“No puedo imaginarme ni por un segundo que Estados Unidos caiga en incumplimiento”, afirmó ayer la nueva directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde. Sin embargo, ya lo había imaginado cuando dijo que “si los políticos estadounidenses no logran un acuerdo, habrá un fuerte golpe para los mercados de acciones y muy feas consecuencias, no sólo para Estados Unidos, sino para toda la economía en general, porque Estados Unidos es un actor muy importante y afecta mucho a otros países”.

La jerarca planteó el escenario de default en entrevista con ABC New, luego de que el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, anunciase el sábado que renunciaba a buscar un acuerdo global sobre la deuda estadounidense con la Casa Blanca. En su momento las negociaciones determinaron que el presidente Barack Obama no pudiera aprobar la ley de presupuesto ante la resistencia republicana, debate que continúa en la actualidad y que está centrado en torno a la posibilidad de aprobar un plan de recortes presupuestales de unos 4.000 millones de dólares en diez años.

Si conseguían el compromiso del oficialismo, la oposición aceptaba aumentar el techo legal de la deuda pública -fijado en 14,29 billones de dólares-, alcanzado a mediados de mayo. El nuevo trancazo fue, según fundamentó Boehner, porque el gobierno mantuvo su decisión de suprimir todas o parte de las reducciones de impuestos concedidas a la franja más rica de la población. La preocupación del FMI radica en que se aproxima el 2 de agosto, fecha a partir de la cual el gobierno tendría problemas para hacer frente a sus deudas.

Así lo confirmó ayer el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, quien si bien tranquilizó a Lagarde al garantizar que su país “no caerá en incumplimiento”, repitió que es imprescindible que haya un acuerdo antes del día mencionado, ya que desde ese momento el Tesoro ya no podrá cumplir con sus compromisos en el mercado. “No hay ninguna forma de darle más tiempo al Congreso”, sentenció Geithner.

Por eso el FMI a través de Lagarde envió un mensaje a los políticos de la primera economía del mundo, poniendo el énfasis en el riesgo que implicaría para el resto del mundo, en momentos en los cuales Europa ve cómo varios de sus países oscilan también entre la aplicación de fuertes reducciones presupuestales y la cesación de pagos. “Y eso sin duda va en contra del propósito y la misión del Fondo Monetario Internacional. Así que estamos preocupados”, expresó la directora del organismo crediticio.

El gobierno está dispuesto a aceptar “cosas muy difíciles”, dijo Geithner, y mencionó, por ejemplo, los recortes en los gastos de seguridad social, un punto en el cual inicialmente los demócratas no querían ceder ante la presión republicana. “No se puede pedir a los estadounidenses de clase media y a los más viejos que sean los únicos en soportar el peso de la crisis”, agregó, reprochando a los republicanos su pretensión de alcanzar el objetivo “únicamente mediante una reducción de los gastos”. El secretario del Tesoro declaró que cree “realmente” en “un acuerdo que delineé un conjunto de medidas, esta semana o de aquí al fin de la semana siguiente”, cuando esté a dos semanas del límite impuesto.

Sin embargo, según reflejan medios especializados, en algunos sectores del Partido Republicano cobra fuerza la idea de que “una breve cesación de pagos” podría ser un precio aceptable para que la Casa Blanca acepte sus planteos para elevar el techo de la deuda nacional. Además, le generaría un revés político a Obama, que ya anunció que busca la reelección y quien se encuentra primero en las intenciones de voto para los comisiones del año que viene.

La agencia calificadora Fitch también advirtió en un comunicado al cierre de la semana: “Incluso el llamado 'default técnico' sugeriría una crisis de 'gobernabilidad' del crédito soberano y desde una perspectiva de la calificación”. “Y aunque tal evento [como una moratoria de letras del Tesoro de corto plazo] podría no perjudicar de manera permanente la capacidad del Gobierno estadounidense de cumplir con sus obligaciones, es improbable que su estatus 'AAA' se mantuviera en el corto al mediano plazo”, agregó.

El jefe de calificaciones de Fitch fue más allá y coincidió en su alarma con Lagarde: “En mayor medida, la moratoria del mayor deudor del mundo y emisor de la moneda de reserva predominante sería extraordinario y amenazaría la aún frágil estabilidad financiera de Estados Unidos y del mundo en su conjunto, especialmente con el telón de fondo de la crisis de deuda soberana de Europa”.

En un misma línea se pronunció la calificadora Moody's, quien también evaluaría una rebaja a la máxima calificación de Estados Unidos si a mediados de julio no hay avances sobre un acuerdo para reducir el déficit y subir el límite de endeudamiento de 14,3 billones de dólares.

Otro reflejo claro de la incertidumbre lo marca la actividad bursátil. Un estudio citado el fin de semana por la agencia de noticias alemana DPA, elaborado el analista del Citigroup Keith Horowitz, marca que “en relación al primer trimestre de 2011, las operaciones bursátiles en Estados Unidos disminuyeron 15% y la negociación de valores de renta fija cayó incluso 30%. Éstos incluyen los bonos del gobierno, que en el pasado eran clasificados como seguros”. Ya no.