“Cuando lleguen a Punta Espinillo pregúntenle a cualquiera dónde vivo, que les van a indicar”. Ésas fueron las instrucciones de Vega por teléfono. Al llegar a su chacra estaba trabajando en la tierra, con la radio -una de sus grandes pasiones- a todo volumen, y rápidamente se puso la camisa y se acercó a saludar. Antes de que empezáramos la entrevista pidió permiso para calzarse las botas, fue a calentar agua para el mate y nos pidió que tomáramos dos sillas para conversar en el invernadero que instaló hace poco para resguardar la cosecha de los temporales.

-En otras entrevistas planteó que la diferencia entre izquierda y derecha está en desuso. ¿Cuál sería una clasificación ideológica válida?

-En este mundo más moderno sería: el que vive de su trabajo, el que vive de rentas, el que vive del Estado, que sería la burocracia. Por ahí podría andar, porque el que tiene tierras vive de rentas. Estamos hablando de lo mismo pero son maneras distintas de decirlo. Considero que trabajador no es lo mismo que funcionario, porque el trabajador es una persona a la que le gusta su trabajo, que lo hace sin importarle demasiado cuánto gana. Nosotros acá ganamos muy poca plata, pero sí ganás más de 50.000 o 60.000 pesos por mes ya me pongo a desconfiar de que no seas un trabajador: sos un empresario que además trabaja. Es un límite borroso.

-¿Cuál de esas categorías predomina en Uruguay?

-Nosotros apostamos a que predomine el trabajador consciente de su situación. El trabajador ahora está muy distraído, entonces te termina trabajando alguien que defiende al que vive de rentas... Y no me gusta hablar de empresario, porque si me mirás a mí y salís a recorrer esta zona, teóricamente seríamos todos empresarios, el llamado pequeño empresario. En las cooperativas, que no están muy de moda en el país, se nota un poco mejor. Puede haber alguien que ocupe un lugar y otro que ocupe otro, pero seguro que no hay una diferencia de sueldo que supere de uno a tres o de uno a cuatro. Si vos ganás 20, el que gana más no gana más de 80. En cambio, no lo aseguraría en el caso de una empresa, porque su finalidad es el lucro y por lo tanto va a tener un gerente y accionistas mayoritarios que van a ganar mucho más que el promedio de esa empresa.

-¿Qué pasa hoy con el movimiento sindical y los intereses que defiende?

-Soy profundamente cuestionador del PIT-CNT, creo que se fue de mambo. Hoy hicieron un paro sobre el que no escuché nada porque no quise, pero estoy más o menos seguro de lo que pueden haber dicho. Están defendiendo a un partido, al que está en el gobierno, y ésa no es la función principal que tiene que tener un sindicato. Además, se han transformado en una burocracia. Antes al sindicalista lo iban a buscar a la máquina; para mí eso es un verdadero sindicalista. Se ha entreverado todo.

-Teniendo en cuenta que el ecologismo es una postura que pretende cuidar o preservar el medio ambiente, ¿podría decirse que es un pensamiento conservador?

-Ésa es otra categoría que está en discusión: un conservador contra un progresista. El paisano campesino generalmente va a ser conservador, porque a nosotros nos gusta conservar la tierra, no perderla. Ya arrancás desde chiquito con cabeza conservadora, pero no quiere decir que políticamente seas un tipo conservador. James Petras dijo que ser ecologista es una de las pocas maneras de ser de izquierda.

-¿Está en contra de todo tipo de explotación minera?

-La megaminería en pradera, como tenemos en Uruguay, casi siempre es negativa, porque destruye la pradera que es la que produce siempre. Megaminería en desierto, en montaña, es otra cosa. Pero megaminería en glaciares o pradera, negativo. Nosotros miramos todos los megaproyectos de la misma manera: si destruís parte del ecosistema para avanzar en ese megaproyecto, para mí vas por mal camino.

-¿También depende de quién ejecute ese tipo de proyectos?

