El Instituto Nacional de Evaluación Educativa y UNICEF organizaron un seminario para “compartir experiencias” sobre la educación socioemocional, partiendo de la base de que constituye un importante elemento en la formación integral de los niños y jóvenes y de que actualmente no es parte importante en los currículos de enseñanza formal en el país. Desde ayer y hasta la tarde de hoy, decenas de docentes y psicólogos que trabajan en espacios educativos acceden al relato de experiencias de este tipo en otros países. En resumen, esta corriente promueve que la formación de los individuos no pasa únicamente por aspectos cognitivos y racionales, sino que también es necesario ejercitar la “inteligencia emocional” para obtener mejores resultados.
Uno de los docentes que asistieron al seminario fue el español Pablo Fernández Berrocal, de la Universidad de Málaga. Fernández Berrocal conversó con la diaria y fundamentó que la educación “clásica” que predomina actualmente se centra en que los estudiantes incorporen aspectos cognitivos de las distintas áreas de conocimiento. El experto no niega que eso sea importante, por el contrario, pero advierte que si el proceso de enseñanza se centra exclusivamente en ese tipo de enfoque, se corre el riesgo de crear “pequeños frankensteins” que estén únicamente hiperdesarrollados en aspectos intelectuales.
Señaló que a menudo la formación deja que aspectos como la relación de los jóvenes con sus familias, amigos y entornos se desarrolle “de forma natural”. “Eso a veces ocurre y ocurre de la forma adecuada, pero otras veces no”, agregó. Fernández Berrocal pide que imaginemos que algo considerado importante por la escuela, como el aprendizaje de un segundo idioma, la matemática o la escritura, se deje librado a que los niños lo aprendan espontáneamente. “¿Cuánta gente aprendería de forma espontánea un segundo idioma? Muy poca gente, salvo que tuvieras un primo que fuera inglés o francés”, reflexionó.
Otra forma
Sobre la educación de las emociones, señaló que “siempre se ha hecho en la escuela, aunque de forma espontánea”, porque cuando un profesor interactúa con un estudiante está educando emocionalmente, “pero no de forma estratégica sino según va saliendo, sin ningún tipo de pauta, de forma intuitiva”, consideró. El académico aseguró que las investigaciones en el área han demostrado que cuando, por el contrario, se enseña de una forma “estratégica, más coordinada y reglada”, la efectividad es “mucho mayor”.
“Los estudios empíricos que se han hecho, principalmente en Estados Unidos y Europa, demuestran que los chicos que reciben una educación socioemocional explícita en el colegio, incluida en la currícula, y a los que se hace un seguimiento, tienen mejor salud física, mejor salud mental; son niños más cooperativos, más empáticos, menos agresivos, tienen menos problemas de bullying en la escuela que niños de otras escuelas que no tienen este tipo de programas”, indicó. Además, dijo que la evidencia empírica también muestra que esos jóvenes consumen drogas, tanto legales como ilegales, en menos cantidad.
El experto aseguró que también se ha demostrado que los niños que reciben entrenamiento en inteligencia emocional tienen mejor rendimiento académico y sacan mejores notas en áreas como la matemática y la lengua. “Muchas veces, los padres y los profesores están tan obsesionados con el rendimiento académico, que piensan que es lo único importante. Tienes que convencer a los profesores y a los padres de que se va a implementar esto en una escuela; tiene que ser una labor de convencimiento, no de imposición”, afirmó.
También aplica
Fernández Berrocal dijo que muchas veces los padres de los niños le preguntan “para qué” tener ese tipo de formación, a lo que siempre responde con el mismo ejemplo. “Cuando usted está muy estresado, o ansioso, ¿cómo es su rendimiento en el trabajo? Todo el mundo dice que malo. Eso que es tan obvio en el adulto, ¿no cree que será lo mismo en un chico o una chica? Es lo que la investigación ha demostrado, que cuando un niño tiene problemas emocionales no atiende en clase, está pensando en otras cosas, no puede focalizar. No tiene estabilidad emocional, y se sabe que la inteligencia emocional genera más estabilidad emocional”, explicó.
El experto asegura que para que el niño se sienta seguro y equilibrado, “hay que trabajar otros aspectos, más allá de lo matemático”, al tiempo que advierte que este abordaje también hace que los adolescentes tengan menos tendencia al suicidio. Además, sostiene que si hubiera expertos de la línea socioemocional, algunas patologías de comportamiento que se detectan a los cinco o seis años de edad serían detectables a los dos.
El académico español participará mañana en una jornada de capacitación dirigida a docentes uruguayos en la que, antes que nada, les enseñará a los profesores a que desarrollen sus habilidades emocionales, “que aprendan a percibir, comprender y regular mejor sus emociones”, porque asegura que “no se puede enseñar lo que no se tiene”. “No funciona así, porque gran parte de la enseñanza de lo emocional ocurre en la comunicación no verbal”, agregó. Fernández Berrocal critica la formación docente en España porque considera que los planes de estudio son “anticuados” y “no se modifican acorde a lo que se necesita”. Además, señala que al graduarse, los docentes deberían salir con una idea clara de cómo funciona el cerebro de los niños y jóvenes, y reclama que deberían recibir formación emocional.
Para el experto, a la hora de trabajar con personas cualquier individuo “debe tener cualidades emocionales mínimas; no digo que sea el más empático del mundo, pero debe tener una empatía aceptable”. Acerca de seleccionar docentes, critica que se haga mediante elementos “casi todos memorísticos”, lo que “no garantiza que los profesores seleccionados sean los mejores”.
Además, cuestiona la forma en la que se encaran los debates sobre educación en su país, donde suelen intervenir elementos “ideológicos y corporativos”. Para el académico, la pregunta que todo sistema educativo debería hacerse antes que nada es qué deberían saber los jóvenes. Agregó que hay muchos contenidos “que no sirven para nada y que se podrían quitar”. También criticó la falta de elementos objetivos probados sobre lo que funciona y lo que no, y a quienes tienen la idea de que “educar es sufrir”.