Hasta ahora estos beneficios no se observan en el corredor de la avenida Garzón, que comenzó a utilizarse el 8 de diciembre. Por el momento, predomina una sensación exactamente contraria.

El martes de tardecita se enlenteció más todavía el tránsito en la zona, cuando un grupo de vecinos se dispuso a cortar Garzón a la altura de la plaza Colón. “Más peligro, más lento, más desorden, Urse renunciá” decía uno de los carteles, a la vez que otro afirmaba: “Ineficiente, 40 millones de dólares gastados”.

La convocatoria circuló por las redes sociales electrónicas y mediante afiches pegados en el barrio. No había datos, nombres ni grupos convocantes, pero las críticas eran explícitas: semáforos descoordinados, lento recorrido de los ómnibus dentro del corredor y un enlentecimiento general de vehículos en las dos sendas laterales al corredor, por donde circulan todos los vehículos que no son ómnibus urbanos.

Entre los reunidos había de todas las edades, veteranos, jóvenes, varones y mujeres. El denominador común era la gran molestia por el funcionamiento de una obra con la que debieron convivir tres años, y que por el momento no arroja resultados positivos.

Destino

Sobre el final de la semana que pasó, la Intendencia de Montevideo anunció que a partir del 26 de diciembre habrá cambios en los recorridos por el corredor Garzón. La medida a implementar permitirá a los vecinos de los barrios locales llegar a destino sin tener que cambiar de ómnibus. Es así que se harán modificaciones en el recorrido de las líneas G4 y G5. La primera conectará mediante un recorrido circular avenida Lezica entre avenida Garzón y Calderón de la Barca. El servicio G5 unirá el Complejo América con el Hospital Saint Bois.

Parte de las principales quejas venían de habitantes de Villa Colón, Aviación, Melilla y Complejo América, que antes para llegar al punto de destino tenían que tomar sólo un ómnibus, y ahora deben hacer trasbordo en la terminal, lo que significa desviarse unas 15 cuadras (contando ida y vuelta), y esperar un coche que no siempre viene rápido. Los vecinos reclamaban por lo “aislados” que quedaron esos barrios, y sostuvieron que los ómnibus locales no son tan frecuentes: sus trayectos se alargaron cerca de 30 minutos y en algunos casos llegan a perder la combinación de una hora.

Minutos antes, el 130 que me llevó hasta la Terminal Colón llegó con 13 minutos de atraso; el guarda explicó que el problema eran los semáforos; las autoridades de la Intendencia de Montevideo previeron la semana pasada que esta descoordinación podía durar cerca de diez días más. Eso ocasionó que el ómnibus en que viajaba nunca se llenara y en otro que venía pocos minutos detrás no entrara un alfiler. El guarda evidenció otros problemas: un coche no debe pasar a otro en el carril, pero es tal la demora que muchas veces termina haciéndolo. En el trayecto vimos una moto que había sido chocada por una camioneta, el guarda señaló allí otro problema de adaptación: son escasos los puntos en que los vehículos que van por las laterales pueden cruzar Garzón.

Los vecinos también criticaron el poco tiempo que tienen los peatones para cruzar Garzón, el reducido tamaño de las paradas, que en las horas pico están saturadas, y hasta estaban molestos por el costo de los taxis, que se encarecieron por el enlentecimiento de las sendas laterales.

La prensa presente en la manifestación era poca y todos los vecinos querían dar cuenta de su molestia, uno y otro iban dando su testimonio como ante un buzón de críticas. Una sensación similar tenían los inspectores de compañías, que en la terminal debían responder a las quejas de buena parte de los usuarios: “¿Ves a alguien de la intendencia acá respondiendo?”, preguntó uno de ellos. No, no había nadie. Justamente, la percepción es que la presencia de las autoridades debe ser reforzada en la terminal y en el corredor, de manera inspectiva.

Usuarios y trabajadores también manifestaron su molestia por una información que debió ser difundida con mayor anticipación. Las tarjetas electrónicas del Sistema del Transporte Metropolitano son imprescindibles para combinar los viajes locales con los de trayectos más largos, pero muchos usuarios lo supieron recién ahora.

El diputado Jorge Gandini, precandidato por el Partido Nacional a la Intendencia de Montevideo llegó apenas empezados los cortes de calle. Ana, una de las mujeres convocantes lo saludó y le aclaró: “No es una movida política” y él respondió: “Está clarísimo, si no hubiéramos traído banderas”. Ella repitió: “No es una movida política. Pero se agradece la participación”.

En diálogo con la diaria la mujer dijo: “La mayoría de los convocantes son frenteamplistas, y lo único que se quiere es que los usuarios puedan disfrutar y optimizar este recurso, que costó mucha plata y se talaron muchísimos árboles. ¡Que valga la pena!”. Indicó que todavía no se han presentado formalmente las quejas y “de acá se supone que va a salir una plataforma de uno o dos puntitos nomás para presentarla”. “Proponemos que la gente que vive en La Paz, Complejo América, Lezica y Melilla pueda seguir en la misma unidad, que entren a la terminal pero que sigan al destino que tenían; no es algo descabellado, pierden diez minutos en el trasbordo y encima pierden el asiento”.