-Te pongo como ejemplo el caso de unos vecinos míos que son pescadores artesanales. A ellos les destruyeron todo con la pesca de arrastre. Ellos un poco destruían, no vamos a decir que no, porque agarran con las mallas más chicas pescados más chicos, pero lo que puede llegar a destruir un pescador artesanal, comparado con la gran pesca, es poquito. Una papelera o planta de celulosa podría ser de ciclo cerrado de agua y contaminaría muchísimo menos que éstas de ahora. Pero éstas ya están, no se trata de que nosotros como partido ecologista digamos: vamos a cerrar todo. Hay que estudiar las cosas.

-¿Está de acuerdo con los diagnósticos que dicen que la educación está en crisis?

-Veo re mal a la educación. Parte de un concepto equivocadísimo, por ejemplo, el de que la enseñanza es lo que se imparte en la escuela y en el liceo. La educación arranca desde la casa, desde el barrio, desde el club, desde la iglesia, y también desde la escuela y el liceo. Encerrar tantas horas a los gurises dentro de una escuela o un liceo parte de un concepto equivocado. Creo que los gurises, como cuando yo era chico, tienen que estar mucho tiempo en el grupo familiar, barrial. Hemos abandonado las materias que forman seres humanos críticos; el ser humano crítico está pasado de moda, y ahora se busca algo divertido, entretenido, lúdico. Hay que volver a aprender a escribir, a las raíces de las palabras, a qué entendiste, a cómo lo comunicás, a cuánto sabés de matemática y de todas las otras áreas. Estamos teniendo resultados muy malos, mientras que con la escuela antigua obteníamos mejores resultados. A nivel de la universidad es lo mismo. En la Facultad de Agronomía te enseñan que si vos querés el glifosato es bueno y si vos querés es malo: dos bibliotecas. No, el espíritu crítico tiene que analizar, y yo sé que el glifosato es malo. Puede haber razones de negocios, comerciales, políticas y económicas por las que igual vendas el glifosato, pero tenés que saber que biológicamente es malo.

-¿Qué opina de las políticas sociales que actualmente implementa el gobierno?

-Más de una vez dije que si fuera por mí, cierro el Ministerio de Desarrollo Social [Mides]. Es uno de los gastos más grandes. Eso no implica, sin embargo, que algunas de las cosas que hace el Mides no se sigan haciendo. El tema es darle las cañas de pescar a la gente y no el pescado. De todas maneras, entre tirar la plata en eso y tirarla en armas, me quedo toda la vida con que se tire en eso, pero creo que hay que gastar en la formación de la gente y en las posibilidades de crear una gran incubadora de microempresas de todo tipo.

-Hay quienes consideran que la discusión sobre la llamada “agenda de derechos” tapa los debates verdaderamente importantes. ¿Está de acuerdo?

-Sí, yo creo que tapan la agenda. El Pepe [Mujica] es especialista en eso, pero es la socialdemocracia, que es a la que yo odio. Y ese planteo progresista de “ocupémonos de la juventud, de la igualdad de género”, es compartible, porque lo tengo que compartir, y como lo comparto me sumo a la socialdemocracia, me abrazo.

-¿Qué lugar ocupa el ecologismo en esa agenda?

-Hoy escuché en la radio que hay una agenda climática nueva. Hablaba muy bien el loco del Sistema Nacional de Emergencia: decía que llueve distinto. Desde nuestro lugar es la última oportunidad del hombre para intentar frenar esta locura. Quedarán dos o tres décadas. Creo que van a surgir partidos ecologistas en todas partes del mundo.

-Surgen con ideologías muy distintas...

-Sí. El caso de Marina Silva, que ahora reventó en Brasil, no tiene mucho que ver con nosotros, por ejemplo. Pero es Brasil, no Uruguay.

-¿Cuál es la postura del PERI acerca de la situación de la seguridad ciudadana?

