La Federación Rural de Jóvenes (FRJ) forma parte de la Federación Rural del Uruguay; tiene 450 socios, varones y mujeres, nucleados en 16 grupos a nivel nacional. Consultado sobre cuál es la principal problemática que atraviesan hoy los jóvenes rurales, el presidente de la FRJ, Pedro Sarli, dijo a la diaria: “La gran migración del campo a la ciudad que está teniendo la familia rural en estos últimos tiempos es algo que realmente nos preocupa. También la capacitación, el acceso a la tierra para los jóvenes es algo que venimos peleando desde hace muchísimos años, pero cada vez lo vemos más difícil por el alto costo del acceso a la tierra, que se ha incrementado en los últimos años, debido a las empresas multinacionales y plata que ha venido de otros lados, lo que dificulta que un joven pueda hacerse de capital o seguir manejándose con los grandes arrendamientos de campos”.
Al ser consultado sobre la posición de FRJ sobre el impuesto a las propiedades mayores de 2.000 hectáreas, Sarli respondió “ése es un tema que no nos llega todavía, lo manejan los mayores. Nosotros queremos primero formar a nuestros jóvenes para después comenzar a debatir esta problemática, queremos que estén mejor preparados para a futuro defender las políticas sectoriales”. De todos modos aclaró: “tenemos nuestra opinión, nos sentamos y conversamos con los mayores, pero como institución no tenemos una opinión”.
Eso fue justamente lo que cuestionó Alexander, uno de los participantes del debate. “Estas cosas están buenas porque te ayudan a dialogar, a presentarte frente a compañeros que no conocés, pero pienso que los jóvenes rurales tendríamos que empezar a movernos por otros temas, como la caminería rural, por ejemplo. Los jóvenes rurales somos el futuro del país y tenemos que luchar por esas cosas más específicas y más importantes. Empezar por eso sería una buena alternativa, ya que nos ayudaría a que la gente mayor empiece a creer un poco más en nosotros y a darnos el lugar que nos merecemos, que vean que realmente lo que queremos es ayudar, he escuchado a mucha gente que dice -acá en Treinta y Tres y en Flores [donde cursó la tecnicatura en agropecuaria]- que más bien estamos para figurar. Que vean que no es así, hay que luchar por cosas importantes que tengan impacto a nivel juvenil y social.”
Sobre el impuesto al agro, Alexander opinó: “pienso que está bueno porque es injusto que una persona que tiene 50 hectáreas pague lo mismo que el que tiene 2.000. Estás desfavoreciendo la familia de la que tanto se habla para que se quede en el campo. Con eso fomentarías que se queden, el gran problema es que los jóvenes del medio rural se están yendo para Montevideo porque con los sueldos que hay la gente no se puede quedar. Se le podría cobrar menos impuestos a la familia para que tal vez pueda tener mejor calidad de vida y ese chiquilín se quiera quedar”.
Los participantes de Cerro Chato, Deana, Valentín y Agustín resaltaron como limitantes que “a la hora de estudiar tenés escasez de material, y mismo cuando terminás el liceo nos tenemos que ir si queremos seguir estudiando, porque no hay UTU ni nada que podamos seguir, no tenemos nada más para hacer”. Asimismo, indicaron que sólo hay dos orientaciones en bachillerato, humanístico y biológico, sin posibilidades de cursar artístico o científico.
Aratirí
Los tres chicos de Cerro Chato no dudaron al opinar sobre el proyecto minero Aratirí. Valentín dijo que el predio de su padre era uno en los que estaban haciendo trabajos; “estoy totalmente en contra por el impacto social, porque el entramado social se va a ir perjudicando y por la poca plata que le va a quedar al país”. Deana sostuvo “yo no tengo una postura definida, trato de ver la postura de los mineros y de los productores. Es obvio, para el productor que tiene su pequeño campo para vivir él y su familia, no es lindo que le entren y que tenga que adaptarse a algo que el Estado o una empresa extranjera le están imponiendo. Pero también lo veo por la generación de empleo que implica Aratirí. Hay muchos jóvenes que tenían veinte años, que no habían terminado el liceo, no tenían otra cosa y la gran mayoría están empleados ahí; es una oportunidad porque experiencia laboral es lo primero que te piden, y si recién terminaste de estudiar ¿qué vas a hacer?”. Agustín se enfocó en otro punto: “es un gran problema no sólo por lo que genera sino porque Cerro Chato se destaca por ser un pueblo unido y ha dividido a los que están a favor de los que están en contra. Personalmente pienso que no sería tan bueno, porque el cráter que deja es considerable, porque el agua que se encuentra en la zona es un recurso incomparable con el hierro y el oro, es un recurso indispensable para la vida y creo que esto la contaminaría mucho”.