Miles y miles de personas circularon ayer por Las Piedras, Canelones, durante todo el día. De mañana llegaron las columnas de caballería gaucha, después se hizo un acto patriótico y un desfile de instituciones educativas, y sobre el mediodía se bailó el pericón. Durante el acto protocolar el público fue de a poco colmando las inmediaciones del monumento a Artigas y se instaló a lo largo del bulevar que lleva al Obelisco. En ese trayecto se hizo el desfile, de militares, policías y sociedades nativistas, que duró más de dos horas. Al paso de cada delegación la gente aplaudía, aunque no toda. Al margen estaban los puesteros vendiendo tortas fritas, chorizos, panchos y circulaban los vendedores de algodón, manzanas acarameladas, pop y banderines. Gente de todo tipo y de todas las edades circulaba por las calles paralelas al bulevar, caminaba de un lado al otro en busca de un mejor lugar.

El tren del presidente

Los ómnibus corrían como sábado, por lo que movilizarse ayer era más complicado que en un día común. Pasadas las 11.00 un ómnibus salió de la ciudad de Canelones a Las Piedras. Iba lento y subían pasajeros en cada parada; en Progreso alguien dijo: “¡Suben como 25!”. Aunque sonaba exagerado, no lo fue; subieron todos. Venían de la estación de tren de Progreso, donde se había detenido la máquina que iba desde 25 de Agosto hacia Montevideo y que retomaría su viaje recién una hora y media después, porque venía “el tren del presidente” en sentido contrario. Unos y otros protestaban porque se habían quedado a pie y una mujer contaba que el día anterior le habían dicho que se circularía con normalidad; otro comentaba que si querían reflotar el ferrocarril, ésa no era la manera. La máquina que iba desde Montevideo con tres vagones de pasajeros arribó a Las Piedras pasadas las 12.00. La estación estaba repleta y en las calles ya estaban las filas de militares esperando a las autoridades; cuando empezaron a sonar las campanas y bajaron las barreras, adultos, jóvenes y niños agolpados bajo los aleros comentaban con ansiedad “el presidente, el presidente” y se aprontaban para sacar fotos con los celulares. Cantaban: “Olé olé olé olé, Pepe, Pepe”. Pocos minutos después, cuando ya habían descendido todos los viajantes, el coro se transformó y como autoconsuelo cantaba: “¿Dónde está, el Pepe dónde está?”. Parece que había sido sólo un rumor extendido. El presidente llegó cerca de las 13.00, en auto particular, al monumento a Artigas, a unas cuantas cuadras de la estación que tanto lo había aclamado.

Paralelamente, en el Parque Artigas estaba la plaza de comidas, un lugar sombreado y con pasto propicio para hacer una pausa, se vendían bebidas, parrillada y buseca. Desde las 14.00, en el estadio Municipal los niños y adolescentes fueron dando vida a los juegos de la ludoteca: tejo, cricket, títeres, zancos, dominó, yo-yo, a los espacios de expresión plástica, musical y a los deportes. Otro público se concentraba en el hipódromo municipal, donde se corrieron carreras por dos premios. Al atardecer se hizo la recreación de la pintura de Juan Luis y Juan Manuel Blanes; enseguida comenzaron los espectáculos musicales, eran las 19.00 y continuaba llegando gente.

Varias personas con quienes dialogó la diaria resaltaron la gran cantidad de público y coincidieron en que hacía muchos años que no se hacía un desfile tan grande. Susana Martelo, integrante de la Sociedad Nativista de Las Piedras, contó que había bailado el pericón al mediodía y que hacía 45 años que bailaba danzas tradicionales e indicó: “Hace muchos años estos desfiles eran muy importantes, pero después, por motivos que ya se conocen, fue quitándose la parte militar y fueron reduciéndose, pero lo que es la caballería nunca se dejó de hacer, incluso bajo lluvia”. Estaba muy contenta, satisfecha con poder vivir los 200 años de la Batalla de Las Piedras, de ser protagonista de la conmemoración.

Parada junto al muro de su casa, ubicada en la esquina donde terminaba el desfile, estaba Ramona Suárez, una mujer de 82 años que serena y plácidamente miraba el desfile con las manos cruzadas en la espalda. Al ser consultada por la diaria detalló: “Vi todas las fuerzas, los aviones, la caballería cuando pasó para el desfile y ahora cuando viene de regreso, estuvo muy bonito. La única vez que vi más fue cuando se cumplieron los 150 años, yo hacía dos años que me había mudado para acá. Fue cuando se inauguró la avenida Bulevar Artigas; desfilaron tanques, de todo. Pero hoy estuvo muy bonito, la verdad”. Como sucedió medio siglo atrás, esta vez Las Piedras también tuvo algunas mejoras; la mujer relató: “Han arreglado mucho, las calles, las luces de la calle, pusieron luces en el estadio, en el parque. El parque quedó precioso, nunca lo vimos tan lindo, tan lindo”.