Según explicó Puente, se trató de la primera de varias mesas que el CES organizará a lo largo de 2016 entre diversos actores que, de forma directa o indirecta, están vinculados con el desarrollo de la educación secundaria, incluyendo desde empresarios a comunicadores, pasando por integrantes de los demás subsistemas de la ANEP. Para Puente, la educación es un derecho que aún está “retaceado”, y para el caso de secundaria en particular, señaló que la institución debe darse “un sacudón” para remover su misión fundacional. La jerarca recordó que hace 80 años la educación secundaria logró separarse de la Universidad de la República (Udelar) pero no así de su función social, que tradicionalmente fue la de preparar a los jóvenes para sus estudios universitarios. Según ilustró Puente, una muestra de ello es que hay quienes suelen referirse al liceo como “preparatorio” para realizar estudios terciarios, ámbito que pareciera “para unos pocos privilegiados”.

Puente señaló que desde el CES tienen una “fuerte vocación de debate” porque “sienten imprescindible salir del simplismo de enunciados que circulan anestesiadamente” acerca de lo que pasa con los jóvenes y el liceo, y que “se repiten sin que haya sustancia por detrás”. Según la jerarca, es necesario “salir del 'no se puede' desde la construcción de propuestas”, y para ser transformadora, la educación debe ser “un ejercicio de optimismo”.

Haciendo historia

Daniel Corbo, quien fue director del CES en el gobierno de Luis Alberto Lacalle e integrante del Consejo Directivo Central de la ANEP por la oposición durante el gobierno pasado, realizó un análisis histórico del rol de secundaria en la sociedad uruguaya. Según recordó, cuando a comienzos del siglo XX Uruguay se planteó reformar la Constitución de 1830, el artículo 100 de la carta magna creó los consejos autónomos, en un intento por “dividir el poder” en el país. En ese momento se le otorgó autonomía a la Udelar y por lo tanto también a los preparatorios, que en aquel momento funcionaban solamente en el actual liceo Instituto Alfredo Vázquez Acevedo, donde justamente se estaba realizando el intercambio con los ex jerarcas. Corbo también se refirió a la creación del CES en forma independiente a la Udelar años después, aunque lamentó que ello ocurriera “en un momento político de quiebre institucional”, durante el golpe de Estado de Gabriel Terra.

Para Corbo, desde la época de José Batlle y Ordóñez, cuando por ejemplo se crearon los liceos departamentales en el interior, la educación secundaria se pensó como elemento de desarrollo cultural y “no sólo de preparatorio”. En síntesis, planteó un primer impulso de secundaria con la creación de los liceos departamentales y la democratización de la cultura que supuso, proyecto que, según dijo, convivió con el de Pedro Figari, que planteaba la necesidad de construir una institución educativa vinculada con la producción nacional y la necesidad de “pensar haciendo y hacer pensando”, modelo tomado por la UTU. Un segundo impulso planteado por Corbo ocurrió entre las décadas del 50 y del 60, con una expansión fuerte de la matrícula de secundaria, que creció en 80.000 estudiantes y pasó de abarcar 11% a 43% de los jóvenes, mientras que se construyeron 50 nuevos liceos. Según planteó el ex jerarca, en ese momento se pasó de una enseñanza secundaria que abarcaba sólo a las élites a incluir también a las clases medias.

Para Corbo, un tercer impulso ocurrió a la salida de la dictadura, con el principal desafío de renovar la institución, porque secundaria se abrió a los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Por ejemplo, indicó que en los primeros cinco años desde el retorno de la democracia, la matrícula creció en 47.000 estudiantes y se construyeron 70 nuevos liceos. Además, entre 1980 y 1990, la tasa de matriculación entre los jóvenes en edad de ir al liceo pasó de 57% a 79%, detalló. Para el ex director del CES, en ese momento los “viejos paradigmas” con los que fue concebida la institución no podían dar cuenta de la heterogeneidad de su población, algo que, según planteó, sigue desafiando a secundaria en la actualidad. También señaló que el problema de muchos de los jóvenes que acuden al sistema es que “no tienen proyecto de vida”, que es lo que “impulsa hacia adelante y da fortaleza”. Por lo tanto, planteó que se necesita una institución “abierta a escuchar” y “que construya vínculos”.

Otras épocas

Jorge Carbonell, director del CES entre 2000 y 2005, consideró que un grupo de gente debería pensar la institución en los próximos diez años, y que el año que viene debería comenzar una reforma en primaria, con su correlato dentro de cuatro años en secundaria. Además, planteó que los problemas en lectoescritura con los que los jóvenes entran al liceo “hay que resolverlos ya”.

Alex Mazzei, actual directora del Instituto Nacional de Evaluación Educativa y directora del CES entre 2005 y 2010, habló de la incidencia de la última dictadura en la educación y de lo que “dejó sembrado” en el modelo de convivencia en los liceos, pese a que, ante el inmediato surgimiento de gremios al momento de la salida democrática, muchos pensaron que la educación se había salvado del autoritarismo.

Mazzei planteó que la dictadura afectó el progreso en la educación que se había logrado en los años 60, por ejemplo, destituyendo a los docentes más críticos, a quienes luego costó restituir, sumado a que “socavó la formación ciudadana”. Evaluó que la dictadura también influyó en que se identifique a las autoridades de la educación con un partido político, ya que sigue estando presente la sensación de que se perdió la autonomía de la educación, algo que “dificulta el diálogo pedagógico”. Mazzei dijo también que la “pauperización salarial” del período contribuyó a la “desvalorización docente”, sumado a que los profesores y maestros muchas veces se sienten “desamparados” y “muy sobreexigidos”, porque “todo se le atribuye a la educación” y a ellos en particular. La jerarca dijo que para lograr cambios en el sistema educativo es necesario “recuperar la autoestima” de los docentes, y señaló que el actual presupuesto de la ANEP es el primero que se piensa “desde el estudiante que recorre el sistema y no desde los distintos subsistemas”.

Por su parte, Pedretti planteó que los docentes están trabajando en un contexto distinto que aquel en el que fueron formados, y consideró que ningún profesor debería trabajar más de 21 horas semanales, porque la otra parte de la carga horaria “le corresponde al estudiante”. Según dijo, hay docentes que dicen que pueden dictar hasta 50 horas de clase por semana, pero para Pedretti en esa modalidad el esfuerzo se centra en el docente y “le roba espacio al estudiante”. El ex sindicalista pidió “evitar ideas fundacionales” en educación, y consideró que “la sociedad es la que construirá la educación del futuro”, por lo que pidió la mayor participación posible en el próximo Congreso Nacional de Educación.