A las 21.20 del martes salieron dos ómnibus desde Bella Unión. Dos ómnibus similares a los de la flota del transporte público de Montevideo de hace 20 años, esos que tienen los asientos duros, sin acolchonar. Después de varias paradas, 12 horas y unos minutos después estaban llegando al parque Capurro de Montevideo; de ellos se bajaron integrantes de la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA) y trabajadores de la ex Calvinor y Green Frozen (ex Calagua).

Los estaban esperando varias organizaciones que convocaban a la marcha que los llevaría al Palacio Legislativo. Entre ellas, la Agremiación de Funcionarios Federados de la Universidad de la República (AFFUR), la Asociación de Empleados y Obreros Municipales (ADEOM), Plenaria Memoria y Justicia, Tendencia Clasista y Combativa y la Corriente de Estudiantes del Pueblo de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU).

Pasado y presente

Consultado acerca de la evolución de las reivindicaciones de la UTAA desde su creación y a lo largo de los distintos gobiernos, Rodas aseguró que “el sindicato se sigue manteniendo en sus principios y fiel a las consignas de la pelea por la tierra”. “Seguimos peleando por la tierra y por que no sea solamente para la concentración y los agronegocios, como sucede hoy en día, que tenemos un ministro que es un productor y defiende a rajatabla los intereses de los productores y de los agronegocios”, agregó. Rodas sostuvo que emigraron del campo “montañas de trabajadores rurales” que “no han tenido más que venir a engordar los cinturones de miseria de la ciudad” y planteó que “se multiplicó por diez el precio de la tierra y los ricos se han enriquecido diez veces más”. Mientras tanto, se quejó de que los peones rurales “siguieron en la zafralidad y en la penuria”, y denunció que en los lugares de menos de 5.000 habitantes “tienen que agachar la cabeza, no pueden hacer reclamos y sus derechos laborales son violados constantemente”.

Tras el cansador viaje, había quienes necesitaban estirar las piernas y quienes prefirieron sentarse alrededor de la fuente del parque. Un grupo de jóvenes se sentó en el pasto a mirar el Río de la Plata, del que sólo los separaban la rambla Baltasar Brum y una vía de tren por la que pasaron varios vagones que transportaban combustible con destino a la refinería de ANCAP en La Teja. De a poco, seguían llegando integrantes de las organizaciones que convocaban a la marcha. También se acercaron dirigentes de la Confederación de Organizaciones de Funcionarios del Estado (COFE) para conocer de primera mano los reclamos de quienes llegaron desde Artigas. Se desplegaron en el pasto seis pancartas que pedían “trabajo para las mujeres” y la reactivación de la agroindustria en una “Bella Unión productiva”. También había una pancarta de vecinos de Santa Catalina que se expresaban “contra el saqueo y la regasificadora” y reclamaban “por tierra pa´l que trabaja y muerte al latifundio”. Varias cámaras de fotos y una tablet registraban las primeras imágenes en la capital, algo que se extendería durante toda la marcha rumbo al Palacio Legislativo.

Las cosas que veo

Jorge Rodas, secretario general de la UTAA, fue el que tomó la voz de mando y empezó a organizar a sus compañeros para dar comienzo a la procesión, con la que también colaboraron los montevideanos, que están más habituados a las marchas en la capital. La movilización empezó por un costado de la cancha del Centro Atlético Fénix hasta llegar a la calle Capurro, para luego doblar por la avenida Agraciada. Ante la falta de instrumentos de percusión, algunos de los que marchaban agitaban a los demás con palmas y gritos. “Guardá el celular que hay que ir aplaudiendo”, le decía un hombre a otro visiblemente más joven, que durante gran parte de la marcha fue tomado de la mano con su novia.

Algunos de los gritos de los manifestantes recordaban el reclamo “por la tierra y con Sendic”, en referencia al padre del futuro vicepresidente, o que “la tierra no se vende, se ocupa y se defiende”. A medida que la marcha avanzaba, aumentaba el calor y disminuían las caras de asombro de los peatones y conductores de las calles montevideanas, que ya en Agraciada respondían con bocinazos y algún saludo. Cada vez que pasaban por una obra en construcción, los manifestantes gritaban algo alusivo a la unidad de la clase trabajadora y en reconocimiento al Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos, y cuando la respuesta era tímida, quienes marchaban especulaban con que se trataba de un “amarillo”, en alusión a que no se trataba de trabajadores afiliados al sindicato.

