Fernando Filgueira, recientemente designado subsecretario de Educación y Cultura por el presidente electo Tabaré Vázquez, dio ayer su primer discurso en público después del nombramiento. Participó en una charla sobre educación sexual organizada por la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y el Fondo de Población de Naciones Unidas, junto al también sociólogo Gustavo de Armas, el coordinador del Programa de Educación Sexual de ANEP, Diego Rossi, y la experta colombiana Elvia Vargas Trujillo.
Filgueira consideró que la educación sexual se inscribe en un conjunto de políticas impulsadas en los últimos diez años, que colocaron el tema de los derechos sexuales y reproductivos “en el centro” y permitieron generar herramientas concretas para su ejercicio. El sociólogo sostuvo que “ello implica también enfrentar un conjunto de resistencias políticas, culturales, institucionales, e intereses de diverso tipo”. Mencionó como ejemplos la ley de Salud Sexual y Reproductiva, la de Interrupción Voluntaria del Embarazo y la de Matrimonio Igualitario.
Además, consideró que la política pública de educación sexual en Uruguay “no se propone ser neutra”. Por el contrario, “se propone transformar” y “no es simplemente una transmisión de contenidos acerca de lo que hay, sino un intento de atacar bases que se consideran oscurantistas y retrógradas respecto de lo que es la práctica, identidad y ejercicio de la sexualidad”. Al respecto añadió que “eso no quiere decir que la información, ni los contenidos, ni el modelo pedagógico sean taxativos”, y afirmó que se rige por el principio de laicidad. Además, consideró que “redefine los márgenes de lo público y lo privado como toda transformación cultural y contrahegemónica”, porque “no tiene otro remedio”.
Filgueira consideró que si el Estado no hace nada al respecto, “igual el mundo hace”. “Hoy el acceso a contenidos cargados de vectores valorativos y de preferencia sobre sexualidad están presentes en las familias, en los grupos de pares, en internet y en la propaganda. No hacer nada es permitir que en forma intuitiva, no planificada, se produzca una formación”, explicó.
Más allá
Pero el futuro subsecretario aseguró que no se logrará “una plena incorporación de los desafíos planteados desde un modelo promocional de la sexualidad en un modelo educativo de asignaturas autocontenidas y autorreferenciadas”. Agregó que se precisa “la construcción de un marco curricular común para el país”, en el que se construya “un aprender a saber y pensar, un saber hacer, cuestionar y un saber ser con uno y con otros”. Acerca de los marcos curriculares comunes agregó que deben incorporar las “habilidades, competencias y saberes que pretendemos que las personas tengan”, y “darles las herramientas pedagógicas y los contenidos necesarios para lograrlo”. Filgueira señaló que en ese marco se debe pensar la educación en valores, la sexualidad y la educación en ciudadanía, pero “no como agregados” o “como temas que hay que insertar después de las asignaturas o como un taller aparte, sino como un objetivo sustantivo de los sistemas educativos”.
En materia de educación sexual, consideró que “los nortes” que deben “bajarse a tierra en objetivos concretos” son el autocuidado, los proyectos de vida, el conocimiento y ejercicio de los derechos, y la no discriminación, sumado al ataque a las diversas formas de violencia.
A pesar de que los modelos de abordaje del tema en cada uno de los niveles educativos “dio algunos resultados positivos”, consideró que todos deben ser “revisados, fortalecidos o complementados con otros modelos”. Tiene “la intuición” de que el modelo “generalista” en educación sexual en primaria presenta resultados “desparejos”, mientras que en secundaria la presencia de un referente por liceo es “insuficiente” y su rol “depende mucho del centro educativo”. En el caso de CETP-UTU, consideró que el modelo “sólo de asignaturas” deja “algunos elementos que habría que revisar”, al tiempo que en formación docente el modelo de seminarios le parece “útil”, pero consideró que también es necesario “avanzar en la traducción de herramientas concretas”.
Filgueira recordó que aún “un 30% largo” de jóvenes no egresan del ciclo básico, y lo mismo pasa con casi 60% de estudiantes de educación media superior. “Perdemos una oportunidad única cuando adolescentes y jóvenes de entre 14 y 18 años se van del ciclo educativo. Esa etapa en la que, además, hay un espacio de inicio de la sexualidad genital activa, es un espacio importante” en el que estar presente, concluyó.