-En la convención pedimos que se votara para tomar postura sobre la baja de la edad de la imputabilidad penal y más de 90% votó en contra, así que vamos con esa postura. Defendemos el concepto de mano firme, como tuvieron mis viejos conmigo, y yo también fui muy firme con mis gurises. ¿Qué quiere decir mano firme? Yo te digo: “Éstos son tus límites, no los pases”. Nunca necesité pegarles a los gurises y muy pocas veces levantarles la voz. Nosotros salimos de una dictadura y después de ella hubo cierto libertinaje, se dejó a los gurises hacer cualquier cosa, y eso nos hizo daño, porque esa generación son los papás de ahora. Yo soy medio partidario de la pena perpetua; lo expliqué y primero mis compañeros no me entendieron, pero después sí. Les pregunté si estaban de acuerdo con la dictadura y me dijeron que no. En Argentina desaparecieron más de 30.000 personas, les pregunté si estaban de acuerdo con que esos militares o civiles que tuvieron que ver con la desaparición de esas personas tengan diez, 20 o 30 años. ¿100 años? Si son 100 es cadena perpetua, no hay que tenerles miedo a las palabras. Acá es medio tibio; te toco pero no te toco. A la Policía se la debe de respetar, y eso no implica gatillo fácil. Eso ya lo vivimos en la época de [Ángel] Gianola [ministro del Interior durante el gobierno de Luis Alberto Lacalle], no vamos a pasarnos para el otro lado.

-¿Qué puede pasar si el PERI sigue creciendo?

-Si no seguimos creciendo tendríamos que retirarnos, porque querría decir que el pueblo no está entendiendo nuestro mensaje. Esta oportunidad es muy importante: ni la elección pasada ni la que viene van a ser iguales. Ahora la situación se presta para que un partido chico se meta, hay un desgaste del FA en el gobierno. En la elección pasada era muy difícil hacer lo que estamos haciendo ahora. Yo lo quise hacer dentro del FA en la elección de 2004 y no tuve suerte. Ahora, si sigue creciendo, vamos a terminar haciendo lo que hacen los demás partidos: habrá varios números de listas con perfiles en tanto se maneje no solamente el programa sino también haya una escala de valores compartida. Podés tener unas maravillosas ideas, pero si sos un podrido en el barrio no corre.

-¿No haber podido confluir en una misma opción electoral con Unidad Popular [UP] perjudica la llegada al Parlamento de ambos partidos?

-Sí, pero igual les dije a ellos que ahora llegamos ambos. Con UP teníamos, de entrada, muchas diferencias, y no quería repetir la experiencia del FA. A mí me gusta decir algo que se pueda cumplir. Si decís que hay que fijar el salario mínimo en media canasta básica... Vos no ganás 28.000 pesos y yo tampoco. Si ponés el mínimo en la media canasta básica, el medio te queda como en 50.000, y eso es absolutamente imposible de pagar. En CX 36 tampoco ganan esa plata. No quiero decir que es demagogia, es una equivocación. Nosotros proponemos un mínimo de 15.000 pesos, que coincide con lo que el PIT CNT propone (no les copiamos), para que ese medio quede en unos 30.000, y lo mismo para las jubilaciones.

-¿Es difícil ir contra la gran masa de votantes y militantes que dentro de la izquierda votan al FA?

-El ser humano es un bicho de manada, le gusta estar dentro de la masa. Y si la manada es ganadora, mejor. Los otros días me crucé con Constanza Moreira, ¿y qué voy a decir? Ella está haciendo lo que tiene que hacer, y si yo estuviera dentro del FA estaría ahí. Si todos pensamos que hay que acompañar sólo lo que puede llegar, nunca nace nada nuevo. Si en 1971 la gente hubiera pensado que no tenía que votar al FA porque no iba a llegar, nunca hubiera llegado. Nosotros arrancamos pensando en llegar.

-¿Cuál sería el rol del PERI en el Parlamento?

