El gobierno aún está analizando la propuesta del Sindicato Anestésico-Quirúrgico (SAQ) sobre el régimen de trabajo de los Cargos de Alta Dedicación en la salud privada. Los anestesistas y cirujanos pretenden, entre otras cosas, que la base de sus remuneraciones sea superior a las de los especialistas con título no anestésico-quirúrgico y que a su vez no tenga tope. Según explicó un integrante de la directiva del SAQ, “estos artículos fueron elaborados por mi hijo de tres años, que todavía no entiende ese asunto de que uno no puede tener todo lo que quiere. Con la madre tratamos de no malcriarlo, porque es importante que entienda que hay límites. Pero claro, si la vida de mucha gente dependiera de él no tendríamos más remedio que ceder a sus extorsiones”.

La propuesta salarial enviada al gobierno no es el único asunto que ocupa por estos días a los anestesistas. Ayer la directiva del SAQ resolvió, en una votación dividida, rechazar el pedido de ingreso de los dos enfermeros que en 2012 fueron acusados de asesinar a decenas de pacientes. “Yo creo que perfectamente podrían formar parte de nuestro sindicato, porque se dedican a la salud y además tienen una visión similar a la nuestra acerca de la importancia que tiene el paciente dentro del sistema asistencial. Más allá de las cuestiones formales, su espíritu es el mismo que el nuestro”, explicó uno de los directivos que votaron a favor del ingreso. Un directivo que votó en contra de la iniciativa argumentó: “No son ni anestesistas ni lo suficientemente malos. Es cierto que con ellos compartimos ciertos intereses y características en común, pero las cosas que nos distancian son demasiadas. Para empezar, no tienen título de anestesistas. Pero además, el año pasado la Justicia los liberó por falta de pruebas. Nosotros estamos convencidos de que son culpables, pero, ¿qué pasa si al final dejamos entrar al sindicato a personas que no hicieron nada reñido con la ética? ¿Qué viene después de eso, integrantes de Médicos sin Fronteras, voluntarios de hospitales de leprosos? No podemos arriesgarnos”.