Desde 2011 la diaria ha instalado un espacio de reflexión en clave de futuros durante todo un mes: el Día del Futuro. En estos cinco años han participado más de una centena de instituciones del espectro público y privado, local y nacional, entre ellas organismos del Estado e internacionales, organizaciones de la sociedad civil, académicas y emprendimientos privados. Gran parte de la sociedad, por intermedio de actores institucionales claves y en espacios públicos y abiertos, ha venido creando conversaciones que intercambian ideas y conocimientos en base a aquello que imaginan como futuro deseable, posible o probable. La propuesta ha convocado a conversaciones exploratorias de futuros en torno a cinco principales ejes (innovación; geopolítica; sociedad y cultura; política; y Estado y desarrollo) sobre una temática que oficia de disparador (innovación, educación, desarrollo, juventudes, democracia). Más de 400 actividades en estos cinco años abren en tonalidades y polifonía el espectro de los imaginarios que transforman en posible las alternativas en las que se cree.

Como cientista social que trabaja en convergencia con el área de los estudios de futuros he observado con gran interés este caso: la emergencia de un movimiento espontáneo, colectivo y plural que explícitamente coloca el futuro como vector transversal para pensar, debatir, dialogar sobre una temática de importancia a la sociedad en su conjunto. Y es justamente ese carácter de fenómeno emergente, colectivo y espontáneo, con duración en el tiempo, el que le infiere una cualidad diferencial frente a otros casos en los que la convocatoria de participación social es “provocada”, o bien de manera aislada como ejercicios dentro del campo de los estudios de futuros (prospectiva, foresight), o bien como series de actividades programadas dentro de un plan mayor desde un centro de gobierno público o académico.

¿Cómo sostener, multiplicar y extender esta capacidad de construcción social del futuro? Este enfoque entiende que el futuro es inherentemente no conocido, incierto, indeterminado, abierto, por lo tanto, un espacio que reclama trabajar sobre la capacidad de ser libre (en el sentido seniano). Esta premisa nos orienta a fortalecer y crear capabilidades anticipatorias que compensen el deseo de certezas intentando “conocer” futuros; en cambio, nos enfocamos en lo menos atendido y que está directamente vinculado al uso que hacemos del futuro: estimular y fortalecer el deseo de ser libres, de “abrazar” la complejidad, la espontaneidad, la incertidumbre y ambigüedad en lo no conocido. Éstos son aspectos intrínsecos de la creatividad y novedad permanente de nuestro mundo, y, a su vez, condición esencial para el desarrollo y la realización plena de nuestra humanidad: la capacidad y libertad de elegir.

Desde este enfoque, el futuro no es un objetivo a alcanzar. Es un espacio abierto que, según lo imaginemos, informa y orienta nuestras acciones. El futuro es estudiado y aprehendido como anticipación en el presente, y de acuerdo a cómo mejoremos las capacidades y competencias en el uso de los sistemas y modelos de anticipación lograremos una mejor comprensión y acción efectiva. Fortalecer y crear capacidades y competencias anticipatorias empodera la agencia humana y permite a los sistemas transformarse de manera continua, valorando un futuro abierto, no colonizado. De esta forma, es posible crear sentido de futuro compartido, sin necesidad de únicas imágenes totalizantes, sino, por el contrario, de múltiples iniciativas que nutran un imaginario colectivo de futuro abierto e inclusivo al cambio, a la diferencia, a lo nuevo…

Los centenares de actividades que se realizan desde la diaria son espacios abiertos que están llamando a ese salto cualitativo de bienestar humano que, como imaginario futuro colectivo, como sociedad, seguramente compartimos. Los pasos iniciales están dados, sigue ahora elegir si se quiere aprehender y aprender sobre cómo mejor usar el futuro.

¿A qué me refiero con “aprender” a usar el futuro? Nuestras decisiones y acciones están “cargadas” de pasados. Tomando palabras de Pierre Bourdieu en El sentido práctico, nuestro habitus tiende a “reproducir las estructuras objetivas determinadas por las condiciones pasadas de la producción de su principio de producción”. Esto significa que si no generamos un distanciamiento, una ruptura epistemológica con la manera en que venimos produciendo y reproduciendo las configuraciones de realidad, si no reenmarcamos los elementos de sentido dentro de un sentido ampliado que incluya lo nuevo, lo diferente, volvemos a repetir lo conocido, un más de lo mismo. Incluir las potencialidades del futuro nos exige desarrollar las capacidades y competencias de aprehender y de aprender a usar lo nuevo, lo no conocido: el futuro.

Lydia Garrido Luzardo

Antropología de anticipación

FLACSO Uy-Laboratorio de Futuros

Millennium Project, Global Futures Studies & Research

Laboratorio de Futuros de FLACSO Uruguay

Fue creado en 2011 y desarrolla estudios y metodologías para la incorporación de enfoques de futuros en las instituciones y en los tomadores de decisión. Integra el Millennium Project, Futures Studies & Research, un think tank global sobre estudios de futuros que reúne en su red más de 3.500 profesionales y practicantes en los distintos ámbitos públicos y privados en el mundo.