-El Tercer Plan de Igualdad de Género plantea contribuir al cambio de patrones imperantes de relacionamiento de montevideanas y montevideanos, que producen desigualdades y discriminaciones. Por patrones imperantes se hace referencia a "hábitos y comportamientos profundamente arraigados que reproducimos casi automáticamente". ¿Cuáles son esos hábitos?

-Tiene que ver con que hay pautas y roles que tenemos incorporados y de los cuales es muy difícil desprenderse. Por ejemplo, cómo organizás la vida y cuáles son las responsabilidades de las mujeres y cuáles las de los varones, o qué espacio le das al diferente. Lo que intentamos es deconstruir todos esos estereotipos, de manera que sea posible vivir en la diversidad, entendiéndola como un elemento fundamental de la integración social. Se trata de salir, de romper con esos moldes que se generan por clases sociales, por grupos determinados o por profesiones o moldes que asignan a lugares específicos a determinados colectivos, y así poder tener una mirada abierta en la que puedas descubrir la especificidad de cada uno, vinculada a lo generacional, lo étnico, la orientación sexual, y con el derecho a ejercer libremente sus derechos en forma individual y colectiva.

-¿Es posible modificar esos hábitos desde la IM, cuando, en realidad, se generan dentro del hogar?

-La IM, como decía un director anterior de Desarrollo Social, tiene la característica de llegar a las personas, los vecinos y vecinas, durante toda su vida. Si analizás, entre que nace y se muere, el vecino está vinculado con la IM. Nosotros sabemos que esto no lo vamos a hacer solos; en realidad, vivimos en una sociedad en la que hay múltiples actores trabajando y confluyendo, pero lo que queremos es influir sobre los estereotipos mediante políticas específicas, como acciones de sensibilización o de difusión y comunicación. Te pongo un caso: el tema de la diversidad sexual. Si me remonto a 2005, era un tema que no estaba en nuestra agenda. A partir de ese año lo empezamos a trabajar con las mujeres, fundamentalmente con las mujeres lesbianas, y los distintos colectivos empezaron a acercarse y a plantearnos sus necesidades y reclamos. Empezamos a trabajar y se creó una mesa de diversidad. Si mirás desde entonces hasta ahora, ha cambiado nuestra sociedad, la visibilidad y el respeto que han logrado los colectivos de la diversidad sexual, así como la proliferación de miradas. No lo hacemos solos. Muchos programas, con distintos objetivos, estamos articulando con organizaciones de la sociedad civil u organizaciones del Estado, y vas sumando en el sentido de desestructurar esos patrones y de poder hacer que nuestra población se comprometa verdaderamente con la igualdad. Los uruguayos de una generación tenemos el concepto de igualdad grabado a fuego, por aquello de que "todos somos iguales ante la ley". Siempre nos creíamos que todos los uruguayos y uruguayas éramos iguales. Poder asumir la idea de la diferencia ha sido muy difícil. La igualdad sí se da a nivel de la normativa, pero entre la normativa y el ejercicio real de los derechos hay un trecho grande que hay que trabajar.

-El nuevo plan incluye acciones para la próxima administración departamental y puede representar una variante en la línea política de quienes estén al frente. ¿Hay compromiso firme para que el plan siga adelante?

-Ésa es la intención. El plan abarca dos años de esta administración y dos años de la próxima. Nosotros entendemos que esta política, que es una política central de inclusión, es una especie de política de Estado. Es decir, no es una política que se modifica con el cambio de administración, sino que sigue. Por eso el plan está concebido de manera de asegurar los lineamientos centrales y permitir la flexibilidad de la elaboración de las actividades que se consideren necesarias en el momento, pero no empezar de nuevo. Aspiramos a que la nueva administración continúe en este camino, profundizando lo que se ha hecho, porque si no lo hiciera, me parece, sería un retroceso muy grave para la sociedad.