La actividad fue organizada por el equipo del Programa Huertas en Centros Educativos, que desarrollan desde 2005 la Intendencia de Montevideo (IM), la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República (Udelar). La experiencia se realiza en 43 escuelas de Montevideo (ver http://ladiaria.com.uy/articulo/2011/11/manos-en-la-tierra/ ); cada una cuenta con un orientador de huerta que tiene como referente a un coordinador.

El éxito de la propuesta se observa en el entusiasmo de los alumnos por trabajarla, en la extensión que hacen en sus casas, donde dan sugerencias a sus familias para que planten “tal o cual cosa” o les llevan “semillitas”, como dijo una madre que había asistido ayer para ver a su hijo que concurre a nivel 5 y desde el año pasado participa del proyecto huerta.

Las virtudes también se miden en las posibilidades de abordar múltiples áreas del conocimiento como la biología, química, matemática, geometría hasta lengua e historia, así como en compartir procesos de trabajo grupal e incorporar verduras a la dieta.

Se encamina

El buen ritmo del programa se vio un tanto comprometido en 2011. Hasta el año pasado los convenios entre las tres instituciones debían renovarse anualmente porque así lo disponía la Junta Departamental de Montevideo. Pero el trámite con el cambio de gobierno se demoró más de lo habitual. El convenio se firmó recién en julio y el dinero para pagar los sueldos estuvo disponible en octubre; en ese transcurso, la Facultad de Agronomía fue observada por el Tribunal de Cuentas por haber pago sueldos sin que estuviera firmado el convenio, con tal de no interrumpir la experiencia. Aun así, las dificultades hicieron que se perdieran orientadores y en el balance de 2011 los integrantes del equipo señalaron la “gestión compleja” y la “escasa comunicación-integración-apropiación de autoridades de las otras instituciones”. El decano de Agronomía, Fernando García Préchac, hizo referencia a esos avatares y al modo de administración que definió como “un poco kafkiano”.

Otros oradores fueron la directora de la escuela, Mónica García; el director general del Consejo de Educación Inicial y Primaria de la ANEP, Héctor Florit; la intendenta de Montevideo, Ana Olivera, y el subsecretario de Educación y Cultura, Óscar Gómez. La senadora Lucía Topolansky asistió y recorrió la huerta pero no hizo uso de la palabra.

Este año el programa arrancó bien, en tiempo y con todos los orientadores (ingresaron ocho, con lo que se completaron los lugares que habían quedado vacantes en 2011). “Despejando las nubes de las inseguridades, creo que está todo para desarrollar y para que la potencialidad se despliegue para generar mucho aprendizaje y para contagiar a las familias para que puedan cultivar sus alimentos”, dijo a la diaria Beatriz Bellenda, coordinadora del programa.

Por otra parte, anunció que se comenzó a implementar “un proyecto de trabajo con ex alumnos que quieren seguir vinculados a la huerta”. Dijo que se anotaron chicos de varias escuelas y “la idea es que actúen como ayudantes de huerta durante el año y que después tengan un espacio de capacitación formal con una acreditación en idóneos en la huerta”, para así brindarles “una herramienta que les permita desempeñarse en algún momento en el mercado laboral”.

Integrados

Josefina Barón es la orientadora de la huerta de la Escuela No 158 desde hace cuatro años. Destacó el gusto por trabajar en escuelas de ese tamaño, cuya matrícula es de 186 alumnos. Eso le permite abarcar a todas las clases, desde nivel 4 hasta 6º, una hora por semana, y además del trabajo práctico se incluyen aspectos teóricos. Los niños que expusieron, tanto en el acto -mediante un juego de títeres- como en el recorrido por la huerta, tenían un completo conocimiento de las plantas y de su función en el huerto, donde se trabaja de manera orgánica incluyendo plantas que repelen insectos y otras que ayudan a la polinización.

Barón comentó que tienen muy pocas herramientas -cuatro azadas, un rastrillo, dos escardillos y dos palas de diente- que fueron donadas por vecinos y por familiares de niños porque al comenzar este año se las habían robado. Pese a la carencia, se organizan: “Mientras algunos trabajan con herramientas, otros desmalezan con las manos o juntan hojas, acomodan la abonera, hacen diferentes trabajos de acuerdo a los materiales que tenemos”, detalló. Puntualizó que se trata de una escuela de tiempo completo y que también por eso la actividad es más oxigenante todavía.