El 3 de julio del corriente, en el medio que usted dirige, en la sección Sociedad, con el título “Sobre campamentos, deporte y juventud” (http://ladiaria.com.uy/ACPO), bajo la firma de Cecilia Seré Quintero y Raumar Rodríguez Giménez, se publicó una columna de opinión basada en una actividad formativa, deportiva, lúdica e integradora, denominada Training Camp, ideada por el Departamento de Deportes del Club Biguá de Villa Biarritz, de la cual participaron 275 socios y 31 profesores de educación física y varios colaboradores.

Nota de Redacción

Nos permitimos señalar que el artículo de opinión de Rodríguez y Seré se refería básicamente a los efectos que, según los autores, podía tener la película realizada acerca del campamento de entrenamiento, y no a éste en sí mismo (afirmando incluso que consideraban “muy probable” que la actividad hubiera sido realizada “por buenas personas, con buenas intenciones, con la mejor disposición”).

En la referida columna se realizaron distintas afirmaciones, que no guardan relación alguna con los objetivos planteados, ni con el desarrollo y cumplimiento de la actividad en sí misma, y mucho menos con los valores y principios que rigen la institución que representamos.

Es, por lo menos, inaceptable pretender equiparar al Training Camp, con una actividad que “rinde culto al cuerpo”, y sería reprochable callar ante las aseveraciones que esa práctica: “le abre la puerta al germen del totalitarismo”, o que “cierta psicología del deporte establezca lazos explícitos con la psicología militar, más proclive a la “obediencia debida” que al cultivo de la razón”, como se afirmó.

Totalmente condenable y más grave aún, es asimilar, como se hizo, a la actividad desarrollada con: “La última dictadura cívico-militar en Uruguay”. En el artículo de marras, refiriéndose a prácticas de la dictadura, se escribió textualmente: “El público es encantado frente a la sincronizada precisión de movimientos que genera un efecto de unidad, visible en las inauguraciones de grandes eventos deportivos así como en los desfiles militares. Lo mismo puede decirse cuando se registra una training camp y se lo transforma en “película”; imágenes y música que apelan a la más primaria sensibilidad. Sí, los padres se van a emocionar al ver el esfuerzo de sus hijos. Y los tíos, y los abuelos. Porque de eso se trata, del círculo de la emoción. Y, potencialmente, de un círculo de elegidos. Se trata también de una estética que recuerda los campos de entrenamientos militares….”.

Además de nuestro más absoluto y frontal rechazo a los puntos de vista planteados por los autores de la columna, la misma demuestra una gran ignorancia de lo que implicó la actividad difundida. Si pretendemos definir el Training Camp como el resultado de algo que sólo se encauza hacia el aspecto físico u orgánico de la persona, estamos calificando algo por lo superficial, solamente por lo que observamos; es aplicar la teoría del iceberg, sólo analizaremos el 10% de lo que vemos, y nos olvidamos del 90% que permanece debajo del agua, oculto a nuestra vista. Para arrojar luz sobre las características que rodearon al Training Camp destacaremos que fue cuidadosamente planificada con meses de antelación, enfocada hacia los distintos planteles de las más variadas disciplinas que se realizan en la institución, de participación absolutamente voluntaria, y de carácter oneroso para quienes concurrieron a los solos efectos de solventar los costos originados. No fue una actividad aislada -por el contrario- sino una más del cronograma institucional anual que está en plena ejecución y tiene como objetivos, no sólo alcanzar metas deportivas, sino lograr distintos fines. Pretendemos poner al servicio de nuestros asociados y profesores los mecanismos necesarios para que puedan realizarse como personas en la vida, tanto en lo deportivo, en lo social, en lo laboral, en lo intelectual.

Entendemos que, si la columna citada, pretendió como sostuvo:“reflexionar sobre un tema en el cual predomina el más rancio sentido común y una tradición político-partidaria que sistemáticamente le da la espalda a la educación física y al deporte como elementos dignos del debate”, equivocó rotundamente el camino al tomar como disparador de esa pseudo reflexión, la película del Training Camp y lamentamos no haber sido siquiera consultados por parte de los autores de la columna, acerca de los motivos, tanto de la actividad como de su posterior difusión, que tanta aceptación y orgullo generaron en quienes integramos el Club Biguá de Villa Biarritz.