Las cooperativas agrarias en Uruguay participan del 20% del Producto Interno Bruto agropecuario, en tanto sus pares brasileñas duplican el porcentaje y las europeas lo triplican. En consecuencia, hay “un camino muy importante de fortalecimiento” por transitar, evaluó el especialista brasileño Fabio Chaddad, docente de la Universidad de Missouri.

La disertación“Cambios adaptativos en cooperativas exitosas en países desarrollados”, que organizó el miércoles el Centro de Investigaciones Económicas (Cinve), tuvo como eje la metáfora deportiva de virar desde la actual estrategia de “defensa” a una de “ataque”. De esta manera, según se dijo, se generan cooperativas “campeonas”. La charla integró datos y experiencias de grupos económicos como CHS, CBH, Fonterra y Cooxupé. En Estados Unidos, la cooperativa CHS es la tercera empresa de exportación de granos, y tuvo ventas por 40.000 millones de dólares en 2012. La posición de liderazgo en ese país llevó al grupo a expandirse fuera de fronteras, en busca de aumentar su capacidad de proveer granos, y en la actualidad opera también en Argentina, Brasil, Ucrania, Rusia y Australia. “Es una cooperativa que compite a nivel global”, señaló Chaddad.

En Australia, la cooperativa CBH Group exporta 50% del trigo total producido en el país -el doble de lo que vende la empresa 
Cargill, una de las multinacionales más conocidas del sector alimenticio- y tiene 200 plantas de silos y cuatro terminales de exportación de granos. Según Chaddad, en 2008 CBH invirtió en molinos de trigo en Asia y el año pasado compró una red ferroviaria para el transporte de los granos, una inversión estimada en 120 millones de dólares. Actualmente, la cooperativa está en proceso de “recuperación de capital”, aseguró el expositor.

La empresa láctea Fonterra es una copropiedad de 13.000 productores neozelandeses, tiene una producción anual de 22 millones de litros de leche y controla 40% del comercio internacional del sector. Según su sitio web, la cooperativa, junto con inversionistas asociados, produce más de dos millones de toneladas de lácteos cada año y exporta 95% del total a más de 140 destinos.

Cooxupé, cooperativa de productores de café de Brasil, cuenta con 12.000 asociados pertenecientes a 200 municipios sureños, acopia 15% de la producción total y es la principal exportadora del cultivo, con más de 30 destinos. “Es la cooperativa campeona nacional de Brasil y no cuenta con subsidios”, subrayó el docente.

Jugando al Gran Bonete

La consolidación de las cooperativas es una de las claves del éxito, según el especialista. En Estados Unidos, a principios del siglo XX había 12.000 cooperativas; hoy quedan algo más de 2.000. “Se reduce el número de cooperativas con ganancias de participación de mercados tanto en la comercialización como en el suministro de insumos”, agregó Chaddad.

En latinoamérica, la participación de las cooperativas en el mercado es baja. Según el expositor, en Brasil, entre 1990 y 2010, sólo 6% de las exportaciones del agronegocio correspondió de estas organizaciones. Chaddad comentó que esa cifra es aproximadamente la misma en Argentina, Paraguay y Uruguay, y destacó que la razón de que sea tan baja es que los productores “crean valor” pero no “capturan valor”. En este sentido, el docente destacó que se requiere un cambio de estrategia de “defensa”, es decir, proteger la renta y pasar a una de “ataque”, agregando valor a la renta. En este modelo, el productor pasa de ser un usuario de las utilidades a ser un inversor, especificó.

La formación de dirigentes es también una característica de las cooperativas exitosas en el mundo. “El capital social entre asociados es un recurso competitivo que es único de las cooperativas”, aseguró el especialista. “Adaptación significa cambios de estrategia, complementados con cambios estructurales”, aseguró. El principal desafío de las cooperativas es la comunicación entre gerentes, directivos y socios, ya que “sin el apoyo de los asociados no se hace el cambio”, afirmó.

Chacrismo

El contexto nacional fue comentado por el director de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (OPYPA) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Mario Mondelli. Según dijo a la diaria, los datos del Censo Cooperativo de 2008 señalan que en Uruguay 36% de los productores pertenece a una cooperativa. La facturación de estas 126 organizaciones conocidas en ese momento ascendió a 850.000 dólares, 98% de la cual estuvo vinculada al agronegocio (67%), acopio (23%) y compra y distribución de insumos (8%). En consecuencia, “las cooperativas han tratado de acompañar el proceso de cambios en el sector, lo que ha sido un avance”, destacó.

Los cambios en la organización, en la gobernanza interna y externa, la modernización tecnológica, así como el desarrollo de estrategias en las cooperativas agrarias, las tornó “más profesionales”, destacó Mondelli. La transformación de las cooperativas que ayudó a “quebrar la rutina de trabajo e ir a buscar al socio”, al que antes se esperaba en la sede, todavía enfrenta el desafío de la capitalización, comentó. “Una cosa es crédito y otra cosa es capital de riesgo; muchas cooperativas tienen líneas de crédito abiertas y no las están usando”, enfatizó el técnico.

Según Mondelli, al modelo de la Cooperativa Nacional de Productores de Leche (Conaprole) “le tenemos que tomar un poco más de cariño”. Esta empresa es responsable de casi 60% de la facturación total del sistema cooperativo, emplea a 36% de la mano de obra del sector y cuenta con un fondo de productividad que constituye un “capital del riesgo” para el productor.

Para agregar valor al trabajo cooperativo es necesario “un proceso de consolidación”, explicó el director de OPYPA. Las dificultades para afrontar la consolidación radican en la falta de “sentido de pertenencia” de los socios y en la ausencia de valor del “capital social” en las cooperativas, argumentó Chaddad.

“Acá escuché mucho y aprendí un término nuevo: ‘chacrismo’. El ‘chacrismo’ no tiene por qué ser malo; es malo cuando no permite que la cooperativa innove o se adapte, entonces hay un papel político muy importante de los directivos en traducirlo a políticas que fortalezcan el capital social”, concluyó el docente de la Universidad de Missouri.