Según Cooperman, ante la imposibilidad económica de construir miles de universidades, la principal preocupación de la educación abierta es lograr que la mayor cantidad de personas se gradúe en una universidad. Para ello se nutre de recursos como videos en internet y plataformas virtuales, pero siempre el objetivo es “liberar los conocimientos para todo el mundo”. El experto definió el trabajo que realiza el consorcio que preside como “un apoyo de la educación no formal a la formal”. Para ilustrar su utilidad señaló que cuando cualquier profesor universitario quiere utilizar un material académico para una de sus clases, si dicho material no tiene una licencia creative commons, de acuerdo a la normativa de derechos de autor debería pedir autorización a quien lo haya elaborado. “Se debería mandar un correo electrónico a la editorial o al autor para pedir permiso, pero casi nunca es respondido”, aseguró, mientras que indicó que la licencia creative commons “nos da la posibilidad de usar los contenidos sin pedir permiso”.
“En la Universidad de California Irvine tenemos todos los cursos de grado de Química disponibles por video, son como 300 o 400 horas de video. Las otras universidades podrían incorporar nuestros recursos sin pedir permiso, de esa forma eliminamos la fricción entre una universidad y otra. También buscamos la forma de ayudar a los alumnos a estudiar y nos preguntamos cómo ellos podrían encontrar los recursos que necesitan y qué hacen si no entienden algún tema del curso. Para eso tenemos un índice de tópicos de todo el curso, que les permite encontrar rápido lo que están buscando”, agregó.
Combinar o reemplazar
Para Cooperman, se debe reemplazar la forma “tradicional” de enseñar por la educación abierta, y en ese sentido aseguró que hay universidades en el mundo que tienen proyectos para suplantar los materiales de estudio que tienen costos por otros gratuitos y “abiertos”, y de esa forma “se baja el costo de la educación superior”. Si bien admitió que no siempre se puede suplantar un método por otro, el experto asegura que “estamos en un momento en el que la educación superior con materiales abiertos es posible”. De todas formas, señaló que no es una tarea fácil, principalmente por los intereses económicos que hay detrás de la producción de conocimiento en todo el mundo. “Las editoriales tienen mucha influencia en la política” a nivel mundial, aseguró.
“Buscamos cambios en la política de países, si un profesor trabaja para la Udelar, buscamos que sus creaciones por defecto tengan licencia creative commons. Así podemos cambiar las cosas muy rápido”, aseguró. De hecho, la Udelar cuenta con un repositorio abierto de materiales llamado Colibrí, en el que puede encontrarse en forma gratuita la gran mayoría de las publicaciones generadas por docentes de la institución.
Si bien para Cooperman se deben suplantar métodos, hay muchas experiencias en las que la educación abierta se combina con la formación tradicional. Para el académico, “estamos en la época de la educación digital y la evidencia muestra que para bajar el número de clases magistrales y aumentar el contacto de grupo de pares, la educación abierta sirve mucho más que la forma antigua de enseñanza”.
En la cancha
Cooperman señaló que la universidad que funciona enteramente en forma abierta y cuenta con más prestigio académico es la Universidad Abierta de Reino Unido, institución en la que eliminaron los requisitos de ingreso a las distintas carreras. Según contó, pese a que hoy se trata de una universidad digital, en sus comienzos los estudiantes de esa institución debían mirar determinados videos en televisión por semana para realizar los cursos, y enviaban los trabajos por correo postal. Otro caso sin tanto prestigio académico es el de una universidad abierta de Indonesia, en la que están anotados cerca de 600.000 estudiantes. Allí enfrentan el problema de que no tienen muchos docentes adecuadamente capacitados para dictar sus clases, un problema que es bastante frecuente en otros países, señaló. Según narró, en Indonesia “confían más en que los mejores profesores dicten una clase por internet” y a eso le agregan “otras formas para apoyar a los alumnos”, tanto mediante recursos abiertos como actividades de acompañamiento específicas para los estudiantes de menores ingresos.
Cooperman señaló que la primera reacción de muchos docentes ante este tipo de recursos es la del miedo a perder el empleo, pero al respecto consideró que “es imposible que una persona educada pierda el trabajo”, y agregó que pese a ello, sí se introducen cambios en las tareas del docente. “Hay una brecha entre las necesidades de educación superior y la cantidad de docentes que tenemos y su capacitación. UNESCO dice que el nivel promedio de los docentes baja a raíz de eso, y es un problema grave. Me imagino que en Uruguay hace diez años eran cerca de la mitad de alumnos que tienen hoy, pero no hay dos veces más docentes. Los recursos abiertos le dan la posibilidad de estudiar por sí mismos al nivel de posgrado y grado, y a los docentes de ser más capaces de dictar sus clases”, agregó.
Reconciliar
Muchos profesores ven en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) un enemigo en el desarrollo de sus clases, y consideran esos recursos como una fuente de distracción de los estudiantes. La educación abierta también busca tirar abajo ese tipo de concepciones para transformar las TIC en un aliado del proceso educativo. Para Cooperman, en la educación superior desde hace siglos se usa el método de la clase magistral para educar, “pero según todas las investigaciones se trata de un método ineficaz” porque “no podemos concentrarnos más de seis u ocho minutos de corrido”. Según el experto, “hay otros métodos mucho más eficaces”, como aprender por internet y con pares. “La educación formal debe concentrarse en la educación activa, donde los alumnos están pensando todo el tiempo, trabajando en grupos pequeños, montando el escenario para explicar sus soluciones”, indicó.
De todas formas, Cooperman es crítico con la forma en que todavía se llevan a la práctica ese tipo de acciones por medio de internet. Considera que “es un avance pero no es suficiente” debido a que “los medios sociales tienen el problema de que pocos estudiantes participan de manera consistente”, pero se muestra optimista de cara al futuro. “En los próximos cinco años la forma de trabajar juntos por internet será perfeccionada. El problema con internet es que no es igual a estar en el mismo salón, hay una distancia. Tenemos que eliminar esa distancia para que la forma de estudiar juntos sea igual”, añadió.