Cuadros que muestran trabajo con texturas y color, bancos de madera que se transforman en mesas, sillas y armarios, panes y tortas decoradas, juegos que se accionan con electricidad y una peluquería ambulante. Todos espacios creados en el hall del Museo Pedagógico en Montevideo, que hasta mañana a las 12.00 permanecerá abierto para que el público visite la exposición “Crear Recreando”. Estos trabajos son producto de lo realizado por jóvenes de entre 15 y 18 años que participan en los Talleres de Capacitación Laboral del Instituto del Uruguay del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) en el marco de la Semana de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes. Hay talleres de Electricidad, Carpintería, Informática, Belleza y Peluquería, Gastronomía, Panadería, Repostería, Arte y expresión y Falso Vitraux.

La inauguración fue el martes a las 17.00. El nerviosismo se tradujo en pasos apurados, comida para el catering que va y viene, aprontes y últimos retoques para habilitar la muestra.

Estar ahí

Sebastián, de 17 años, se acerca. Vive en el hogar Medio Camino del INAU. Hace unos minutos, la profesora de expresión artística, Mili, destacó su trabajo. Hace cuatro años que participa en el taller y ha hecho varias piezas que hoy se exhiben allí a la vista de los curiosos. Él destaca una camiseta que tiene un trabajo en la técnica découpage. Riguroso y prolijo.

“Hay que comprar la remera; poner el líquido, centrarla. Poner la imagen y ver hasta cuándo se pasa el líquido, sacar la lámina, esperar 24 horas y poner la lámina otra vez y con una plancha caliente pasarla por encima”, explica. Dice que no sabe por qué eligió esa figura que muestra una rueda en colores, pero sí sabe que le quedó muy bien. “La vendería en 500 pesos”, dice, pero en realidad aclara que no la hizo pensando en eso, sino porque le gusta mucho estar en el taller y reconoce que se adaptó rápidamente.

Unos pasos más adelante está Serenela, de 17 años, sentada, afirmada a una mesa entre esmaltes de colores y limas, tratando de afinar el pulso todo lo que puede para pintarle sobre las uñas unas margaritas blancas y negras a una señora que aparenta recibir el tratamiento con paciencia. Ella vive en un hogar del INAU y hace un año cursa el taller de Belleza y Peluquería. Cuenta que sabe hacer brushings, lavados, pero lo más complejo es, sin dudas, hacer las manos. “Hay que tener mucho pulso, mucha concentración”, dice y reconoce: “Es lo más difícil que aprendí”.

Sobre su futuro cercano, asegura que le gustaría trabajar en una peluquería y perfeccionar lo que aprendió. Sobre la muestra, dice que le parece interesante que otros vean lo que ellos hacen.

La población que asiste a los talleres vive en centros del INAU o participan en clubes de niños o centros juveniles en convenio con la institución en diferentes barrios. El único requisito de ingreso es haber culminado los estudios de educación primaria. “Participan jóvenes que presentan extraedad o han tenido algún problema con el curso de educación formal en alguna institución educativa. Luego de asistir a los talleres, se habilitan para continuar en Áreas Pedagógicas, donde completan ciclo básico (de 1º a 3º de liceo). Allí la modalidad es trabajar en grupos pequeños, personalizados. Tratamos de orientarlos para que sigan en el ámbito formal. Vienen muchos jóvenes que tienen algún problema psiquiátrico. Algunos vienen de los centros de Apoyo Pedagógico Infantil. Acá se hacen trabajos que los habilitan para tomar otros caminos que pensaban que no podrían transitar”, cuentan a la diaria las docentes Mili, de Arte y Expresión y Graciela Dapueto, encargada del taller de Falso Vitraux. Ambas tienen más de 25 años de trabajo en el INAU y reconocen que se pone mucho esfuerzo en cada proceso que se acompaña. Además, sus rostros transmita en la satisfacción de poder mostrar lo tangible de ese proceso, apenas un producto elaborado. Acaso sin apenas.

En una mesa al fondo se ven panes, bizcochos, tortas decoradas, budines. Se acerca Nidia, la profesora del taller de Panadería y Repostería, y antes de explicar en qué consiste la experiencia, dice que todo lo que está allí es de utilería, porque dado que la muestra durará varios días no era posible conservar frescos los productos. Por eso, “le agregamos sal a la masa con anticipación”. “Ellos muestran la decoración”, aclara y, ahora sí, explica: “Mi taller apunta a lo laboral. De hecho hay gente que ya está trabajando.

El curso dura un año y tengo tres grupos con 29 adolescentes. Esto es un enriquecimiento personal. Hay muchachos que no pueden llegar a la meta que ponemos, pero esto es una experiencia que puede darles la posibilidad de acceder a otros talleres o reinsertarse en la educación”, cuenta Nidia.

“El taller de Mili es más expresivo”, dice y le pasa la posta. “Trabajamos con pátinas, hacemos reciclaje, usamos una técnica de sublimación sobre superficies rígidas en madera o azulejos llamada découpage, trabajamos con materiales no estructurados y adherimos en forma de collage. Los materiales los aporta el INAU”, explica Mili, y comenta: “Se trata de talleres habilitadores. Muchas veces llegan los jóvenes con la estima tan baja que piensan que no podrán con esto. Ellos van encontrando su lugar, que los habilita a animarse a continuar en el estudio”.

Víctor González, docente de Electricidad en la Universidad del Trabajo de Uruguay (UTU) de Arroyo Seco, muestra una casa que crearon los alumnos que, de acuerdo a cómo se manipulen los comandos, se prende o apaga con luces led. “Tiene todos los elementos de protección”, aclara. Su taller reúne a cinco alumnos menores de 18 años que asisten para obtener los conocimientos básicos sobre la materia.

El más requerido de la tarde es Richard Rodríguez, profesor del taller de Cocina, que está a cargo del catering que se consumirá en la presentación y que debe ser distribuido en tiempo y forma. Algunas muchachas pasan por detrás de él cargando bandejas que muestran pebetes y jesuitas, y le requieren su atención para saber qué hacer con todo eso. Cuenta que tiene nueve alumnos de 15 a 17 años y que trabaja como docente desde hace diez. Eligió dar clases en el INAU aunque es docente de la Administración Nacional de Educación Pública, aclara. Además, da cursos en la escuela especial Nº 207.

La directora de la División y Educación del INAU, maestra Marisa González, de quien depende la gestión de los talleres desde 2011, cuenta que son más de 180 adolescentes los que concurren. Cuenta que este año firmaron un convenio que incluye dos experiencias de Formación Profesional Básica (FPB) de UTU en Informática y Electricidad. “El FPB trae materias adicionales que tienen que adentrarse con historias bien distintas, donde tienen que medir sus posibilidades. Es un proceso y lo hacen con el acompañamiento de docentes y de la adscripta, que es un referente. El muchacho vuelve a la trayectoria educativa, vuelve a ver que puede y que está dentro de sus posibilidades hacer un trayecto educativo con mayor complejidad”, dice González. Además, comenta que ya existe una proyección para 2014 con el objetivo de ampliar la matrícula y extender la experiencia a otros departamentos del país. También cuenta que han solicitado el apoyo de una maestra en el proceso de acompañamiento educativo que refuerce el equipo. “A veces se ven lecturas silábicas, no conocen las medidas de capacidad, cálculos elementales. Por eso necesitamos refuerzo en el equipo desde allí”, sostuvo la directora.

Otra novedad es que el 12 de diciembre la muestra volverá a exponerse en la residencia de Suárez y Reyes, donde 130 adolescentes participarán en un almuerzo junto al presidente de la República.