentes privados.

El presidente del Banco Central del Uruguay, Mario Bergara, confesó el martes que “no está siendo sencillo” para los países emergentes combatir la apreciación de sus monedas.

Además, opinó que independientemente de las medidas, que buscan “suavizar esa tendencia”, la debilidad de las economías desarrolladas y sus políticas monetarias harán que las presiones a la valorización de las monedas emergentes continúen registrándose al menos hasta mediados de 2012 (ver nota relacionada).

Nada nuevo bajo el sol

En una línea similar se expresó la economista de PricewaterhouseCoopers Mercedes Comas, quien sostuvo que, pese a los anuncios, “las presiones a la valorización del real se mantienen, porque continúan las entradas de capitales” a ese país.

En conversación con la diaria, recordó que las medidas adoptadas ahora “son las primeras que tomó la nueva presidenta”, pero que “se suman a otras que se han tomado en los últimos meses”, como la decisión tomada en octubre de incrementar el Impuesto a las Operaciones Financieras. “Es una medida más, no es la primera, y probablemente no sea la última”, comentó. A su entender, el BCB espera que los bancos compren unos 7.000 millones de dólares en los próximos 90 días para evitar sufrir el aumento de los encajes.

En Brasil se está verificando con mayor énfasis el ingreso barato de capitales y con las medidas se busca “evitar las entradas especulativas”. Sostuvo que el impacto de los anuncios fue tenue, ya que “mientras no cambie la situación internacional [con debilidad en las economías desarrolladas y bajas tasas de interés] no va a cambiar mucho el tipo de cambio”.

En cuanto a los efectos sobre Uruguay, interpretó que en caso de generarse una desvalorización del real, el peso acompañaría esa tendencia, ya que “históricamente el tipo de cambio en Uruguay se ha comportado como Brasil”. Sin embargo, la economista no vislumbra cambios al menos hasta el segundo semestre del año, si es que la recuperación en Estados Unidos se consolida y aumenta la tasa de interés, algo con lo que “también se especulaba el año pasado y finalmente se fue postergando”. Igualmente, así como “no se espera un aumento muy importante en las tasas de interés, tampoco se espera un aumento muy fuerte del dólar”.

Aguarde en línea

Por su parte, Tamara Shandy, economista de Deloitte, dijo a la diaria que “las medidas están en línea con lo que se ha tratado de hacer desde mediados del año pasado: son medidas heterodoxas que se aplican con un mismo fin”. Pese a ello, al igual que en 2010, la coyuntura internacional “se corresponde con una tendencia a un dólar más bajo”. Shandy sostuvo que las medidas “no lograron contener la apreciación, en todo caso evitaron que fuera mayor”, y en este caso parece suceder lo mismo. “Por ahora no hubo efectos importantes. Fueron bastante acotadas las reacciones tanto en el tipo de cambio como en la encuesta de expectativas”, en la que las respuestas (posteriores al anuncio) “fueron básicamente las mismas”.

En caso que se depreciara el real, algo de lo que “no hay indicios que vaya a pasar”, el régimen de flotación cambiario de Uruguay “deja muchísimo mejor parado al país que cuando Brasil devaluó en 1999”. “Si [Brasil] devaluara, Uruguay podría reaccionar rápidamente siguiendo un comportamiento similar a Brasil”, añadió.

Respecto de las perspectivas sobre el tipo de cambio, estimó que el dólar seguirá débil, pero que tampoco se espera una desvalorización significativa de esa divisa. “Vemos un escenario más bien de estabilidad”, remató.

Por su parte, el economista de la consultora Oikos Ramiro Almada interpretó que al menos en el corto plazo no se avizoran efectos significativos, ya que hasta ahora “sólo son anuncios”. A su entender, se debe “esperar para ver los efectos que tienen las medidas cuando se apliquen, y la cuantificación que tendrá”. “Están buscando restringir la entrada de capitales, pero igualmente va a continuar”, opinó Almada, debido a que “en Brasil siempre hay margen para invertir, por más trabas que se pongan”.

Al igual que Shandy, estima que el tipo de cambio se mantendrá en equilibrio, como consecuencia de la lenta recuperación estadounidense. “No va a haber tanta apreciación, va a ser mucho más moderada”, sostuvo.

En otro orden, comentó que Uruguay tiene un tipo de cambio “libre” que “depende de la oferta y de la demanda, y esa política no va a cambiar”. “Sí va a haber, como hubo hasta ahora, intervenciones [del Banco Central] para reducir la volatilidad cambiaria, pero es el mercado el que nos va a decir qué es lo que pasa”, concluyó.