“Después de Fukushima: Europa se despide de la energía nuclear. ¿Y por acá cómo andamos?”: con ese punto de partida se realizó el 17 un debate en el anexo del Palacio Legislativo. Participaron en la mesa redonda la eurodiputada francesa Catherine Grèze, del Partido Verde; su par alemán Jürgen Klute, de Die Linke; la secretaria de la Fracción de los Verdes del Parlamento Europeo, la alemana Gaby Küppers; el argentino Juan Carlos Villalonga, integrante del movimiento ecologista de su país, y el senador frenteamplista Daniel Martínez (Partido Socialista).

Los panelistas expusieron sobre los altísimos costos de la generación de energía nuclear, su relación con el cambio climático y su potencial de utilidad, peligros y consecuencias a corto y largo plazo. En ese marco se derribaron algunas ideas erróneas sobre la cuestión.

Después del tsunami

■ En Alemania se cerraron siete plantas nucleares, más una que estaba en construcción; aún quedan nueve. ■ Suiza congeló tres proyectos de construcción. ■ En Italia, por iniciativa de Berlusconi, iba a realizarse un referéndum para la construcción de más plantas nucleares, pero con lo acontecido, él mismo aprobó una ley que hace imposible la reanudación de programas de investigación e implantación de centrales nucleares. ■ Turquía (con dos nuevas plantas), Argentina y Francia continúan con la apuesta a la energía nuclear. ■ De los 27 países de la Unión Europea, sólo 11 no tienen plantas nucleares. Hay países que están saliendo, como es el caso de Alemania. Las plantas están concentradas en tres países: Francia, con 58, Alemania, que hasta el momento contaba con 17, y España, con ocho.

Batería de objeciones

Los panelistas cuestionaron a quienes defienden la generación de energía nuclear alegando que es barata, eficiente, útil para ganar autosuficiencia, segura con las tecnologías más modernas e incluso más respetuosa del ambiente que el uso de otras fuentes.

Entre los eurodiputados visitantes hubo consenso con respecto a los elevadísimos costos reales que implica la generación de energía nuclear. Grèze afirmó que las construcciones de reactores no se concretarían sin fuertes subvenciones públicas y comentó que “hace poco esto se vio en la central de Atucha II [Argentina], que había sido casi terminada en un 80% pero faltaba más dinero” y requirió nuevos aportes desde el sector público.

Pero los costos no son sólo los relacionados directamente con la construcción, sino que incluyen también los asociados con accidentes, con la disposición de los residuos y sobre todo con los retrasos en el proceso de obras. La eurodiputada destacó que existen plantas nucleares cuyo proceso de construcción demandó dos y tres décadas, y aportó el ejemplo de la de Laguna Verde, en México, “que tardó 30 años entre la toma de la decisión y el momento en que efectivamente funcionó”.

El argentino Villalonga señaló, por su parte, que Argentina y Brasil funcionan “en espejo” en esta materia, ya que lo que pasa en un país luego pasa en el otro, configurando una carrera nuclear con importantes consecuencias de endeudamiento externo desde los años 70.

Con respecto a la utilidad de esas grandes inversiones, se destacó, por ejemplo, que Argentina aprobó en 2006 una ley para fijar la meta de que 8% de la generación de electricidad surgiera de fuentes renovables y que en 2009 se reglamentó esa ley con un programa que prevé llegar a 8% en 2016. En 2006, la energía eléctrica producida por fuentes nucleares era 6% del total; Villalonga comentó que llegar a ese porcentaje implicó un proceso de 40 años “con un gasto incalculable”.

Además, la eurodiputada Grèze invocó informes de científicos que prevén el agotamiento en 60 años de los recursos de uranio, y subrayó que, por lo tanto, la construcción de reactores que utilizan ese mineral no conduce a la independencia en materia energética.

Varias intervenciones coincidieron en señalar que la apuesta a otras fuentes es mucho más promisoria, con miras a hacer realidad lo proyectado por expertos de la organización de las Naciones Unidas, que consideran posible cubrir 80% de la demanda energética mundial en 2050 mediante el uso de fuentes renovables.

