Las playas han cambiado en los últimos años a lo largo de la costa uruguaya. A simple vista el efecto es notorio en algunas zonas: desaparecen los médanos, la arena está constantemente húmeda, las dunas se erosionan, se pierden tramos de rambla y algunas construcciones apenas sobreviven. Una imagen nada alentadora, mucho menos si se piensa que de ese lugar depende gran parte del turismo. Algunas acciones simples -como la construcción de cercas captoras de arena acompañadas de una mejora en la gestión de las playas- pueden detener este proceso e incluso revertirlo. Una experiencia exitosa en La Paloma y La Pedrera muestra cómo esto es posible, mientras que en San José se está realizando un proyecto similar con buenos resultados.
Hace varias décadas el territorio costero fue forestado para su potencial uso y desde ese entonces comenzó a poblarse. Se construyeron balnearios y ciudades sin planes de ordenamiento territorial, al tiempo que se promovía intensamente el turismo. Era de esperarse que en algún momento los efectos de tal crecimiento fueran a impactar en las playas que iban quedándose sin médanos y arena seca, sumamente necesarios para amortiguar los embates de los temporales sobre la costa. Según dejan claro los expertos, y lo advirtió recientemente el coordinador de la Unidad de Cambio Climático, Luis Santos: para mitigar los efectos de la variabilidad del clima sobre la costa es necesario que las playas estén en condiciones para hacerle frente.
Con ese cometido es que se creó el proyecto de recuperación dunar Acción Costera, que llevó a cabo el municipio de La Paloma en Rocha junto con las organizaciones sociales Luna Nueva, SOS La Paloma y el Club de La Pedrera, que cuentan con experiencia en conservación de costas y educación ambiental. La iniciativa comenzó en marzo de 2012 y cuenta con fondos de la Unión Europea y del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Las autoridades del Municipio de La Paloma y el equipo del proyecto presentaron esta experiencia y evaluaron sus resultados.
Matías Medeiros, técnico integrante del equipo de Acción Costera, explicó a la diaria que “una de las prioridades de este municipio ha sido la conservación de las playas, teniendo en cuenta que son el principal dinamizador económico del departamento por el ingreso de turismo”.
El Municipio de La Paloma tiene 40 kilómetros de costa, de los cuales 12 son de uso público. Concretamente se trabajó en cuatro kilómetros, en playas que se veían deterioradas: La Serena, la Balconada, Anaconda, El Desplayado y El Barco de La Pedrera.
Medeiros explicó que uno de los problemas clave es la impermeabilización del suelo. “A medida que se abren calles y hay más construcciones, el agua de lluvia que antes caía en la tierra ahora va hacia la playa en torrentes, escurre sobre la superficie e impacta con más fuerza sobre la zona costera. Como consecuencia del cambio climático tenemos mayor variabilidad de lluvias, y al tener una zona más impermeable, el agua roba cada vez más arena de la playa”. Otro tema es el saneamiento filtrante, es decir, los pozos negros que filtran las aguas residuales a la napa freática, que aumenta su nivel. “En La Paloma y La Pedrera viven 5.000 personas, pero en temporada vienen entre 50.000 y 60.000, muchísima gente que tira mucho más agua, lo que eleva la napa, y esas aguas residuales afloran en la playa, como en el caso de Anaconda”, señaló. Otra problemática, según el técnico, es el tránsito de personas y vehículos sobre la playa cuando aún está sana.
Granito a granito
Entre las intervenciones que se realizaron se destaca la de regeneración dunar. “Es una medida que ensayamos en La Paloma y que se fue trasladando hacia otras zonas costeras, por la innovación que genera”, dijo Medeiros. Consiste en utilizar el reciclaje de podas de árboles y con ellos crear cercas captoras que se instalan paralelas a la costa sobre la arena, cerca del sistema dunar, y que se atan con hilo sisal. De esta forma se va acumulando arena entre las ramas y también crecen especies. “Se mejora el perfil de la playa para que, con el ecosistema mismo, se vayan regenerando las dunas”, agregó.
En las playas más deterioradas se hicieron aportes de arena que permiten generar dunas. “Se utilizó arena que ha sido dragada del puerto de La Paloma y que queda en el recinto portuario. Es una arena que está limpia y seca”, explicó el técnico.
