Según el investigador del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve) Nelson Noya, la crisis en el mundo desarrollado fue una de las más fuertes de los últimos 60 o 70 años, y de allí surge la pregunta de si ese proceso ya pasó. Hay argumentos que señalan la validez del concepto de “persistencia de desequilibrios globales” como determinante en la detonación de la crisis. Y tal “persistencia de desequilibrios globales” provoca desequilibrios en los stocks, porque un flujo permanente implica una vulneración de éstos.

En el caso estadounidense se verifica una mejora en la economía general, pero persiste un fuerte déficit en las cuentas externas y la desacumulación de activos netos, que esa economía aún puede sostener porque el dólar se mantiene, sin discusión por ahora, como la principal moneda internacional de reserva.

En China se produce un superávit en cuentas externas, y una consiguiente acumulación de divisas, y esta situación, en referencia al resto del mundo, implica una situación económica y política insostenible, opinó Noya.

Asimismo, la volatilidad de los mercados de valores repercute en la región. En Brasil, señaló Mordecki, que es un mercado de capitales referente en la región, “vemos cómo repercute lo que sucede en las bolsas europeas y cómo los inversores interpretan que los problemas de Europa van a arrastrar a las economías emergentes”.

Con respecto al indicador de riesgo-país, Argentina mantiene una diferencia de signo negativo importante respecto a Brasil. Esto representa para Argentina un problema en el posicionamiento frente a los mercados internacionales y a la falta de conclusión de problemas provocados por el endeudamiento con parte de los acreedores que vieron modificar las condiciones de amortización tras la cesación de pagos de la década pasada.

En Brasil se manifiestan algunos problemas a través de la evolución del índice bursátil Bovespa. El riesgo-país es superior en Brasil que en Uruguay. Pero Brasil, aunque tiene calificación crediticia de "grado inversor", presenta una mayor vulnerabilidad frente a los mercados que Uruguay, que no cuenta con ese aval. Mordecki explicó que Uruguay no tiene mercados de capital desarrollados de ingreso y salida, por lo tanto, de alguna manera, está protegido de dicha vulnerabilidad financiera.

Primaria eterna

El Informe de Coyuntura posiciona a Uruguay en términos de vulnerabilidad. En 1998 se registró el punto más alto en el ciclo de crecimiento, ya que las exportaciones estaban concentradas en la región del Mercosur en 50 %. En 2010 se constata una disminución en la presencia de la región como destino de las exportaciones, en contraposición con la presencia de los países del NAFTA, de la Unión Europea, que se han mantenido en estos años, y de un crecimiento en la presencia de otros países del resto del mundo.

Estos indicadores, señaló Mordecki, muestran que Uruguay depende en menor medida de la región. Pero enfatizó que si se tiene en cuenta el tipo de productos que se exportan desde el país, el cambio de destino cambia la pauta de exportación. Ahora se concentra en commodities, es decir, alimentos y materias primas, que alcanzan 75% de las exportaciones totales mientras que los bienes industriales llegan a 25%. “Hay una notoria primarización de las exportaciones. Cambiamos una vulnerabilidad por otra, es decir: somos más vulnerables a los cambios internacionales, de las demanda de precios de los commodities, que tienen una evolución creciente pero están expuestos”, agregó. Con respecto al sector turismo vernáculo, continúa la tendencia hacia la dependencia regional. Se señala que 50 % de ingresos de divisas por turismo proviene de Argentina, y 15% de Brasil.

En cuanto a la Inversión Extranjera Directa (IED), los capitales que ingresan impactan en el mercado interno provocando una fuerte depreciación del dólar, destacó. La inflación de bienes no transables y transables se mantiene en el rango de tolerancia oficial. En 2011 comienza a subir y lo hace con tendencia creciente, por el aumento de los precios de los transables. Los no transables crecen por aumentos de tarifas en los primeros meses del año. Y aunque el rango-meta inflacionario que regirá desde junio va de 4% a 6%, la mayoría de los analistas auspicia que va a estar por encima.

Mordecki ponderó la presencia en la escena económica de un esfuerzo oficial hacia el control inflacionario, que se refleja en las cuentas públicas, ya que las compañías del Estado evitan trasladar a tarifas los aumentos de sus costos. Las sequías obligaron a UTE a producir energía eléctrica a partir de las centrales térmicas, que se alimentan de petróleo, elevándose así los costos para la empresa, que no traslada las compras de crudo a las tarifas. Así, el déficit no influirá sobre la inflación, agregó.

En 2010 las empresas públicas mejoraron sus cuentas registrando superávits, y el Banco Central del Uruguay (BCU), debido a su intervención en el mercado cambiario para contener la caída del dólar comprando pesos, marcó un déficit parafiscal de 0,6% del Producto Interno Bruto (PIB). Para este año las proyecciones indican que el déficit del BCU será mayor al del año anterior, mientras que "el gobierno central" mejora ya que sus ingresos resultarán mayores a los del año pasado.

El año que vivimos...

