Hace 100 años que el Centro Hospitalario Pereira Rossell forma parte del paisaje montevideano. A nadie le es indiferente, y son muchos los que tienen un fuerte sentimiento de pertenencia a la institución; no sólo usuarios, y fundamentalmente usuarias, sino también médicos, profesionales de la salud y funcionarios en general.
Este sentimiento de pertenencia quedó reflejado ayer durante la presentación del libro “Hospital Pereira Rossell. Gestación y nacimiento de un hospital para niños y mujeres (1900-1930)”, editado por Zona Editorial con el patrocinio de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE). El auditorio del hospital se llenó de público. Entre los asistentes se divisaban distintos uniformes: de médicos, de auxiliares de enfermería, de voluntarios del hospital, de personal de servicio, de seguridad, etcétera. La identificación con el centro también quedó ilustrada al final de la presentación, cuando las autoras del texto, Isabel Collazo, Leticia Palumbo y Ana María Sosa, firmaban dedicatorias en muchos de los libros que parte del público compró en el momento.
“Con cariño para las voluntarias”, escribió Palumbo, al tiempo que, dos líneas más abajo, destacaba la importancia del trabajo diario que ellas desarrollaban. Algo similar hizo cuando el policía que cumple el servicio 222 pidió entusiasmado que le autografiaran su nuevo libro. En diálogo con la diaria, Palumbo destacó que el valor de la investigación es la recuperación de la memoria histórica e institucional del centro, y que “lo lindo no es sólo ver la suma de los edificios y las construcciones arquitectónicas”.
Además, se refirió a la identificación que genera el centro en trabajadores y usuarios. En relación a estos últimos, sostuvo que posiblemente el sentimiento de pertenencia se da “quizá por los ciclos vitales que abarca”. “El Pereira tiene hasta Registro Civil. Hay gente que nace acá, que la reconocen acá, que se casa en el hospital”, reflexionó, y agregó que la identificación es todavía mayor para las mujeres porque “pasan por la parte ginecológica, donde hay muchísimas barreras culturales, y cuando una siente que hay una buena atención genera pertenencia con ese lugar”. En niños el vínculo también es muy cercano porque se atienden allí desde que nacen hasta los 14 años.
La relación de los trabajadores con el centro fue detallada por los protagonistas que estuvieron presentes en el auditorio, entre ellos, Beatriz Silva, presidenta de ASSE, y Fernando Tomasina, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República (Udelar).
El aspecto social que recoge la investigación fue justamente lo que Collazo resaltó en las palabras que dedicó al auditorio. “Quien lea este libro y vaya en búsqueda de un inventario de nombres, personalidades médicas y descubrimientos, se va sentir bastante desilusionado, o por lo menos no va a quedar del todo satisfecho”, indicó. “La historia que cuenta este libro es una historia social” porque “busca anclarse en el contexto político, social, sanitario y económico de la época”, añadió.
Por su parte, Ana María Rodríguez, de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Udelar, recordó en su discurso que para que en una investigación “haya historia se tiene que cumplir con el objetivo fundamental de la disciplina que es ayudar a comprender, y para ello insertar ese proceso en un contexto político, económico, social y cultural, y en ese sentido se logró con creces”.