El colegio, que además de educación inicial abarca guardería, primaria y liceo, está emplazado en una de las esquinas que forman la intersección de las calles Monte Caseros y Luis Alberto de Herrera, en Montevideo. Si no fuera porque desde la vereda se divisan algunos niños dentro de salones sería difícil suponer que allí funciona un local de enseñanza. No se oyen ruidos, no se ve desorden. El predio es amplio y las distintas instalaciones están rodeadas de jardines. Su contorno está protegido por altas rejas que terminan en puntas, y sobre ellas otra cerca, esta vez electrificada, completa la seguridad exterior.

Bloqueo

“¿Qué hiciste hoy en la escuela?” era una de las preguntas que diariamente varios padres les hacían a sus hijos de dos, tres, cuatro y cinco años. Pero las respuestas muchas veces eran: “no sé”; “no me acuerdo, mamá”; “me olvidé, papá”. Eso sumado a algunas actitudes corporales como no mirar a los ojos a la maestra, bajar la cabeza cuando ésta hablaba, hacer lo imposible para no tener que ir a la escuela o volver a tener que utilizar pañales llevó a esos padres a pensar que algo andaba mal. Hubo quien decidió cambiar a sus hijos de escuela mientras que otros optaron por ir más allá de lo que percibían. En ese momento se las ingeniaron para grabar lo que sucedía mientras sus hijos estaban en clase. Durante varios días se dedicaron a registrar y a escuchar qué pasaba en los salones.

Cuando se sintieron preparados, mostraron el material a otros padres. En diálogo con la diaria, voceros de este grupo contaron que el momento fue “muy duro”, hubo descompensaciones, ganas de vomitar y de hacer frente a las maestras en ese mismo momento.

“¿Cómo hay que hablarte a ti, nena?, ¿eh?; dejá de conversar y de jugar y te ponés a trabajar. ¿Cuántas veces la maestra te lo tiene que decir?”, dice una de las docentes a una alumna de cinco años. “[...] ¡No entendiste, no entendiste! ¡Cómo te cuesta entender! Cómo te pierdes de disfrutar de tus compañeros por no poder entender lo que te digo”, rezonga una maestra a una niña de tres. “¿Con qué color Sofía voy a pintar la copa del árbol? Si no estás atenta no sabés responder ni una pregunta sencilla. Lo que pasa es que tú nunca estás atenta. Siempre estás jugando”, le observan a una niña de cinco años durante la explicación de un trabajo de clase.

En los audios también se escuchan prohibiciones para ir al baño y obligaciones de comer a la hora del almuerzo, pero también largos silencios que hacen olvidar por momentos que todo eso transcurre en un salón donde hay varios niños. El siguiente día de clase la mayoría de los padres no llevó a sus hijos al colegio y optó por hacer averiguaciones para inscribirlos en otra institución.

Al ingresar al edificio central, donde funciona la asociación civil que gestiona el colegio y la secretaría de la institución, sorprende una vez más la pulcritud y prolijidad. La primera imagen que se ve es la de Carlos Bernardo González Pecotche, creador de la Logosofía e inspirador de “la propuesta pedagógica” del lugar, según dijo a la diaria el miércoles su directora, Elsa Romay. Antes de aparecer en escena estaba reunida “con el cuerpo docente”, explicó, en referencia a las tres mujeres que salieron detrás de ella del salón en el que estaban, y se pararon formando un semicírculo a sus espaldas. Luego Romay dio por terminada la charla, derivó las consultas hacia su abogado, Jorge Mascheroni, y se marchó. “Nosotros sólo nos encargamos de la parte pedagógica”, informó antes de preguntar si sus palabras estaban siendo grabadas.

Mascheroni dijo a la diaria que no está enterado de que haya sido presentada una denuncia penal contra el colegio y que por ahora “lo único que ha pasado son unas inspecciones a pedido de [el director general del CEIP, Héctor] Florit”. El profesional dijo que estaba al tanto de la existencia de algunas “grabaciones y comentarios que están circulando por Whatsapp”, pero advirtió que “hay que tener cuidado con lo que se dice, porque se puede incurrir en difamación e injurias” contra la institución y las personas que eventualmente se mencionen. Aseguró que las maestras cuentan con títulos, contradiciendo así una de las denuncias, aunque no tenía la certeza, el miércoles, de que hayan sido expedidos por Magisterio o si se trataba de “otros asimilables”.

Sobre el fondo del asunto, Mascheroni se excusó de pronunciarse hasta tanto no haya un dictamen del CEIP. Dijo que de confirmarse alguno de los extremos que se están manejando, “el colegio tendrá que tomar sus medidas”, deslindando así responsabilidad de la institución.

Fuentes vinculadas al ámbito de la logosofía explicaron a la diaria que en Uruguay existe la Fundación Logosófica, con la cual el colegio no tiene vínculo. En este sentido, puntualizaron que se trata de “un emprendimiento privado de un grupo de personas que habían estudiado logosofía pero que se retiraron de la fundación y formaron un colegio tratando de aplicar el método logosófico”.

Darse cuenta

“La Logosofía ha venido a humanizar al hombre, a darle una nueva y amplia visión de su existencia y a ponerlo en el camino de las grandes realizaciones”. “Los pensamientos son contagiosos como los microbios de la gripe, una mente toca bocina, se contagia el pensamiento de la otra mente”. Las dos frases, sin unión aparente, tienen un punto en común. La primera aparece en el portal del Colegio Nueva Cultura y pertenece a Pecotche, el creador del Método Logosófico. La segunda es atribuida a una maestra de educación inicial, obtenida por los padres mediante grabaciones hechas de manera secreta, las cuales fueron ofrecidas como prueba a la Justicia y demás organismos (ver recuadro).

Los relatos sobre los hechos fueron escuchados por integrantes de la INDDHH; el director nacional de Educación, Luis Garibaldi; el subsecretario de Educación y Cultura, Óscar Gómez; Florit y demás integrantes del CEIP. También fueron informados de la situación el Sistema Integral de Protección a la Infancia y la Adolescencia, del Ministerio de Desarrollo Social, cuya coordinadora, María Elena Mizrahi, recibió una nota con el relato de los hechos, la cual será remitida al CEIP, porque “no tenemos potestades administrativas para actuar en la institución”, algo similar a lo que hizo la INDDHH.

Hasta ayer, la denuncia penal, presentada hace unos 15 días, no había comenzado a ser sustanciada. Consultado por la diaria, Garibaldi confirmó que tomó conocimiento de los hechos por parte de madres de niños que retiraron a sus hijos del centro, pero que el asunto fue derivado al CEIP, que tiene la potestad de habilitar y regular instituciones privadas.

Desde Primaria se explicó que la investigación está en pleno trámite y que recién una vez que termine se resolverán los pasos siguientes. De confirmarse los hechos, el proceso administrativo determinaría la intervención de la División Jurídica, que profundizará las pesquisas y formulará recomendaciones. Las fuentes del CEIP afirmaron que todo indica que habría un pase a Jurídica en virtud de los elementos reunidos hasta ahora, que además de las grabaciones y los primeros testimonios de padres, incluyen otros que están concurriendo a declarar a pedido o por voluntad propia, en la medida en que la información se va difundiendo entre la comunidad que gira en torno al colegio. La investigación está a cargo de la inspectora de centros educativos privados del CEIP, Graciela Torino, en coordinación con la inspectora de Primaria de la zona centro de Montevideo, quien desde que comenzaron las actuaciones realiza un seguimiento diario del clima que se vive rejas adentro.