Hace por lo menos tres años que Mantega se refiere al concepto de “guerra de monedas” para explicar cómo el manejo de la política monetaria y las paridades cambiarias, priorizadas en estos años como mecanismos de defensa comercial ante la caída de la demanda, perjudica la producción y entorpece la recuperación. Lo ha planteado con relación a la depreciación del yuan chino, pero cada vez más respecto de las expansiones monetarias de EEUU y la UE hacia el mundo emergente, en busca de una combinación de rentabilidad y seguridad inexistente en esas áreas.
El aludido aluvión de divisas a plazas como Brasil (y también Uruguay) sigue deprimiendo el valor de mercado del dólar en éstas, provocándose un encarecimiento de las monedas locales que perjudica la producción exportable. Ésta debe realizarse con costos domésticos más elevados -porque los paga con la moneda apreciada- y luego reporta menos dólares por unidad vendida, dado que éstas son liquidadas por cada banco central a un dólar que reporta menos pesos.
En definitiva, la expansión financiera y monetaria de aquellas regiones centrales del sistema económico mundial, con EEUU emitiendo moneda, oficia como mecanismo de protección de esos mercados, cuyas producciones se benefician en sentido inverso. Allí, como la abundancia de los valores de cambio sigue depreciando sus cotizaciones, se encarece la importación, por la que deben pagarse más unidades de esas divisas y se abarata la exportación, porque se produce con monedas domésticas más desvalorizadas.
Frente a la aplicación de esas políticas, orientadas a mitigar los efectos de la crisis en aquellas áreas aún centrales, los gobiernos de los países emergentes a los que llega la marea de divisas disponen cursos de acción similares, pero de signo inverso. Esta dinámica viene retroalimentándose desde 2009 y anuncia la agudización inminente de ciertos conflictos comerciales que jalonan el reordenamiento en curso de las relaciones económicas y políticas mundiales. Fue sobre esto que Mantega volvió a hablar el martes.
Anochecer de un día
El conductor de la economía brasileña lo hizo acompañado por su colega galo, Pierre Moscovici, quien debió recibir en directo el reclamo de su invitado a las economías centrales en torno al tema y al manejo europeo de su propia crisis, reclamo de tono claramente crítico. El francés, no obstante, reconoció legitimidad a las demandas de su par, lo que puede valorarse como significativo al considerar que Francia y Brasil firmaron hace tres años acuerdos multimillonarios en dólares para fabricar, en principio, submarinos militares y nucleares para el gigante sudamericano. Se trata de un paquete estratégico que Washington evaluó negativamente y que incluye transferencia total de París a Brasilia de la tecnología correspondiente a las unidades en construcción.
Además, los acuerdos prevén ampliar la operación a la construcción y entrega de aviones caza. Al mismo tiempo, en el marco de su economía estabilizada pero estancada, el Banco Central estadounidense (Fed) anunció el mes pasado que dispondrá en breve medidas para reactivar el alicaído mercado inmobiliario. Este sector es capaz de incidir sobre varios otros de la economía y está directamente relacionado a la planificación de largo plazo de las familias, en un país donde el consumo representa 70% del Producto Interno Bruto (PIB).
Para incentivar la industria del ladrillo, la Fed verterá al mercado todos los meses 40.000 millones de dólares para adquirir títulos de deuda respaldados por hipotecas inmobiliarias, buscando así la valorización de éstas en simultáneo a la provisión de liquidez. Es decir, “el tsunami” monetario -según la definición de la presidenta norteña, Dilma Rousseff- con que EEUU y la UE se proyectan sobre países como Brasil, será más alto y potente.
De ahí que Mantega utilizara una visita a Moscovici en París para reiterar ante la prensa internacional cuál es la situación de su país y que recordara el alcance de sus objetivos. Dijo que la nueva ronda de estímulo monetario en EEUU creará muchos problemas a los emergentes, por lo que el gobierno que integra tomará medidas para evitar que el real se aprecie aún más. “No creo que [el nuevo alivio monetario] resuelva muchos problemas para EEUU, pero provocará muchos problemas para los países emergentes”. Brasil es uno de los gobiernos más críticos con las orientaciones monetarias de la Fed.
“Continuaremos tomando medidas para mantener al real devaluado”, anunció también, pero reservándose el dato de cuán depreciada mantendrá Brasil su moneda. Por su parte, Moscovici aseguró entender la preocupación de su colega, pero abogó por abordar esas tensiones en el marco de las instituciones globales y el G20, según informó Reuters. Por la suya, el brasileño recordó que la debilidad del dólar provocada por la acción de la Fed no sólo afecta a las exportaciones sino que reduce el valor de las reservas en dólares de su país.
Ya nada es igual
Pero Mantega dio un paso más y recomendó a Washington que para revitalizar el mercado inmobiliario estadounidense se enfoque en la política fiscal más que en la monetaria. “Sé que tienen problemas políticos en este momento y puede que después de las elecciones [presidenciales de noviembre] vayan a cambiar de estrategia”, observó.
Moscovici, a su turno, si bien mantuvo la posición de que el asunto se analice “en los foros multilaterales”, coincidió en que las cosas podrían cambiar tras las elecciones en EEUU. Sin embargo, el ministro brasileño también disparó contra los gobernantes europeos, a quienes reclamó “actuar más rápidamente” para frenar la crisis y evitar que sus efectos sigan desparramándose por el mundo. “Hay que organizar la supervisión bancaria lo más rápidamente posible para que el mecanismo funcione”, con una recapitalización directa de los bancos en dificultades mediante los fondos de rescate de la eurozona. “Esperamos que esos problemas sean resueltos” más temprano que tarde y que el dinero llegue a España y a los países que lo necesitan”. Fundamentó su imperativo en el hecho de que esas dificultades “impiden avanzar en el tema del crecimiento”.
Las relaciones internacionales cambian vertiginosamente y este proceso se desarrolla cada día que la crisis avanza y los principales centros no se muestran capaces de revertirla. “Sabemos que debemos progresar en la supervisión bancaria”, así como también “en la aplicación de un verdadero programa de crecimiento para Europa”, admitió el anfitrión, quien buscó la forma de congeniar conceptualmente con las enérgicas declaraciones de Mantega en suelo europeo. “Europa está empezando a ver la luz al final del túnel. La recobrada confianza de los mercados también quiere decir que la fase de aguda inquietud está quedando atrás”, aseveró el galo, según consignó la agencia AFP.