-¿Los jóvenes en Uruguay se enteraron de que el año que pasó fue el Año Internacional de la Juventud?

-No, creo que no. Creo que pasó un poco inadvertido. Esto ayuda a los organismos especializados en juventud para promover determinadas acciones, pero es cierto que seguramente la gran mayoría de los jóvenes no se enteraron de que se celebró el Año internacional de la Juventud, como se celebró hace 25 años, en 1985. Ese año tuvo importancia en el desarrollo de políticas de juventud, en la creación de institucionalidades de juventud, en la creación de las plataformas regionales, fue un primer momento fundacional de las políticas de juventud. Este segundo Año Internacional de la Juventud la historia nos dirá que significado tuvo.

-¿Qué tuvo de distinto este año con respecto a otros años?

-Había una agenda propia del gobierno de jerarquizar políticas de juventud y eso se expresó en un conjunto de acciones. Para nosotros el Año Internacional de la Juventud fue un elemento que ayudó a impulsar esa agenda y a darle un marco supranacional.

Pero nosotros no impulsamos todo este proceso, que tiene que ver con fortalecer el INJU, fortalecer políticas de juventud, elaborar un Plan Nacional de Juventudes, porque había un año Internacional. ¡Bienvenido el año!; ayudó a jerarquizar, a dar visibilidad, a marcar pero en realidad también el tema formaba parte de una agenda nacional.

-¿Y en qué se avanzó?

-Presentamos el Plan Nacional de Juventudes, un plan que reúne las principales decisiones o acciones de políticas públicas, sectoriales, destinadas a jóvenes. No la totalidad de las acciones que se desarrollan sino que las políticas públicas nuevas que se han diseñado en lo que va del actual período de gobierno.

Creamos un ámbito de coordinación de las políticas de juventud que dependen del Consejo Nacional de Políticas Sociales; fortalecimos al INJU creando una secretaría técnica, una unidad de análisis, empezando a cumplir un rol distinto, un rol de un instituto que no solamente ejecuta pequeños programas de bajo impacto, sino que pasa a jugar en la cancha de las políticas sectoriales que impactan en la vida de los jóvenes.

El plan no lo elaboramos nosotros acá adentro con un conjunto de técnicos, sino que nos sentamos a la mesa con los equipos de técnicos y políticos de cada uno de los ministerios, y con ellos elaboramos este plan al que hoy le damos seguimiento.

-¿Cuándo van a empezar a verse los resultados del plan?; sobre todo a nivel de políticas laborales.

-Algunas cosas ya se vienen implementando. Por ejemplo, en materia de empleo, un compromiso que asumió el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social fue destinar el 35% de los recursos del Programa Objetivo Empleo para facilitar la inserción de jóvenes que tienen dificultad de inserción laboral. Eso ya se está implementando. Además, estamos por enviar un proyecto de ley al Parlamento con la nueva ley de Empleo Juvenil, que busca generar nuevos estímulos a los empresarios para que puedan contratar a jóvenes.

Estamos poniendo en funcionamiento un programa de intermediación laboral, donde un equipo de técnicos va a salir a dialogar con las distintas empresas para identificar las oportunidades que hoy ofrece el mercado de trabajo para jóvenes.

-En materia de educación, ¿se crearon los Centros Educativos Abiertos que se anunciaron en agosto de 2010?

-Los Centros Educativos Abiertos van a comenzar a funcionar en 22 centros educativos, en liceos y UTU de todo el país, menos en Rivera y Flores. No se comenzó antes por aspectos administrativos. En esta etapa estamos consolidando equipos de tres personas que van a desarrollar propuestas los fines de semana en liceos y UTU. La idea es que sea una propuesta que esté abierta al barrio, a la comunidad, a las personas que asisten a los centros educativos, pero también aquellos que no; queremos generar un espacio que habilite el encuentro generacional. Vamos a tener dos grandes ejes. La resignificación del centro educativo, convertirlo en un lugar más amigable donde suceden cosas que están buenas, que hacen que yo me acerque, y por lo tanto, que valga la pena permanecer o ir. Pero para eso es clave el vínculo con la comunidad, y considerar lo que pasa el fin de semana y en la semana, y que lo que suceda adentro tenga que ver con lo que pasa en la sociedad. El equipo va a tener que nutrirse de los aportes de los actores que están en el barrio, y va a convocar a actividades que los involucren.

