Alrededor de 80 personas se reunieron en el cantero central de Avenida Italia, donde se encuentra la placa recordatoria de cuatro soldados muertos por el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros el 18 de mayo de 1972. La convocatoria ayer fue por el 42º aniversario del asesinato de otros cuatro oficiales, también a manos del MLN, el 14 de abril de 1972.
Entre los presentes se encontraban muchos militares retirados, como el teniente general Raúl Mermot. También el ex director de Cárceles e inspector principal, Enrique Navas, y el ex edil pachequista Ricardo Domínguez. Protagonistas de otra época esperaban, erguidos y expectantes, las palabras del ex legislador colorado Daniel García Pintos, presidente de la Asociación 14 de abril de 1972, de Homenaje Permanente a los Caídos en Defensa de las Instituciones Democráticas y de la Libertad, que organizaba el acto.
Previo a su discurso se invitó a entonar el Himno Nacional. Hubo quien se llevó su sombrero al corazón y otro que mantuvo el saludo militar hasta la última nota, pero no hubo quien no lo cantara animosamente. Incluso dos transeúntes que pasaban se detuvieron a entonar unas estrofas antes de reanudar su camino.
El motivo del acto era “rendir un justo y merecido homenaje a los ciudadanos civiles, policiales y militares, asesinados por el terrorismo que asoló nuestra patria, y también para los que sufrieron las consecuencias de esos nefastos y mesiánicos personajes”, dijo García Pintos. Según señaló, “fueron esos actos, perpetrados por los tupamaros y otros extremistas, los que erosionaron drásticamente las bases de nuestra sociedad”, y fue en esos años “que se empezó a perder el respeto, la tolerancia y la libertad”.
El ex legislador colorado explicó por qué “una vez más” no se pudo realizar el acto en la “emblemática Plaza de la Bandera”. Contó que la plaza “está pasando por una reforma interminable, de la que, a juzgar por el proyecto exhibido, sólo sobrevivirá el mástil”. Buscan “arrasar con un símbolo que nos convoca año tras año y brinda el espacio físico donde rendimos respetuoso homenaje a nuestros mártires”, aseguró.
García Pintos también se refirió a los “viejos servidores de la patria”, que “los integrantes de primer nivel del movimiento político” se “ingenió” para enviar a prisión. “De no haber sido por la insurgencia desatada por ellos mismos, aquéllos no se hubieran involucrado en ninguna circunstancia como las que motivaron su encarcelamiento”, acusó. Además, hizo referencia al caso de los tres integrantes del Ejército Nacional (Tomás Casella, Eduardo Radaelli y Wellington Sarli) que fueron extraditados a Chile en 2006, por requerimiento de la Justicia de ese país, que los señalaba entre los culpables del asesinato del bioquímico chileno Eugenio Berríos. Para García Pintos, esta acción del gobierno de Tabaré Vázquez lesionó la soberanía nacional porque sucedió “años después de que nuestra Justicia competente archivara las actuaciones del caso”.
Para ilustrar lo ocurrido hace 42 años, leyó algunos pasajes del editorial de El País de abril de 2012, que según él, “refleja la verdadera historia de aquel entonces”. En él se describen los asesinatos del ex subsecretario del Ministerio del Interior, Armando Acosta y Lara; del subcomisario Óscar Delega Luzardo, del agente Carlos Leites, del agente Sagunto Goñi y del capitán de Corbeta Ernesto Motto. También se hace referencia a otros oficiales abatidos previamente, ante lo cual García Pintos se detuvo para “vincular algunos de estos crímenes con el nombre de algún integrante del actual gobierno”, y comparó algunas prácticas de los tupamaros con el “terrorismo fundamentalista religioso que hoy asola en tantas partes del mundo”.
El editorial relataba más hechos que servían “para reiterar que los tupamaros fueron los responsables de que el Parlamento aprobara la declaración de Estado de Guerra Interno y pusiera a los militares en la calle para enfrentarlos”. Aunque no se habla de los tupamaros muertos en represalias ese mismo día, el editorial concluye que los detalles de esta historia “no pueden perderse en el tiempo y conviene reiterarlos desde un ámbito distinto al que utilizan los sesgados historiadores oficialistas”.
García Pintos expresó que no cederán en “reivindicar este homenaje, la verdadera historia de nuestro pueblo y el reclamo por devolver a nuestro país y a sus familias a los militares injustamente retenidos en Chile”. Señaló que es necesario que no haya “muertos de primera y de segunda” y pidió “que se reconozca el mismo dolor para sus familiares y las mismas reparaciones”. Por último, apuntó a que “aquellos que fueron condenados por actos delictivos en los años 60 y 70, mediten y muestren arrepentimiento”.
En el cierre del acto se colocó una ofrenda de laurel en la placa recordatoria y se escuchó a medias la marcha “14 de abril de 1972”, por problemas técnicos en el audio. Alguno lo tildó de “inaceptable” y reclamó identificar al responsable del desperfecto.