Fotografiar un lugar de trabajo como la Cooperativa de Trabajadores Cerámicos (CTC), de Empalme Olmos en Canelones (ex Metzen y Sena), es el tipo de nota que todo fotógrafo quiere hacer.
Empieza a trabajar desde antes de llegar, pensando en las situaciones que encontrará y cuál será la mejor forma de resolverlas. Pero una vez en el lugar, las situaciones son otras, y todo lo que pensó pasa a ser apenas ejercicio precompetitivo, para graficarlo desde una óptica deportiva. Pero no es deporte. Es la vida de trabajo que conmueve, con las historias de Cristina, de Mabel o Graciela y de otros tantos empleados de esta industria. Luchas, tristezas y alegrías.
Para nosotros los fotógrafos, una historia interesante implica poder moverse con libertad en el espacio. Y cuando tenemos la anuencia de las personas, la invitación a hacer fotos es todavía más gratificante. Nicolás Celaya quiso volver a la planta de CTC y seguramente volverá otras veces. ¿Por qué?
Muchas veces no está claro por qué un fotógrafo quiere fotografiar algo. Ante esa pregunta, es muy difícil tener la respuesta correcta. Hay algo, no sabes qué, que te seduce: puede ser la luz, el inmenso local, la variedad de la producción o las bicicletas que están colgadas en la entrada de la fábrica. Descubrirás con las horas que detrás de cada trabajadora y cada trabajador hay una historia que invita a pensar. Por ejemplo, la de esa pareja de operarios que se conoció en el mismo lugar que vos estás pisando, que formaron familia y que todavía siguen pisando ese mismo piso, a diario.
Eso, mientras te imaginás cómo puede ser ese camino de entrada a la fábrica iluminado con la luz del turno matutino en invierno, con la noche aún cerrada y lloviendo.
Llegar en ómnibus, caminando o en bici y que te reciba lo mismo que los espera a ellos todos los días: unidad, fuerza, trabajo y dignidad.