-Sí comenzó a funcionar el programa Compromiso Educativo…

-Sí, ese sí arrancó a comienzo de año. No es un programa de becas, busca trabajar sobre la sostenibilidad educativa de los adolescentes que llegan a cuarto año de liceo. Está dirigido a todos los adolescentes y jóvenes de los centros educativos donde se desarrolla la experiencia. La beca económica la reciben unos 1600 jóvenes, pero todos pueden interactuar con los referentes pares.

En los centros educativos se logró instalar un espacio de frecuencia por lo menos semanal, donde estudiantes universitarios o de formación docentes apoyan, acompañan, estimulan y motivan a los estudiantes a que puedan potenciar su trayectoria educativa, su pasaje por el liceo o a la UTU.

Es un programa que hay que evaluarlo pero apostamos a extenderlo el año que viene a todo el país y a quinto y sexto de liceo.

Cambio de imagen

-Para cambiar la percepción negativa que muchas veces se tiene de los jóvenes; ¿qué se está haciendo?

-Para hacer políticas de juventud hay que partir de los problemas que la sociedad le genera a los jóvenes para que se puedan desarrollar como ciudadanos o como personas; pero también tenemos que partir de las potencialidades que tienen los jóvenes. Por eso es fundamental promover la participación y el protagonismo de los jóvenes. Sin embargo, están los que insisten en colocar a los jóvenes en el peor de los lugares, donde surgen propuestas que apuntan a seguir reforzando la mano dura y esperar poco de los jóvenes. Hay una crisis de confianza, cuando se propone bajar la edad de imputabilidad, en el fondo hay un mensaje de profunda desconfianza en los jóvenes, se le está queriendo decir “no te creo”. Para mí, una sociedad que no espera nada de los jóvenes es una sociedad fracasada. No está dispuesta a abrirse a la creatividad, la innovación o a la capacidad transformadora de los jóvenes.

Para cambiar esta situación estamos desarrollando programas que apuntan a dar visibilidad, voz y protagonismo juvenil, como el Fondo de Iniciativas Juveniles, para participar y desarrollar proyectos. Es un fondo que pone a disposición de los jóvenes, recursos económicos para que puedan desarrollar sus propios proyectos. Además estamos instalando quince Centros de Ciudadanía Juvenil en el interior del país, compuestos por equipos que van a estar trabajando con colectivos, van a ser promotores de las participación, van a estar acompañando o asistiendo a los colectivos de jóvenes para que una idea se transforme en proyecto o en realidad.

-¿Qué fue lo que llevó a algunos sectores de la sociedad a esperar poco de los jóvenes?

-Yo no digo que la sociedad uruguaya no espere nada, o poco de los jóvenes. Yo creo que hay algunos actores que están queriendo impulsar, culpabilizar a los jóvenes porque los consideran responsables de la inseguridad pública. Se rasgan las vestiduras por la seguridad ciudadana, pero tal vez no se rasgan las vestiduras por las certezas que tenemos que dar a los jóvenes para garantizar sus derechos a la educación y al trabajo. Pero no creo que todos los uruguayos piensen eso, creo sí que lamentablemente es un discurso que prende fácil.

Además hay que reconocer que a veces se sobredimensiona el lugar que tienen los jóvenes en los delitos. Bajo ese argumento surgen propuestas donde se dicen cosas que faltan a la verdad, porque los jóvenes en nuestro país son imputables, a partir de los 13 años son privados de libertad, reciben penas. Hay aspectos que históricamente han funcionado mal, y ahora se están tomando las riendas del asunto y efectivamente se están generando cambios. Se está generando un instituto de responsabilidad penal adolescente y hay un conjunto de medidas que ponen en juego un cambio o un punto de inflexión en ese sentido. Además es mentira que bajando la edad de imputabilidad vamos a mejorar la seguridad, al contrario, en todo caso aumenta las posibilidades de que un joven pueda estar más tiempo privado de libertad y más en contacto con personas de las que puede aprender, y se reproduce más fácil el delito.

-¿Considera que no hay que llegar, ni siquiera, a la instancia de voto o consulta ciudadana?

-Yo no voy a firmar, pero es una herramienta de la democracia, y si la ciudadanía entiende que hay que utilizarla, bienvenida sea. Pero la considero una medida regresiva desde el punto de vista de los Derechos Humanos, estaríamos yendo en contra de la Convención Internacional de Derechos del Niño.