La gestión de la crisis en Europa parece absorber cada vez más tiempo a los mandatarios y líderes políticos que gobiernan en el bloque comunitario (UE), que tiene programado para este mes un abigarrado cronograma de reuniones en torno al asunto. Una de éstas se produjo ayer en la capital germana entre la anfitriona, Angela Merkel, y su par galo, Nicolas Sarkozy. Grecia, cuya situación fiscal empeora, fue tema prioritario.
Es que el acuerdo gestado el año anterior en la UE para facilitar la salida de Grecia de una fase especialmente aguda de su balance fiscal, que incluyó la reducción en 50% del pasivo nominal de ese país a ser absorbido por los bancos para aliviar la carga del Estado egeo, no fue suscrito sino sólo reconocido de palabra. Antes de que finalizara 2011 Atenas recibió el último tramo del primer paquete de asistencia financiera convenido en mayo de 2010 por el bloque y su brazo financiero, el Banco Central Europeo (BCE), en acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), por un total de 110.000 millones de euros. Esa suma apenas le alzanzó al país para evitar el default y la quiebra de su cadena de pagos, ciclo que se repitió previo a la liberación de cada partida, como está sucediendo en estos días.
Este mes, Atenas y sus acreedores deberían acordar los detalles para configurar el cronograma de entregas correspondiente al segundo paquete de asistencia convenido por aquellas entidades en octubre del año pasado, por un total de 130.000 millones de euros. El primer desembolso, en este caso, tendría que concretarse en pocas semanas, porque el rojo de las cuentas públicas helénicas está a punto de explotar. Cabe recordar en este punto que la deuda griega representa aproximadamente 160% del Producto Interno Bruto (PIB), proyectándose que llegue a fin de año en torno al 180%-190%. El PIB sumó en 2010 aproximadamente 227.000 millones de euros, mientras que acumuló poco más de 162.000 millones de euros en los tres primeros trimestres de 2011.
Pasá y sentate
Las perspectivas del país empeoran cada semana, aunque el tema ceda la derecha a otros vinculados a la región en las mesas de las agencias internacionales de noticias. La primera partida del segundo rescate fue fijada en 89.000 millones de euros y su instrumentación será analizada desde el próximo domingo en la capital egea entre el Ejecutivo tecnocrático y una comitiva de aquella "troika" de intereses que arribará con ese fin (ver la diaria del viernes 6). No se trata de casualidades habiendo tantos intereses en juego. Los acuerdos del último tramo de 2011 sobre Grecia no fueron firmados y ahora arrecian las presiones a Atenas desde Bruselas, Berlín y París para que avance rápido en el ajuste del gasto y la enajenación de activos estatales como condición para liberar los recursos. Un memorando filtrado del FMI cuestiona la capacidad de Atenas para reformar sus finanzas públicas.
La citada quita del 50% fue convenida como parte de una reestructura general de la deuda, camino que demanda operaciones con emisión y canje de bonos ya colocados para alargar plazos de vencimiento. Pero los bancos, beneficiados por la ausencia de un acuerdo formal, presionan para no asumir pérdidas. Es así que una autoridad del BCE ha operado para que los privados eviten cargar con una parte del costo del salvataje. Sin embargo, Merkel y Sarkozy le bajaron el perfil a esas gestiones. "Debemos ver avances en la reestructuración voluntaria de la deuda griega", dijo la alemana en rueda de prensa conjunta con su colega, citada por la agencia británica de noticias Reuters. "Desde nuestro punto de vista, el segundo paquete de ayuda a Grecia, incluida esta reestructuración, debe ser implementado rápidamente. De otra manera no será posible desembolsar el próximo tramo de ayuda", expresó con ambigüedad, adelantando que hoy abordará el tema en Berlín con la directora del FMI, la gala Christine Lagarde. Bancos, aseguradoras y fondos de inversión negocian desde hace semanas con el gobierno griego un esquema de canje de bonos para reducir la relación deuda/PIB. El diseño incluye una reducción voluntaria de los acreedores de 50% sobre el valor de sus papeles griegos a cambio de una combinación de efectivo y nuevos bonos.
Tobin or not
En tanto, se desarrolla la trama que une intereses locales con los de alcance comunitario. Ejemplo de ello se aprecia en el debate sobre la integración efectiva del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, cuya vigencia está prevista para mediados de año. Este mecanismo de rescate, aún sin fondear, es clave en el camino elegido por Merkel y Sarkozy para pilotear la crisis, y, en un contexto nacional de elecciones, el francés lo alude desarrollando una agresiva campaña proselitista a favor del establecimiento de un tributo a las transacciones financieras, opción con muchas variantes conocida mundialmente como “tasa Tobin”.
El domingo, el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, declaró oficialmente que vetará la instrumentación de un impuesto tal en el bloque, y desafió a que las potencias continentales de la UE avancen solas en el tema. Aprovechando esa división no sólo geográfica, varios países del bloque rechazaron los planes para sumar más a fondos para salvatajes.
La semana pasada Sarkozy declaró su decisión de avanzar con el tributo incluso en forma unilateral, y ayer lo ratificó: “Si no damos el ejemplo, esto no se hará”, aseveró. “No tenemos dudas de que vamos a comenzar una tendencia en la zona euro para que todo el mundo adopte este impuesto”, proyectó. Según el diario parisino Le Monde, el gobierno podría moderar sus aspiraciones y aceptar una limitación del gravamen a la comercialización de acciones, dejando los bonos públicos y derivados para una etapa posterior. En este sentido, Merkel fue salomónica al expresar que siempre estuvo a favor de un tributo a ser aplicado en los 27 países de la UE. Además, admitió que el asunto no genera consenso en su propio gobierno. Al mismo tiempo, los líderes confirmaron su acuerdo en la jerarquización de las tareas regionales. “La canciller y yo somos plenamente conscientes de que la prioridad en este momento es el crecimiento, el empleo y la competitividad de nuestro continente”, dijo Sarkozy.