En el debate público, qué problemas se identifican y cómo se orientan las alternativas es el resultado de un juego de actores que no actúan desinteresadamente y que ocupan posiciones desiguales. El aparente consenso sobre cuáles son los problemas que muchas veces parecen emerger es resultado de una operación ideológica de aplastamiento de esta condición.

El libro Universalizar la educación media en Uruguay: ausencias, tensiones y desafíos es fruto de un estudio coordinado por Verónica Filardo y María Ester Mancebo (Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República) en el marco del “Fondo Universitario para la comprensión pública de temas de interés general” de la Universidad de la República. Propone un punto de vista propio acerca del asunto: ubica las dificultades de la universalización de la educación media (EM) como un problema de incumplimiento de un derecho de los jóvenes y procura desarrollar el análisis centrándose en ellos, en sus condiciones de vida, en sus trayectorias, en el lugar que ocupan para el sistema educativo. Se trata de un estudio que asume la complejidad del asunto y propone abordajes específicos para varias dimensiones.

El trabajo incluye una reseña de las modificaciones jurídicas sobre la obligatoriedad (recién en 2008 el bachillerato se vuelve obligatorio), y los cambios en el tratamiento de la educación como derecho a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, que evidencian lo lejos que estaba de generalizarse la enseñanza posprimaria hace tan sólo 50 años. También reúne información estadística que permite concluir que existen dificultades importantes para cumplir el mandato legal de obligatoriedad y la concreción del derecho a la educación media. De los jóvenes de entre 20 y 29 años, casi 90% de los que terminan primaria inician la EM, mientras que sólo 19 %
la termina en los tiempos curriculares previstos y otro 13% lo hace demorando algún año más. Por lo tanto, casi dos tercios no la culmina. Los datos también evidencian que la experiencia de rezago en el nivel anterior (primaria) está muy asociada a las dificultades de continuidad en el nivel medio. También se concluye que incide más que la realidad socioeconómica de la familia el nivel educativo alcanzado por los padres de los estudiantes.

Estos datos, si bien están disponibles en otros trabajos, son incorporados a un texto que abarca otras facetas y son inevitablemente puestos en diálogo por el lector con las otras dimensiones. Por ejemplo, guarda interés la voz de los jóvenes recuperada por la Encuesta Nacional de Juventud de 2008 sobre sus propias percepciones del sistema educativo. 63% de los adolescentes y jóvenes que culminaron primaria y no iniciaron EM dicen que la propuesta no les interesa (por contenidos, duración o utilidad), 30% tiene motivos familiares o económicos para no continuar estudiando y 7% alude a aspectos de funcionamiento institucional del centro educativo. También recogen la percepción de los propios jóvenes respecto de posibles soluciones para enfrentar las dificultades de continuidad: la respuesta más recurrente es la importancia del apoyo familiar. En el marco del proyecto se realizaron entrevistas a directores, responsables de programas, autoridades, políticos y académicos. El análisis de sus discursos permite a las autoras presentar el abanico de opiniones sobre los desafíos de la universalización. Los entrevistados tienen percepciones distintas sobre el papel de la EM en relación a la formación para el trabajo (algunos creen que no debería haber un condicionamiento de la oferta educativa por parte del mercado de trabajo, otros proponen combinar la formación de secundaria con la de UTU o que se desarrollen pasantías laborales). Sobre las familias, hay quienes ven en ellas un obstáculo determinante cuando no apoyan a los estudiantes, mientras que otros señalan la necesidad de construir alianzas con ellas, incluso cuando los adultos que las integran no tuvieron las mismas posibilidades educativas que sus hijos y tienen dificultades para acompañar ese proceso.

Algunos nudos centrales

Quizá el punto más interesante analizado en los discursos es el de los fines y la tradición de la EM. Habría posiciones más acordes con mantener la tradición humanista de formación general (pensada inicialmente como antesala de los estudios universitarios y asociada a las elites culturales), pese a que esto sea un obstáculo para amplios sectores sociales; y otra posición que se propone revisar el mandato de la EM y la necesidad de adecuarla para que cumpla nuevas funciones, en un momento en que se la concibe como destinada a todos los sectores sociales. Hay en estos discursos algunas concatenaciones que se presentan como dadas y que podrían ser problematizadas (por ejemplo, que los jóvenes provenientes de hogares pobres no pueden/quieren participar en la cultura humanística y científica y su educación debería estar centrada en otros contenidos). Probablemente éste sea uno de los nudos centrales que obligan a redimensionar la oferta en un nuevo contexto (el de universalización y democratización) y nos confronta con las posibilidades de hacer formar parte del acumulado cultural a sujetos que forman parte de sociedades fragmentadas.

La cuestión institucional es un factor que los entrevistados reconocen como importante a la hora de no lograr concretar políticas efectivas. Algunos aspectos que mencionan son: fragmentación institucional, competencia entre agencias estatales (entre la Administración Nacional de Educación Pública -ANEP- y el Ministerio de Educación y Cultura o entre los Consejos Desconcentrados de la ANEP y el Consejo Directivo Central). La cuestión de la autonomía de la ANEP y cómo ésta es entendida parece ser otro nudo, y las posiciones se bifurcan al respecto: algunos creen que la educación debería estar más claramente dirigida por el partido que obtiene el gobierno como una política pública más, mientras que otros reivindican la conducción autonómica por parte del propio sistema. Estas diferencias se dan incluso entre actores políticos integrantes del Frente Amplio (no identificados personalmente en el libro). Por otro lado, la falta de liderazgo y de conducción de los cambios es identificada por los actores.

Otro aporte es la cuantificación del gasto adicional que requeriría la universalización: como mínimo se requiere un incremento de 0,23% del Producto Interno Bruto destinado a la EM, considerando la tendencia demográfica a la baja, que no mejore la repetición y que los valores de 2011 sigan constantes.

El trabajo representa un aporte relevante a un debate público muchas veces trivializado, dicotómico y hasta frívolo. La información que reúne y la forma de abordarla logran ofrecer un dimensionamiento del tema, reflejan su complejidad y describen un escenario en el que las intervenciones políticas que delineen transformaciones profundas no son sencillas ni parecen estar demasiado a la vista.