Como era previsible, las consideraciones ambientales ocuparon buena parte de las exposiciones. El alemán Klute enfatizó que cuando ocurren desastres como el de Fukushima en países relativamente pequeños (es el caso de Japón y podría ser el de Uruguay), aumenta la gravedad relativa de que haya zonas en las cuales se haga imposible vivir, y apuntó que “esto demuestra la peligrosidad de la energía nuclear, del peligro que corre la población y de la incertidumbre” inevitable cuando se decide apostar por este tipo de generadores.

También se refirió a las consecuencias de ese tipo de siniestro en la economía global, y puso como ejemplo que “hay una fábrica que produce partes de automóvil cercana a Fukushima que está destruida y no se ha podido reconstruir”.

En cuanto a la presunta ventaja relativa de los reactores nucleares por la ausencia de emisiones gaseosas contribuyentes al cambio climático, se remarcó que quienes defienden ese argumento pasan por alto que en la etapa de construcción de los reactores, a menudo muy prolongada, como ya se dijo, se utiliza energía de fuentes fósiles de la que sí se liberan gases perjudiciales para el ambiente. Además, Grèze apuntó que “las plantas nucleares no resisten el cambio climático”, ya que se construyen en la proximidad de ríos o de costas marítimas, y las modificaciones del clima han determinado, por ejemplo en la central francesa de Toulouse, disminuciones severas del flujo del río al que se vincula esa instalación, que obviamente complican su funcionamiento.

Grèze recordó también que la energía nuclear se utiliza para la calefacción eléctrica y para otras finalidades de climatización, pero no para el transporte, como el petróleo, de modo que es una falacia sostener que la construcción de reactores es un sustituto de la producción de petróleo.

En otro orden de cosas, se comparó datos de generación de empleo en el sector de energías renovables y en el dedicado a producción de energía nuclear: cifras de 2009 muestran que en Europa en el primero de esos sectores se generó cerca de un millón de puestos de trabajo, y en el nuclear solamente la mitad.

El panorama en América Latina

Argentina, Brasil y México son los países de la región que producen energía nuclear, mientras que Chile, Uruguay y Venezuela están considerando la posibilidad de seguir sus pasos.

Villalonga dijo que mientras el mundo entero se conmovía y preocupaba por lo sucedido en Fukushima, y en Argentina ese impacto movilizaba a los medios y a la sociedad civil, el gobierno nacional de ese país decidió que “nadie de la Comisión Nacional de Energía Atómica ni de la Autoridad Regulatoria saliera a opinar” sobre lo que había pasado en Japón. Sólo hablaron ex funcionarios del sector, “lo cual es muy preocupante”, agregó.

El Congreso argentino aprobó el año pasado el denominado “paquete nuclear”, mediante el cual se declaró de interés nacional el sector dedicado a la generación de energía con esa fuente, y esto ha tenido como consecuencia que quede muy acotada o se acalle la discusión de las decisiones en la materia del gobierno, que quedó habilitado para otorgar al sector todos los beneficios fiscales y exoneraciones que considere necesarios, afirmó el ambientalista.

Además, el gobierno argentino ratificó hace algunas semanas ante el Congreso todo su programa nuclear, que se relanzó en 2006 pero que es exactamente el mismo que elaboró en su momento la dictadura militar, indicó Villalonga. Este plan de interés nacional propone la finalización de Atucha II, que lleva 30 años en construcción, y la extensión de la vida útil de las dos instalaciones nucleares ya existentes.

Otro de los proyectos argentinos es el de enriquecimiento de uranio, relanzado el año pasado en la Patagonia. La iniciativa permaneció en secreto durante la dictadura y fue develada recién en 1984. La minería de uranio se llevó a cabo hasta los 90, pero luego de que los planes se paralizaron resultó más barato comprarlo que extraerlo. En la actualidad, el objetivo es la provisión y el abastecimiento.

Argentina también aprobó la creación de la cuarta planta nuclear de Atucha III para 2016, de tres más para 2027 y la reactivación de la planta de agua pesada, necesaria para las centrales nucleares, la más grande del mundo y también planeada durante la dictadura.

Por último, Villalonga destacó la baja estima de la opinión pública respecto al tema: en 2006, 67% se definió por la eliminación de la energía nuclear y hace unos meses lo hizo 74%.

