A pesar del tiempo amenazador, de a poco llegaron más valientes, entre ellos niños de la mano de sus padres con la ilusión de ver las cabras del Pagro. Allí, entre otras cosas, funciona un tambo caprino y la primera planta pasteurizadora de leche de cabra autorizada en Montevideo.
Tres vehículos estaban disponibles para el traslado: dos ómnibus y una camioneta. Al llegar al parque la llovizna fue más intensa, lo que provocó que el ingeniero agrónomo y técnico de Montevideo Rural, Carlos Russi, convocara al grupo a ingresar a la sala principal del establecimiento. Un cartel hecho en cartulina naranja indicaba que allí además funciona el ciclo básico Tecnológico Agrario del Consejo de Educación Técnico Profesional (CETP, ex UTU). En una de las paredes había pegado un papel con un croquis dibujado a mano que detallaba las ubicaciones de las distintas plantaciones existentes en el predio.
El técnico contó que la producción se realiza en forma agroecológica, es decir, sin aplicar fertilizantes químicos ni pesticidas. “El trabajo es totalmente natural, respetuoso de los recursos naturales y de la gente, tanto por parte de los que trabajan acá como después por los consumidores de los productos, que son completamente sanos, sin agregados”, agregó.
En la cancha
Luego de varios minutos bajo techo, la lluvia cesó y rápidamente Russi, quien hizo de guía, decidió comenzar la recorrida a pie. Ésta se inició a modo de pelotón, pero a medida que se avanzaba en el trayecto, principalmente los adultos mayores iban quedando por el camino, mientras conversaban entre ellos. Los más pequeños iban en los hombros de sus padres, disfrutando el paseo desde lo alto. “¿Y las cabras?”, le preguntó con entusiasmo una nena a su madre, mientras Russi explicaba brevemente la historia del Pagro.
El establecimiento se encuentra en la zona rural del barrio Colón y cuenta con un total de 40 hectáreas. Parte del predio está conformado por el ex Instituto Hanseniano, cedido a la IM por el Ministerio de Salud Pública, junto con otro espacio otorgado por el Ministerio de Defensa Nacional.
El lugar funciona como un espacio abierto a iniciativas de la gente; “todos los productores que tengan interés en hacer algo y que por algún motivo en su vivienda no lo pueden hacer, pueden venir acá”, señaló el especialista, invitando a los presentes. También indicó que se han hecho jornadas de manejo orgánico de cultivos y pasturas con gran aceptación en la gente.
Con el cantar de los pájaros como música de fondo y atravesando el pasto húmedo, un tanto crecido en algunos caminos, se siguió avanzando hasta llegar a una huerta de boniatos, zapallos y maíz. El ingeniero contó que allí desarrollan tareas de producción hortícola mujeres que se encuentran en el Centro Metropolitano de Rehabilitación Femenina. “Las reclusas que pueden salir hacen trabajos en el Pagro y aprenden determinados rubros que les pueden servir para el día que salgan”, explicó. Además, aseguró que ninguna tenía idea de en qué consistía la actividad agropecuaria y que, de acuerdo a sus intereses, algunas se dedican a la parte hortícola, la producción animal o a la elaboración de conservas.
Frente a la huerta, al otro lado del camino, se encontraban los vestigios de dos invernáculos, que según señaló Russi tiempo atrás se crearon en el marco de un taller para aprender a construirlos.
La caminata continuó un tramo más; el momento más esperado por los chicos había llegado: se presentó la sala de ordeñe y el establo donde duermen las cabras. Por el día lluvioso no pudieron sacarlas a pastorear porque es un animal muy sensible al frío y a la humedad. Algunos niños fascinados lograron alimentarlas con algún yuyo de los alrededores.
Frente al establo y próximo a la planta pasteurizadora había un puesto de venta de frutas y verduras perteneciente al grupo Varzi. Uno de sus miembros, Omar Solari, indicó que son productores de la zona cercana al Pagro y que por falta de espacio en su terreno solicitaron un lugar allí. Destacó que todos los productos son orgánicos y están certificados. Para sorpresa de muchos, vendían tomates cherry de color amarillo, lo que causó curiosidad. “¿Y eso cómo se comerá?”, manifestó en voz alta un veterano refiriéndose a los atados de ciboulette, interrogante que derivó en una serie de indicaciones no sólo por parte de los productores sino también de algunos concurrentes.
La recorrida prosiguió en ómnibus, el viaje hasta la estancia turística La Macarena fue corto y en el camino se observaban grandes cantidades de frutales. El dueño del establecimiento invitó a una caminata por el lugar mientras reseñaba su historia.
Más paseos de este estilo se volverán a llevar a cabo el tercer sábado de cada mes, en forma gratuita y con inscripción previa en la Unidad Montevideo Rural.