Los padres de las criaturas son un equipo de científicos de la fundación del Instituto de Reproducción Animal Uruguay (Fundación IRAUy) y el Instituto Pasteur de Montevideo, que buscaban este resultado desde hacía cuatro años; contaron con financiación de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación y el apoyo de empresas como Union Agriculture Group, Laboratorio Syntex y Fundación Zonamérica.

La finalidad no es obtener animales de colores; ésa sólo es una forma simple de comprobar que la técnica fue desarrollada correctamente. El principal campo de aplicación está relacionado con la biomedicina: “A través de animales transgénicos es posible producir proteínas de interés farmacéutico”, explicó Alejo Menchaca, presidente de la fundación.

El comunicado de prensa del equipo ejemplifica que la tecnología permitirá extraer el gen responsable de la producción de insulina en el humano e incorporarlo al genoma de un embrión de oveja. De esa forma la oveja produce insulina en su leche, y luego se aísla la proteína para elaborar un medicamento para uso humano. “Es una alternativa mucho más económica frente a las formas actuales de producir medicamentos, que se hacen en laboratorios, con otras técnicas más costosas”, sostuvo Menchaca.

También se podrían desarrollar otros fármacos de alto costo, como la hormona de crecimiento, o relacionados con la coagulación, que se pueden utilizar para la hemofilia.

Menchaca agregó que el descubrimiento también hace posible fabricar medicamentos en la glándula mamaria de la oveja y extraerlos “de manera poco invasiva; ni siquiera hay que sacarle sangre ni someterla a manipulaciones más agresivas, simplemente produce leche”. En Argentina se busca lo mismo con vacas transgénicas y en Brasil con cabras genéticamente modificadas. Los científicos uruguayos prefirieron las ovejas principalmente por dos motivos: es una especie con la que IRAUy trabaja desde hace varios años, porque son “fáciles de manejar, pasan relativamente bien, no se estresan, y no requieren espacios muy amplios para que estén a cielo abierto”, y porque sobre ellas “hay menos información, es decir, hay más demanda de generar conocimiento en ovejas que en vacas o en cabras”.

El equipo afirma que los animales transgénicos también permitirán incorporar características de interés de otra especie, e incluso individuos resistentes a ciertas enfermedades, como la fiebre aftosa, la vaca loca o la gripe aviar.

La técnica

En el transcurso de estos cuatro años, los científicos lograron los primeros embriones ovinos mediante fertilización in vitro, una tecnología que no estaba disponible en el país. Ésa es una parte fundamental del proceso. Se obtienen los ovocitos de ovejas muertas en los frigoríficos o de animales vivos mediante una punción folicular. Luego, los óvulos son fecundados con espermatozoides de carneros, y en condiciones de laboratorio se crean los embriones, a los que posteriormente se les inyecta el gen de interés, que se incorpora a su ADN. En este caso se utilizó un gen proveniente de una medusa, que es lo que le da el color verde fluorescente a los corderos. Cuando esos embriones tuvieron una semana de desarrollo se transfirieron a ovejas receptoras (que no son las madres biológicas). La gestación dura cinco meses. Cada 15 días monitorearon los embriones mediante ecografías y luego de nacidos continuaron evaluando su desarrollo. Ahora tienen seis meses.

La Unidad de Animales Transgénicos y de Experimentación del Pasteur había logrado en 2009 los primeros ratones genéticamente modificados. Martina Crispo, responsable de esa unidad, aportó que “esta técnica no la teníamos todavía. Ellos [por el IRAUy] ya tenían puesta a punto toda la parte de fertilización in vitro y de transferencia de embriones en las ovejas receptoras, nosotros lo que hicimos fue el paso intermedio de generar esos embriones transgénicos y que ellos después los pudieran transferir. Para la unidad nuestra fue como una transferencia de tecnología hacia el sector más aplicado; nosotros trabajamos más en ciencia básica”.

Futuro que promete

“Es novedoso a nivel nacional e internacional porque no hay muchos ejemplos en el resto del mundo trabajando con esta especie y con esta tecnología en particular, que es un poco más moderna”, destacó Menchaca. Agregó que a nivel local implica un gran avance porque es una tecnología que no estaba disponible en Uruguay y esto abre puertas en el campo de la investigación.

Cerrada esta etapa el desafío es que la técnica sea más eficiente: “Si en el día de mañana surge interés por alguna farmacéutica, o a nivel estatal incluso, de trabajar más en profundidad con este tema, vamos a seguir haciéndolo”, proyectó. Por ahora es alentadora la formación, teniendo en cuenta por ejemplo que en el equipo participan estudiantes de grado, de maestría y de doctorado que pueden ampliar los conocimientos en esas y otras líneas. Los resultados serán difundidos en revistas científicas y probablemente en congresos.