Ayer los Institutos Normales María Stagnero de Munar y Joaquín R Sánchez celebraron 130 años de la fundación de la educación para maestros. Los festejos tuvieron lugar en la Intendencia de Montevideo.

Quince minutos antes de las 18.00, hora pautada para el inicio, cuando comenzaron a llegar los primeros invitados, funcionarios de magisterio todavía estaban en preparativos. Recortaban carteles y acomodaban afiches y documentación histórica que fue exhibida durante la ceremonia. El Primer Libro del Internato de Señoritas era uno de los principales atractivos en una de las vitrinas. Allí se leía que el 15 de mayo de 1882, Luisa, una joven de 20 años oriunda de Soriano, había sido la primera en ingresar a la institución. Los archivólogos y responsables del archivo de Magisterio, José Basilio y Graciela Sobrino, explicaban con gran entusiasmo la información que se podía apreciar en el texto mientras terminaban de organizar la muestra.

Además de los nombres y la edad de cada una de las chicas, que iban de los 13 a los 20 años, se leía el nombre y lugar de origen de los progenitores, y en qué se desempeñaba el padre. En su mayoría tenían formación; había estancieros, abogados, militares, conductores de diligencias y labradores, entre otros. El libro registra además el nombre de la persona encargada de la estudiante durante su estadía en el internato y la fecha de egreso.

Entre ambos hicieron un raconto histórico, destacando el legado de José Pedro Varela en su hermano Jacobo Varela, quien fue responsable de crear la institución para señoritas para impulsar la formación en la campaña e instalar la instrucción de maestros y al mismo tiempo la enseñanza gratuita. Más adelante, en 1891 se fundó el Interinato de Varones, que posteriormente fue absorbido por el de mujeres.

Alguien tiene que hacerlo

Pocos fueron los estudiantes de magisterio que concurrieron a la celebración. Unas estudiantes de primer año explicaron, en conversación con la diaria, que más allá de la crisis que atraviesa la educación y la reducción de maestros en la matrícula, “vale la pena” formarse en magisterio. Daniela, por ejemplo, quien a sus 29 años optó por darle prioridad al estudio, sostuvo que antes de escuchar lo negativo, “hay que hacer la experiencia personal, no hay que dejarse llevar por los conceptos y las experiencias que otros tuvieron; hay que vivirlo y ahí elegir, no elegir a partir de lo que dicen los demás”. Sostuvo que al compartir cinco horas, los maestros pasan a ser parte del entorno del niño, y “de repente sos el único factor favorable del día”. Consultada sobre si no quedan cortas las cinco horas diarias, Julia, de 23 años, comentó: “son las horas más lúcidas donde lo agarrás al niño” porque cuando llega a su casa se dedica a hacer otras cosas, y en ese lapso de tiempo “hay que motivarlo para que sienta que ése es su espacio”.

Viviana, también estudiante, destacó que si se sigue reparando en los prejuicios y en lo difícil que es trabajar con niños, “si todos nos lavamos las manos, si nos quejamos, si nadie hace nada para ayudarlos, no vamos a llegar a ningún lado”. “Está claro que nosotros hacemos la carrera por vocación, pero si nadie más ayuda ¿en qué va a quedar la cosa?. Todos hablando y hablando y nadie haciendo nada...”.

El festejo de aniversario fue a pocas horas de un encuentro que mantendrán hoy integrantes del Centro de Estudiantes de Magisterio con autoridades del Consejo de Formación Docente. Desde la semana pasada, se movilizan por diferencias con la dirección del centro. La directora de Magisterio, Cristina Hernández, prefirió no manifestarse al respecto.