La “Marcha de las putas” tiene su origen en Canadá en 2011, donde un jerarca de la Policía de Toronto dijo en una conferencia de prensa que las mujeres debían evitar “vestirse como putas” para no ser violadas. Esos dichos generaron la inmediata reacción de varias feministas canadienses, que fueron las que marcharon por primera vez con la consigna de resignificar los dichos del oficial y entender el adjetivo “puta” como una forma de dominio del sistema patriarcal sobre el cuerpo de las mujeres. Inmediatamente la marcha fue replicada en otros países, que la organizaron un poco en solidaridad con lo ocurrido en Canadá y otro poco a raíz de las situaciones cotidianas que a las mujeres les toca vivir en cada país.

En Uruguay, la movilización fue organizada por primera vez en diciembre de 2012 y convocada principalmente por las redes sociales, al igual que ocurrió para la edición 2014, que tuvo lugar ayer en el Parque Rodó. La convocatoria era a las 18.00 en el lago del parque, pero a esa hora eran pocos los que se concentraban a la espera del momento de largada. Se iban formando varios grupos que esperaban sentados en el pasto y también llegaban otras personas que estaban solas o esperaban a alguien. A medida que pasaban los minutos iba llegando más gente y aumentaba la preparación de los manifestantes, principalmente la de las mujeres.

Como es habitual, se llenó de fotógrafos cuyo objetivo era quedarse con una imagen colorida. Es que la producción de quienes asisten a este tipo de marchas suele incluir mucha pintura, y, principalmente, carteles temáticos. En un momento, desde la organización se acercaban a quienes esperaban y consultaban si estaban ahí por la marcha; en caso de que la respuesta fuera afirmativa, ofrecían una cartulina y marcadores, para que todos tuvieran la posibilidad de hacer su cartel con frases contra el acoso callejero. De todas formas, si bien había quienes armaban sus carteles o los llevaban ya prontos, otros usaban distintas partes su cuerpo para expresar sus mensajes.

El medio es el mensaje

Una joven maquillada con abundante rímel y los labios pintados de rojo, que usaba zapatos de taco alto, un vestido corto y medias de red, sostenía un cartel que enumeraba cosas que alguna vez le dijeron en la calle. “Te parto en ocho; me caso, mamá; te chupo toda; que lindas piernas, ¿a qué hora abren?”, resumía la pancarta, que agregaba: “Te quiero hombre, no macho”. Otra mujer posaba a su lado con un cartel más pequeño que pedía: “Reservate el comentario”.

Otro de los mensajes reclamaba “una ley efectiva contra el acoso callejero”, al tiempo que otro resumía situaciones cotidianas que quien lo llevaba había tenido que vivenciar en la vía pública: “Te chupo esto, te meto aquello, te hago lo otro, amor, mamu, te hago otro hijo, silbidos, relinchos”. Otra llevaba escrito en su vientre: “No soy la mujer de tu vida, soy la mujer de la mía”, y otro aseguraba que “la revolución será feminista o no será”. También había varias cámaras de filmación, algunas de canales de televisión y otras de personas que sostenían que estaban haciendo un documental de la marcha. Entre los distintos testimonios de las entrevistadas se podía escuchar hablar de la necesidad de respeto y de que la sociedad uruguaya vive con “valores de los años 50”.

Alertas

Pasadas las 19.00, las organizadoras anunciaron, utilizando un megáfono, que la marcha estaba comenzando. De inmediato, todo el mundo se puso de pie y a los pocos segundos un grupo de mujeres tomó una pancarta y comenzó a caminar en dirección a la pista de patinaje del Parque Rodó. La convocatoria fue mayor que años anteriores, y la proporción de varones también creció significativamente. Había incluso quienes llevaban carteles pidiendo una “cultura antipatriarcal” o que marchaban junto a su pareja, anunciando que no era “su propiedad” sino “su compañera”.

La marcha iba al ritmo del canto “alerta que camina la marcha de las putas por América Latina”, y quienes tenían el megáfono leían varios de los carteles que llevaban los manifestantes. “No quiero pasar por una obra y que me digan: ‘Mamita te hacés la divina’” y “Me tiene podrida tu incontinencia verbal” fueron algunos de los que se leyeron en voz alta. También había mujeres que explícitamente buscaban resignificar el adjetivo “puta” y aseguraban que “si ser puta es ser libre” eran “recontra putas”. Había muchas que en sus torsos llevaban únicamente un sutién, y en un momento aparecieron dos mujeres pintadas, con sus torsos desnudos. Dos adolescentes que marchaban y las vieron llegar comentaron: “¡Qué de más! Hay que sacarse todo”, pero ninguna de las dos se animó a hacerlo.

Al llegar a la rambla, el tránsito quedó cortado por un rato, hasta que pasó el último de los manifestantes. En la pista de patinaje estaban esperando unos parlantes con música. Sonaba “Coolo”, del grupo Illya Kuryaki and the Valderramas. Al ratito, dos jóvenes raperas tomaron el micrófono y comenzaron a improvisar. Después de algunos espectáculos más, a modo de proclama se leyó un poema de María Apellido, como se hace llamar una de las organizadoras. El poema cerró: “Y en medio de este vapor / y de este asunto, me pregunto: / ¿con qué el macho opresor, / el abusador y sus defensores / podrán acusarte / de puta y borracha? / ¡Si gritando fuerte /y bailando alegres / las compañeras reivindicaremos astutas / el decidir sobre nuestras bombachas!”.