A finales de julio, ASSE, el Programa Nacional de Discapacidad dependiente del Ministerio de Desarrollo Social, la Intendencia de Montevideo y la Federación Nacional de Sordos del Uruguay firmaron un acuerdo que posibilita el funcionamiento de la unidad de atención a personas sordas en lengua de señas uruguaya, que toma como modelo una experiencia francesa. La iniciativa, que es ejecutada por el Centro de Investigación y Desarrollo para la Persona Sorda, funciona en el centro de Montevideo, en Uruguay y Arenal Grande, lo que facilita la llegada de pacientes de distintos puntos de la ciudad y del país.

El equipo está conformado por una médica, dos psicólogas, tres intérpretes de lengua de señas, una trabajadora social y cuatro mediadoras. Estas últimas tienen un rol especial en la consulta puesto que también son personas sordas; mediante su presencia se busca generar una relación de empatía con quien consulta, para acortar la distancia entre el médico, el intérprete y el usuario.

En una de las mañanas de trabajo, parte del equipo recibió a la diaria. La doctora Elisa Lambiasse detalló el rol de las mediadoras: “El sordo es muy desconfiado, siempre piensa que lo están por embromar o que le están restando información, porque en realidad ha pasado eso en la historia de la persona sorda. En este contexto ellas están para ayudarnos a nosotras a terminar de explicarle a la persona sorda lo que pasa”, agregó.

Al respecto, la traductora de lengua de señas Claudia Irigoyen explicó: “El mediador sordo tiene una misma identidad que lo acerca de otra forma que yo como intérprete no puedo lograr. No puedo aconsejar, no puedo dar mi opinión en la consulta, pero ellas, que son mediadoras, están más cerca porque están dentro de la misma comunidad del sordo”. Ximena Romero, una de las mediadoras, redondeó la idea señalando que ayudan a explicar más y al hacerlo “tranquilizan a la persona, porque se siente identificada con nosotras”.

Invisible

Muchas son las áreas en que las personas sordas se ven en desventaja por el simple hecho de tener dificultades para comunicarse y para comprender lo que se les dice mediante el lenguaje oral. El abuso de poder que sufrió un ciudadano sordo de Rocha el sábado, por parte de dos policías, es ejemplo de ello. Según informó Radio Montecarlo, dos funcionarios policiales abordaron a una persona a la que le hicieron preguntas y al no recibir una respuesta la golpearon hasta que se dieron cuenta de que era sorda. Ambos policías fueron procesados con prisión por el hecho.

En el caso de la salud las dificultades son constantes. “Todos los pacientes están en situación de inferioridad y los sordos un poco más aún”, afirmó Lambiasse. Asimismo, remarcó que si bien las personas con distintas discapacidades están en inferioridad, en las personas sordas las dificultades se incrementan porque “la sordera es una discapacidad más invisible” y no se tienen en cuenta algunas consideraciones.

Nadia Tamborindeguy, también mediadora, dijo, intérprete mediante, que la mayoría de las personas los discrimina al no aceptar que tienen un lenguaje propio, el de las señas. “Las personas no sordas piensan que somos una especie de monos cuando hacemos señas, es algo que llama la atención porque piensan que no sabemos hablar”.

Algunas de las claves que consideraron al momento de mejorar la comunicación entre una persona que desconoce el lenguaje de señas y una sorda, tienen que ver con que la primera debe hablarle en forma pausada a la segunda, en todo momento se le tiene que mirar a la cara, nunca se le debe dar la espalda y no se le debe gritar. “No queremos que todo el mundo hable lengua de señas porque no todo el mundo habla inglés, no todo el mundo habla chino y no todos hablamos el mismo español, pero de repente sí poder llegar a preguntar ‘qué precisás, qué te pasa o a dónde querés ir’. No decir ‘es sorda’ y empezar a gritar o pensar ‘ah, pobre, es sorda, es retrasada’. En realidad, es sorda, es diferente”, resumió Lambiasse.

Tanto Romero como Tamborindeguy señalaron que además de las limitaciones que se registran en el ámbito de la salud están las que se dan en el mundo laboral y en el educativo, aunque en éste es cada vez más frecuente la presencia de la figura del intérprete. “Conseguir trabajo es otra realidad muy difícil. Los sordos necesitamos trabajar pero en la mayoría de los lugares no nos aceptan”, comentó Tamborindeguy, quien mandó su currículum a 25 empresas y la única vez que la llamaron cancelaron la entrevista al enterarse de que es hipoacústica.

Registro

María Ortega, quien también integra el equipo de trabajo, reparó en la importancia de la unidad de atención pues permitirá generar una base de datos y el registro de historias. “No sabemos cuántos sordos hay en Uruguay, cuántos de esos sordos hablan en lengua de señas, cuántos tienen contacto con otros sordos o si tienen un seguimiento de salud. Al hacer un abordaje integral tratamos de recabar ciertos datos que sirvan para poder hacer políticas sociales con datos más concretos”, puntualizó. Según el último censo nacional, hay unas 30.000 personas sordas en Uruguay, pero la información no discrimina si son adultos que perdieron su audición, si se trata de ciudadanos que nunca escucharon o si, por ejemplo, escuchaban pero sufrieron un accidente.

Las consultas efectuadas hasta el momento, que tienen lugar los lunes de tarde y los jueves de mañana, superaron ampliamente las expectativas de los integrantes del equipo técnico. Incluso hay usuarios de la salud privada que manifestaron interés en la iniciativa. “Llevamos más de 20, lo que supera todo lo pensado”, resumieron. El cálculo inicial era de 100 usuarios consultando al año.