La prohibida y la diversa

En nuestro país, el artículo 27 de la ley Nº 16.832 establece: “Prohíbese el uso de energía de origen nuclear en el territorio nacional. Ningún agente del mercado mayorista de energía eléctrica podrá realizar contratos de abastecimiento de energía eléctrica con generadores nucleares ni con generadores extranjeros cuyas plantas contaminen el territorio nacional”. Uruguay tiene un Plan Energético que otorga gran relevancia a las energías renovables: “Actualmente somos el país con mayor porcentaje de generación de energías renovables de América”, señaló Martínez.

En el período de gobierno anterior se integró una Comisión Técnica para el estudio de una eventual producción de energía nuclear, pero, sobre todo, para evaluar elementos que permitan determinar y tener información técnica para que la sociedad decida si se quiere tener un reactor nuclear.

El gobierno marcó un plan energético para 2030 con determinados imperativos estratégicos: independencia, diversificación de la matriz energética, compromiso con el medio ambiente y desarrollo de políticas para considerar la energía derecho humano, es decir, que llegue a todos...

Las energías renovables, explicó el senador Martínez, tienen un papel fundamental porque cumplen con todos estos objetivos y además contribuyen a la generación del desarrollo productivo y económico del país. Se quiere utilizar el desarrollo energético como pilar del desarrollo general, y, por lo tanto, unir los planes estratégicos en ambas áreas. Siguiendo con lo expuesto por el legislador socialista, en este contexto se elaboró una política de diversificación, para disminuir la dependencia sobre el petróleo, ya que representa 60% de las fuentes primarias de energía, con el impacto ambiental que implica.

Resulta una necesidad apuntar a la diversificación, destacó Martínez, y eso llevó a que desde el gobierno y desde la oposición también se decidiera valorar la opción nuclear. En su visión, la sociedad debe discutir el tema luego de un proceso de acopio de información, para así poder tomar decisiones. Hay que organizar las distintas miradas y acercarlas al sistema democrático para elegir un rumbo, opinó.

En ese sentido, se formó una comisión multipartidaria para profundizar el proceso de discusión y debate. “Se está trabajando, se votó presupuesto, es decir, recursos para contratar estudios e informes a los cuales no hay conocimientos nacionales para poder acceder”, dijo el senador, quien también adelantó que faltan al menos dos años para tener un informe que sirva de base para tomar decisión nacional.

Cambio de cabeza

Durante el debate surgió la inquietud sobre qué podemos hacer como ciudadanos.

Klute invitó a la construcción de redes para concretar acciones contra la energía nuclear. “Con lo que sucedió en Fukushima se planteó la salida a la energía nuclear en Alemania. Es decir, estos hechos nos muestran cuán sensibles son nuestras sociedades: se ha logrado que todos los partidos en Alemania estén de acuerdo en que por fin el país se retire de la producción de energía atómica”, afirmó.

Haciendo referencia a publicaciones del grupo internacional de expertos en clima, Grèze expresó: “Para revertir efectos del cambio climático se necesitan acciones rápidas, y las centrales nucleares demorarían 30 años en desmantelarse; eso es demasiado tiempo, necesitamos un cambio hoy, no en 30 años”.

Se reflexionó también sobre la relevancia de la relación entre democracia y políticas nucleares. Se destacó la importancia de avanzar en información para que la sociedad pueda hablar, debatir, pensar y decidir. Se invitó a su vez a movilizarse y buscar propuestas para presentar al debate público. Klute señaló la necesidad de dar lugar a políticas que promuevan las energías alternativas, invertir en recursos para estas estrategias, para medidas concretas.

En el caso de nuestro país, el debate parece no estar instalado en la sociedad, si bien se pretende hacerlo y se está trabajando para poder sentar una base donde fundar la defensa o desaprobación del camino nuclear.

De todos modos, ya se plantean algunas dudas dado que si el objetivo es generar diversificación en la matriz, ¿por qué la respuesta a esto debe ser la energía nuclear y no continuar apostando a otras vías?

Para empezar a pensar colectivamente el tema, vale visitar el sitio web del Ministerio de Industria (como “Documentos de interés” bajo la pestaña de la Dirección de Energía), en la que se puede acceder a un documento realizado en 2008 que aporta elementos para analizar la eventual puesta en marcha de un programa nuclear para generación eléctrica en Uruguay, aunque vale destacar que no es el informe de cuya elaboración habló Martínez y del cual aún no hay resultados.