“Portugal caerá seguro” mientras que España e Italia pueden terminar igual, auguró la agencia calificadora estadounidense Egan-Jones. “Cuando la economía de un país se retrae de forma tan significativa y al mismo tiempo los intereses de las obligaciones a diez años se sitúan alrededor del 10%, está claro que la situación es insostenible”, dijo el presidente de la firma, Sean Egan, aludiendo a Portugal, según publicó ayer el periódico alemán Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung. “El drama aún no ha alcanzado su punto más álgido”, aseguró, pero, “en cualquier caso, Portugal se verá afectado”. Creada en 1995, Egan-Jones es una de las agencias reconocidas por el sistema dependiente de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos. Sobre su clientela, actualmente la empresa mide la capacidad financiera de 1.250 empresas y países a nivel mundial.

En cuanto a la gestión europea de la crisis económico-financiera regional, la firma analizó que “la inyección masiva de liquidez del Banco Central Europeo (BCE) ha calmado los ánimos en los mercados a corto plazo”, en virtud de lo cual en las semanas que corren se percibe “una tranquilidad engañosa”. “El BCE sólo ha aplazado el colapso del sistema, pero no puede evitarlo”, porque “no ha cambiado el problema de base”, puntualizó.

La perspectiva de la agencia induce a considerar el hecho determinante de que la continuidad operativa de la eurozona y la UE está descansando fundamentalmente en el apuntalamiento financiero y político de Alemania, cuyo derrotero es seguido por Francia y otros países ante la ausencia de alternativas viables, al menos de corto plazo, al cuestionado proyecto del bloque. “En España no hay crecimiento, lo mismo ocurre en Italia. Cuando la crisis del euro vuelva a agudizarse un poco, ambos países caerán inevitablemente en la misma situación que Portugal”, advirtió, para alertar después que la reciente reestructuración de la deuda pública griega, que incluyó una significativa quita sobre el pasivo nominal, “no será, con toda seguridad, la última”. “La desagradable realidad es que a pesar de los muchos paquetes de ayuda, Grecia continuará sobre un montón de deudas que a la larga no podrá saldar. Aunque no cuento con ello en breve, lo único que puede ayudar aquí es otra quita. Me temo que finalmente los inversores tendrán que aceptar pérdidas de hasta el 95 %”, dijo. Esto implicaría que los bancos acreedores del pasivo egeo, mayoritariamente galos y germanos, aceptarían finalmente perder prácticamente la totalidad de sus inversiones en papeles de ese origen, como contribución al propósito político de evitar calamidades de mayor alcance y consecuencias.

La calificadora también reflexionó sobre la fortaleza económica de la economía europea más grande, interrogando “qué Estado tiene la capacidad todavía de hacerse responsable de las pérdidas del sur de Europa”. “No creerá [usted] realmente que Alemania se salva. Serán los contribuyentes alemanes los que finalmente tendrán que pagar, de eso estoy seguro. Y con semejante carga, es imposible que Alemania mantenga la mejor nota”, sentenció, augurando para este país la pérdida del grado inversor, consignó la agencia española de noticias Efe.

Peor el remedio

Casi simultáneamente, la titular del FMI, la francesa Christine Lagarde, admitió que la bancarrota definitiva y formal de Grecia es una posibilidad cierta, por lo cual también lo es que el país balcánico abandone la zona monetaria común y la propia UE, según declaró en una entrevista concedida a la cadena informativa estadounidense CBS. “Aún queda medicina por tomar, y eso es lo que sucede en la mayoría de Estados del sur de la eurozona, más Irlanda”, expresó la ejecutiva.

La entrevista fue con el popular programa periodístico 60 minutos (cuyo conductor, Mike Wallace, falleció ayer), en el que además interviene el ministro germano de Finanzas, Wolfgang Schäuble, según quien Alemania fue convertido por la prensa griega en “el chivo expiatorio” del capítulo europeo de la crisis. Schäuble amplió el aserto interpretando el origen de la antipatía que despiertan los políticos alemanes en las calles griegas, que reflejan el rechazo a los ajustes del gasto público. “Es siempre así: cuando tienes países y personas que han estado viviendo por encima de sus posibilidades y ahora tienen que aplicar austeridad, hacer recortes y reformas en su mercado laboral, tienden a culpar a otros, buscan chivos expiatorios. Pero al mismo tiempo saben que su prosperidad es gracias a Europa”, disparó el jerarca.

Los ajustes comprometidos por Atenas a cambio de los rescates financiados por el BCE, el FMI y el Ejecutivo de la UE comprenden amplios recortes a las pasividades y los salarios, aumentos de impuestos y 150.000 despidos en el Estado. Al mismo tiempo, la deuda pública griega roza el 170% del Producto Interno Bruto.