Otra de las medidas tomadas fue la de mitigación de erosión. “Son miles de personas que van a la playa en verano, y al transitar sobre las dunas generan una erosión que luego con el viento va robando arena. El agua va tomando curso por allí y sigue erosionando; es un círculo que no se detiene. Se construyeron rampas de acceso, diseñadas para ordenar por dónde acceder a la playa”, explicó.
También se plantaron especies nativas para la recuperación costera. “Se realizaron plantaciones en los matorrales costeros, que protegen de los vientos a la zona del territorio y funcionan de sostén de las dunas, y en la zona de bañados, que ayudan a amortiguar las aguas que escurren del territorio; y se plantaron especies dunares, que lo que hacen es retener la arena en las dunas”, señaló. Según dijo, el Municipio de La Paloma trata de generar un vivero de estas especies. “Se necesitan muchísimas más especies. Hay que pensar estratégicamente de aquí hacia adelante, no sólo en cómo recargamos de arena la playa y generamos la infraestructura adecuada para que no se erosione, sino también en cómo mantenemos el parque costero. Lo bueno es que en el municipio esa capacidad quedó instalada, quedó gente sabiendo reproducir las especies y cómo plantarlas”, explicó.
Por otra parte se realizó un reordenamiento vehicular para el acceso a la playa. En las distintas actividades participó la comunidad de esas zonas, la escuela de La Pedrera y cuadrillas del programa Uruguay Trabaja del Ministerio de Desarrollo Social.
Haciendo números
“Cuando trabajamos en gestión de playas la asociación inmediata es que estamos tratando temas de ecología o medio ambiente, y todavía no asociamos del todo el beneficio económico. Trabajamos en desarrollo, en tener disponible el principal recurso que cosechan las empresas y los trabajadores en turismo”, señaló Medeiros. “Al tener una costa con mucha arena, con un sistema de dunas sano, donde hay una pendiente, la ola golpea, baja lentamente y filtra en la arena; eso amortigua la energía del mar. Cuando no tenemos eso, lo que sucede es que se empiezan a generar barrancos, procesos erosivos avanzados, se empiezan a caer la rambla y las casas, afecta a la infraestructura. Arreglar eso supone una inversión de millones de dólares”, explicó.
El proyecto, que duró dos años, costó 300.000 dólares. Según se calculó, se generaron 10.000 metros cúbicos de arena.
Y al oeste también
La experiencia del Municipio de La Paloma fue replicada en otras zonas por la Unidad de Cambio Climático del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, que a su vez colabora y respalda técnicamente a Acción Costera.
Uno de los proyectos que llevó a cabo fue en Kiyú, San José, donde se están recuperando 2,5 kilómetros de playas. Este balneario recibe por fin de semana durante la temporada alrededor de 14.000 visitantes. Se trata de una zona de barrancas donde en su momento, hace unos 30 años, existieron médanos, tal como lo recuerdan los vecinos y lo registran las fotos de esa época. Durante un recorrido por esta zona, Inti Carro, técnico en recuperación costera de la Unidad de Cambio Climático, explicó que la intervención consiste en una cerca captora de 50 centímetros con ramas de eucaliptos y otras especies, autotrabadas entre sí, algo muy similar a lo realizado en La Paloma. Esto comenzó a construirse en mayo y en pocos meses ya se recuperaron casi 2.000 metros cúbicos de arena. En este proyecto se invirtieron 10.000 dólares provenientes de la Unidad de Cambio Climático y 5.000 más financiados por el programa Enfoque Territorial del Cambio Climático (TACC, por su sigla en inglés).
“La cerca captora es la primera medida; después de eso tenemos que pensar qué pasa cuando llueve y escurre agua desde arriba. Para evitarlo metemos otro capítulo de medidas, que es el manejo sustentable de pluviales. Ahí definimos algunos puntos de ingreso para el agua, que antes escurría por toda la barranca y la lavaba toda. El agua que antes entraba por el parador [que está desde hace muchos años en la zona] y comía su base [estuvo a punto de derrumbarse durante el temporal de 2012], ahora se saca hacia algunos puntos donde hay más arena, entonces el efecto erosivo es menor. Además se está buscando cambiar la pendiente de la calle del camping para que no caiga el agua directamente hacia la playa”, explicó Carro. Por otra parte, se está sustituyendo de a poco el parque de eucaliptos que rodea la costa por especies nativas más convenientes. “Ese paquete de medidas es relativamente sencillo y económico”.