-Tendría un papel activo, tratar de presentar proyectos positivos para el cuidado del agua y del aire, ya que no se hacen mediciones de la calidad. Y después, defender todos los proyectos que sean para el bienestar del pueblo, que en eso casi seguro vamos a terminar votando con el FA, UP y con algunos sectores blancos. A nosotros nos resultaría bastante fácil que nos votaran los proyectos que tenemos pensados, porque como el agua ya llegó sucia a Montevideo, si te presento un muy buen proyecto para el cuidado del río Santa Lucía no me vas a poder decir que no, por más colorado que seas. La contaminación no te pregunta de qué partido sos.

-Hace algunas semanas decía en El Espectador que si hubiera segunda vuelta entre Luis Lacalle Pou y Tabaré Vázquez, votaría anulado. ¿Sigue manteniendo esa postura?

-Ahora digo que sigo votando anulado. Si hubiera un debate en el que uno de los candidatos, que para mí tendría que ser Tabaré Vázquez, dejara sentadas las bases de un proyecto de país superior, yo lo tengo que votar. Pero hoy, como no hubo ese debate y la campaña electoral está muy light, voto anulado. Me gustaría no votar anulado, pero para eso tengo que tener propuestas.

-¿Cómo fue la experiencia de trabajo con José Germán Araújo?

-Yo escuchaba CX 30. Un día fui y golpeé la puerta, así nomás, y me puse a la orden de Agrovisión nacional, un programa rural súper escuchado, que arrancó en 1983 con una intencionalidad política. En 1984 llenó el Palacio Peñarol de paisanos y fue una experiencia única en el mundo. Las figuras que yo escuchaba por la radio, sobre todo la de Germán, eran semidioses. Pepe Mujica ganó la elección hablando por la radio, cosa de la que ahora la gente no se da cuenta, desprecia a la radio y está en todos lados. Ni qué decir que Araújo fue el senador que llegó hablando por radio, y no es porque yo copie, sino que uno mama eso. Además, Araújo era una persona muy valiente. Así le fue también con su aliado Partido Comunista, que lo dejó sin radio. Cuando pasó eso yo fui el primero en irse: olfateé algo raro. Muy valiente es la persona que, a pesar de saber que la están escuchando 50 o 60.000 personas que a veces no quieren escuchar una cosa que está por decir, se anima y la dice igual.

-Usted ha dicho que pese a las comparaciones entre su estilo y el de Mujica, la gestión del presidente lo defraudó...

-Cuando ellos recién salieron de la cana y estaban pelados, yo ya empecé a acompañarlos con otros jóvenes; no éramos tantos. Él habló de la tierra y del campo en el Palacio Peñarol, y yo me identifiqué porque era el único que hablaba de eso en el sistema político. Luego lo seguí acompañando y lo conocí personalmente en 1995 en su chacra. Yo sintonizaba con todo lo que él decía, pero cuando llegó al ministerio [de Ganadería, Agricultura y Pesca] vi que no aterrizaba las cosas que decía. Algunos compañeros en común me decían que era porque no lo dejaban. Cuando llegó a presidente ese argumento se le terminó: de presidente hacés o te vas. Una discusión vieja que tenemos en la izquierda es que una cosa es tener el gobierno y otra tener el poder. La diferencia es que si querés tener el poder lo tenés, pero podés terminar con un balazo en la cabeza. Mujica se fue rodeando de gente socialdemócrata, y en determinado momento dijo: “Me quedo en esta posición, que es más cómoda que andar peleándome con mis compañeros y jugándome la vida por un proyecto distinto”. En el término de estos diez años sucedió que en el gobierno del hombre que hablaba de la tierra y apasionaba, fue el período en el que se produjo más concentración, más extranjerización, más plantación de monocultivos contaminantes, más emigración del campo a la ciudad (12.000 productores). Como te digo una cosa te digo la otra, me como los sapos y las culebras, y se terminó juntando con [el vicepresidente Danilo] Astori, que es el gran neoliberal que tenemos ahí adentro en el FA, y le entregó la política económica a él.