En diálogo con la diaria, Rodas explicó que la marcha y la instalación en carpas se realizó ante la asunción del nuevo Parlamento y el nuevo Poder Ejecutivo el 1º de marzo, y la posibilidad de trasladar la preocupación de los trabajadores sobre el debilitamiento de la agroindustria de Bella Unión, “que prácticamente ha desaparecido”. El dirigente de la UTAA señaló que el gobierno anterior “hizo negociaciones con empresarios que llevaron a Green Frozen a la ruina”, situación en la que “pagaron el pato los trabajadores”. Además, dijo que la mayor problemática en la zona es que depende demasiado de la zafralidad, y recordó que Green Frozen dio trabajo a 1.200 personas y que cuando el proyecto se terminó “no hubo ninguna alternativa por reactivar en serio”. “El Ministerio de Ganadería [Agricultura y Pesca] del primer gobierno de Tabaré Vázquez se intentó algo muy tímido que terminó como terminó, con un empresario fundido, debiendo al Estado y queriendo hacerle juicio”, agregó.

Visitas

Los trabajadores pusieron varias carpas en la plaza, hasta el viernes, frente al edificio anexo del Palacio Legislativo, donde comienza la avenida Agraciada. Ayer recibieron allí únicamente a legisladores de Compromiso Frenteamplista, el sector que lidera Raúl Sendic; entre otros, a Leonardo de León, senador y ex presidente de Alur. Esperaban encontrar a los legisladores de Artigas (la senadora y ex intendenta Patricia Ayala [Frente Amplio, FA] y los diputados Silvio Ríos [FA] y Mario Ayala [Partido Nacional]), pero no estaban. Los que sí escucharon sus historias y experiencias fueron decenas de estudiantes universitarios, integrantes de proyectos de extensión, que al caer la tarde se acercaron al campamento, mate en mano, en busca del intercambio.

Según dijeron a la diaria Pablo Dávila y Rita Traba, ambos ex trabajadores de la empresa, recién están comenzando a transitar por una propuesta de autogestión para retomar las actividades que llevaban a cabo en la ex Calagua. Ambos explicaron que el problema en donde viven es que la única industria que quedó es la de Alur, que “va en descenso”, según dicen. También señalaron que el futuro en el lugar “es negro” y que no quieren volver a vivir una crisis como la de 2002. Según contaron, en Bella Unión hay mucha gente que empezó a vender sus cosas y pueden verse niños que piden comida a sus vecinos, algo que antes no pasaba.

En busca de respuestas

La otra industria por la que la marcha reclamaba era por la del vino, más precisamente por el camino que varios trabajadores de la ex Calvinor comenzaron a trazar mediante el cooperativismo. Con el objetivo de reactivar la unidad productiva, presentaron un proyecto ante el Fondo de Desarrollo (Fondes), pero no fue aprobado, y los integrantes de la cooperativa sufren el desgaste de estar desde hace dos años intentando viabilizar su opción. Hasta abril tienen vigente un contrato con el Banco República por la custodia del inmueble, por la mitad de dinero que recibían en el contrato anterior, y en octubre dejaron de recibir el seguro de desempleo, que esperan que se renueve por ley. Según explicaron, vienen a Montevideo para saber de primera mano si se va a renovar el seguro de paro y para encontrar alguna solución con integrantes del futuro gobierno, mientras todavía esperan por cobrar los créditos laborales.

Con respecto a la situación de Alur, Ruben Couto, secretario general del Sindicato Obrero de la Caña de Azúcar (SOCA), explicó que en Alur la producción de azúcar descendió en los últimos años, y que se está apostando principalmente a la de bioetanol. Según Couto, esto implica menos fuentes laborales, a lo que se suma que el año que viene van a jubilarse 100 trabajadores pero desde la empresa anunciaron que no habrá nuevas contrataciones. Desde el SOCA están esperando que asuman las nuevas autoridades para plantear su preocupación. Sobre este tema, Rodas ilustró que en un momento se hablaba de la existencia de 12.500 hectáreas de plantaciones de caña, pero hoy no se superan las 10.000. “Las empresas están hablando de incentivar más la parte mecánica, a lo cual no nos opusimos nunca, pero no vamos a dejar que se pierdan puestos de trabajo por complacer a las empresas con las máquinas. También dijimos que los trabajadores nunca tuvimos una participación en absolutamente nada de todos estos emprendimientos”, afirmó.

Por lo tanto, la idea de la UTAA es hacer una ronda con los nuevos legisladores de diferentes partidos políticos y también con representantes del PIT-CNT, “y ver qué rol van a jugar ellos en todo esto” y “si van a apoyar o no”, explicó Rodas. En las carpas también se realizarán talleres con estudiantes y sindicatos de trabajadores de la capital que están apoyando a la UTAA y la formación de las cooperativas.

Con varias botellas de agua fría encima y afectados por el calor, sobre el mediodía los manifestantes llegaron al Palacio Legislativo. Ya al llegar a su puerta principal, comenzaron a subir las escalinatas para fotografiarse. Uno de los dirigentes pidió a todos que se pusieran de espaldas al palacio: “A éstos hay que darles la espalda”, sentenció.