La actividad fue inaugurada por el titular de la Secretaría General Iberoamericana, Enrique Iglesias, que aseguró que "el mundo entró en una etapa de sorpresas". Dijo que el "mayor activo" que pueden tener los países es "ser flexibles", y aseguró que para ello "es necesario el compromiso de todos", en referencia a que el Banco Central del Uruguay "no puede con todo". "Seguir siendo un país atractivo en Inversión Extranjera Directa es lo que va a salvar nuestra Balanza de Pagos, y eso nos va a ser de gran defensa en el futuro", agregó. "Hemos ganado un espacio en el mundo que tenemos que intentar mantener", concluyó dirigiéndose a los presentes.

Quienes integraron el primer panel del congreso manejaron diferentes versiones de este "nuevo orden" adelantado por Iglesias. El jefe de la Oficina para las Américas de la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Christian Daude, pronosticó que a corto plazo la mayoría de las economías latinoamericanas crecerán a sus niveles "potenciales", y aseguró que "para muchas será un problema, ya que su potencial es demasiado bajo".

Daude indicó que existe una desmejora de las cifras fiscales en toda la región y sugirió la necesidad de restablecer prioridades y recomponer el espacio fiscal para evitar el riesgo de roll-over de la deuda pública. El representante de la OCDE entiende que es necesario aumentar la disponibilidad de líneas de crédito contingentes para enfrentar posibles problemas de liquidez. En materia de política monetaria, Daude aconsejó la mejora en la comunicación de las metas e instrumentos y "permitir la fluctuación" del tipo de cambio como "elemento clave para la absorción de shocks externos".

Por su parte, el representante en Uruguay del Banco Interamericano para el Desarrollo, Juan Taccone, opinó que las perspectivas para América Latina "son favorables", por lo que los países tendrían que "seguir buscando nuevos posicionamientos en el mercado mundial" por medio de "cambios en el perfilamiento productivo".

Paradigmas obsoletos

El titular del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), Fernando Lorenzo, coincidió en que las economías atraviesan “una etapa bien distinta”, pero más que por los cambios en dirección que siguen los flujos de capitales, “por la forma de pensar y razonar las interacciones entre la macroeconomía y las instituciones que rigen su funcionamiento y los vínculos de ésta con los mercados financieros”.

El ministro recordó que " 20 o 30 años atrás” se construyeron paradigmas que establecían un determinado orden lógico entre políticas públicas -en particular las políticas macroeconómicas- y los mercados financieros. “¿Quién iba a decir que los bancos centrales iban a ser los principales adquirientes de deuda pública en países desarrollados?”, se preguntó.

Para Lorenzo, se vive una redefinición de la relación entre políticas públicas y el mercado financiero que se caracterizó como un pasaje hacia políticas heterodoxas.

El ministro mencionó que disminuyó la exposición de las economías al riesgo del tipo de cambio, una variable que “contaminaba el funcionamiento de las políticas públicas y las finanzas”, y dijo que aumentaron los plazos de la deuda pública, además de que se logró un mayor equilibrio entre el endeudamiento a tasas de interés fijas y variables.

En este sentido, aclaró que las decisiones micro y macroeconómicas “contaminan” de manera distinta el perfil de los vencimientos de la deuda pública, por lo que entiende que hay que “mitigar el riesgo de descalce de plazos y de monedas”.

Según Lorenzo, el nuevo orden mundial traerá “enorme volatilidad de los mercados financieros”, y “los países con mayor necesidad de financiamiento padecerán problemas similares o peores que aquellos que articularon cuidadosamente los recursos y el acceso al financiamiento”. Sin embargo, tranquilizó al auditorio diciendo que “nosotros estamos preparados porque hicimos enormes, costosas y necesarias reservas de liquidez”.

“Uruguay ya ha vivido épocas 'con viento de cola'”, dijo, y destacó que a diferencia de esos momentos, hoy las empresas trabajan para incorporar innovación tecnológica y mejorar su capacidad productiva, “no para seguir abultando los endeudamientos”. El titular del MEF aseguró que el aporte del sector bancario al desarrollo de los países no debe minimizarse. “Vamos a necesitar un aporte significativo [de los organismos de crédito] acompañando al proceso de desarrollo”, dijo, y agregó que hará lo que esté a su alcance para “convencer” a dichos organismos de que su papel debe “mutar e interactuar más con los actores financieros domésticos”. En este sentido, Lorenzo opinó que los bancos “deberán ofrecer oportunidades e instrumentos de ahorro más diversificados que los actuales”.