El informe del Iecon señala que la economía local creció 8,5% del PIB, siendo el gasto privado lo que explicó la expansión. Frente a estos indicadores, comentó Mordecki, surge el planteo "de si estamos frente a una economía sobrecalentada". Esta característica, explicó, sucede siempre que se registran crecimientos importantes en las economías, como el que se está dando en el país. La realidad señala que en 2011 el crecimiento proyectado de la economía está superando la tendencia de las expectativas, y si bien hay sectores que tienen instalado el problema de la capacidad instalada, “es evidente que el riesgo de sobrecalentamiento se puede dar este año”, advirtió.

La idea de economía sobrecalentada o recalentamiento de la economía refiere a una economía con elevada tasa de crecimiento, con una trayectoria que presiona sobre la capacidad de producción, aumentando las presiones inflacionarias y los precios. Se caracteriza también por desajustes temporales en el mercado de trabajo. El recalentamiento es una expresión extrema de la fase expansiva del ciclo económico, que puede generar el riesgo de una fase recesiva de características más agudas.

El director del Departamento de Consultoría de Delloite Uruguay, Pablo Roselli, reafirmó la idea de economía sobrecalentada, destacando que hay indicadores claros de ello, como el PIB mayor a su tendencia de largo plazo, la baja en el nivel de desocupación y la inflación fuera de la media. “Este estado de la economía representa un deterioro de los equilibrios macroeconómicos necesarios para contener riesgos que se puedan presentar”, alertó.

En el crecimiento verificado del PIB, el consumo privado sería el indicador que sustentó el registro. En 2011 también lo asume a través del salario real, el ingreso, el mayor consumo de bienes del exterior tales como electrodomésticos y los créditos a los hogares.

En relación a las perspectivas, en el informe se hace referencia a la Encuesta de Expectativas de la Cámara de Comercio, que indica un predominio de respuestas positivas que se ha mantenido durante este año. Por otro lado, la encuesta que mide la Confianza de los Consumidores y que elabora la Universidad Católica alcanzó un máximo en 2010. En cambio, este año marcó un descenso en la zona de respuestas positivas; entre ellas se destaca que el aumento de la inflación desencadenó menores expectativas de consumo.

Por último, se pronostica que el PIB crecería 5,5% y que la tasa de empleo -afirmó Mordecki- no crecerá demasiado, generándose 25.000 puestos de trabajo en el año. El salario real crecería 3,3% y el desempleo descendería levemente a 6,5%. El déficit fiscal estaría rondando 1,3% del PIB y la inflación se ubicaría por encima del rango-meta oficial: esto sería 7,5%.

Tu rango y el mío

Existen desacuerdos sobre el rango-meta de inflación. Pablo Roselli planteó que el escenario es favorable para Uruguay, aunque destacó que deben observarse matices como la vulnerabilidad de la economía, y consideró que se debe buscar acciones para el control de la inflación. “La clave es cuidar el equilibrio macroeconómico y, al mismo tiempo, la inflación. La realidad es que tenemos un objetivo de inflación en el cual nadie cree”, disparó.

A su vez, afirmó que nadie piensa que Uruguay vaya a pasar el umbral del 10%. “Creemos que si llegado el momento sucede, el gobierno va a tomar las decisiones necesarias” para atenuar los efectos. Hay analistas que estiman que llegará a 8,5% o 9%. “Estamos cerca de las subas de la carne, frutas y verduras por el período del año en que estamos, y pueden colocar [la inflación] próxima al umbral”, indicó.

Noya planteó la interrogante de si el impulso que vive la economía uruguaya se debe a una fase cíclica o si representa una tendencia. Paralelamente, se refirió a los factores de riesgo externos que podrían incidir en una desaceleración.

Destacó como factor de riesgo la potencial desaceleración del crecimiento en Asia oriental, concretamente en China, y en menor medida en India. Algunos especialistas señalan que para los países es más fácil crecer cuando tienen ingresos más bajos, y este comportamiento es denominado “efecto de convergencia económica”. En el caso de China, desde las últimas dos décadas la economía ha crecido a tasas de 9 %, y “eso no puede durar permanentemente”, agregó.

En materia de tiempos, las estimaciones de la potencial desaceleración van desde 2015 a 2025, y en términos cuantitativos irá de 8%-9% a 6%-5 %, un nivel más acorde al potencial de los recursos chinos. Los efectos para la región estarían relacionados con una menor demanda de materias primas alimenticias.

Un factor con incidencia más a corto plazo está relacionado con el fin del ciclo expansivo de la política monetaria en Estados Unidos. Se entiende que a fin de año se completará el ciclo, con la suba de las tasas. Históricamente, un alza en las tasas de interés indica una fase cíclica a la baja en la región. “No hay nada que muestre que esta tendencia cambie, pero la región, por otra parte, está menos endeudada”, enfatizó Noya. En lo político, los problemas provocados por la crisis aún no parecen estar resueltos.

Como último factor de riesgo se analiza la crisis de deuda soberana en Grecia, Irlanda, Portugal, y se auspicia que también lo podrá estar España. La caída de un país, aisladamente, no tendría consecuencias: el problema sería el “efecto arrastre”. “No toleraríamos la caída de España, [y] lo mismo sucede con los tres factores mencionados: si se suceden los tres, evidentemente el efecto se potenciaría”, afirmó.