“Los seres humanos inventaron el concepto de basura, en mi mente no existe la basura. Hacemos neumáticos, se usan en un auto por 50.000 kilómetros, los cambiamos y no sabemos qué hacer con los viejos. De hecho, las cubiertas crecen en este planeta, igual que las botellas de vidrio y plástico, el cartón, el aluminio, todos esos materiales se producen en este planeta y son autóctonos, entonces para mí son recursos naturales. El aluminio no desaparece nunca, una cubierta de caucho tampoco, son mejores que muchos de los materiales que uno puede comprar y que se llaman material de construcción. La mayoría de las viviendas que se producen con materiales convencionales son más cercanas al concepto de basura que una lata de cerveza o una cubierta”.

Las declaraciones pertenecen al arquitecto estadounidense Michael Reynolds, referente de la organización Earthship Biotecture, que entrevistado por la diaria dio detalles del método bajo el que se construirá el nuevo local de la escuela rural Nº 294 de Jaureguiberry, balneario de Canelones que limita con Maldonado.

Martín Espósito es el responsable del proyecto en Uruguay, y contó a la diaria que la idea original fue donar una escuela a la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). En un principio el equipo tenía la idea de construir el local en el departamento de San José, pero se encontraron con la negativa del intendente José Luis Falero, quien les dijo que “no quería tener nada que ver” con la ANEP y el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA). Después, hablaron con el entonces director del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP), Héctor Florit, que “abrió las puertas” para el trabajo de la organización.

Espósito explicó que fue el CEIP el que les sugirió la construcción del local en Jaureguiberry, porque la escuela sólo puede recibir a 34 niños y se aloja en un local alquilado que tiene problemas edilicios. Además, señaló que el resto de los niños de la zona debe concurrir a la escuela de Solís, ya del lado de Maldonado, y que eso implica que deban pagar un boleto de ómnibus caro, porque para trasladarse deben pasar por el Peaje Solís.

Todo legal

Consultado por la diaria, Florit, que ahora se desempeña en el CEIP como consejero, explicó que existía previamente un reclamo de la comunidad de Jaureguiberry sobre la necesidad de un nuevo local para la escuela. Además, señaló que los objetivos del proyecto coinciden con los de Primaria en cuanto al cuidado del medioambiente y la energía, y que lo hace “a través de la innovación”. Es por eso que previa autorización técnica del MVOTMA y coordinación con la Intendencia de Canelones, el CEIP resolvió aceptar la donación.

Tras tres años y medio de trámites, donaciones de privados y preparación, el equipo técnico organizó ayer una cena en el Club Uruguay para recaudar el presupuesto que falta para financiar el proyecto, que en total se estima en 400.000 dólares. Según Reynolds, hasta el momento falta recaudar un tercio de ese monto, pero de todas formas la organización resolvió que está en condiciones de poner en marcha la fase de construcción. Si todo sigue de acuerdo a lo esperado, en los próximos meses llegarán desde el exterior 40 estudiantes de arquitectura, que junto a una cifra similar de uruguayos que estudian la carrera en la Universidad de la República, recibirán capacitación del equipo de Reynolds para hacer ellos mismos la construcción en forma voluntaria. Los estudiantes pagarán una matrícula con la que se financia parte de las actividades del proyecto.

Además de estudiar los aspectos físicos y biológicos que permiten este tipo de construcciones, los estudiantes también son capacitados para el trabajo con la comunidad, parte fundamental de este tipo de emprendimientos. Según Reynolds, que en el mundo es apodado “el rey de la basura”, este trabajo “es dar un paso hacia afuera de la arquitectura”. Recordó que cuando hace 45 años comenzó a desarrollar su método era denigrado por sus colegas porque “a la gente le asustaba hacer edificios con basura” y también “que las aguas servidas pasen por el living de una casa”, en referencia al método alternativo de saneamiento que implementa.

De cabeza

Es que además de utilizar materiales de construcción habitualmente considerados residuos, el modo de construcción que propone la organización diseña un sistema por el que el agua de lluvia es aprovechada para el uso interno en la casa. Además, excepto el agua que se usa en el baño, previa limpieza, toda el agua que se usa en la edificación es reutilizada. La propuesta también incluye la generación de energía eléctrica a partir de la luz solar y el viento, y la plantación de alimentos para asegurar la alimentación de las familias.

El método consiste en que una vez que estén todos los materiales disponibles, los 80 estudiantes de arquitectura trabajen ocho horas por día en la construcción del edificio. De esa forma, un local de estas características puede ser construido en solamente dos meses. Reynolds estimó que la construcción en Jaureguiberry comenzará a mediados de octubre y que sobre la mitad de diciembre quedaría pronta “para utilizar y tirar la cisterna”.

“Me pregunto cuánta gente realmente sabe qué es la sustentabilidad. El planeta es sostenible y va a seguir existiendo independientemente de los humanos; lo único que puede pasar es que él prescinda de nosotros. Los humanos necesitan ver la manera de ser suficientemente humildes para reconocer que el planeta es su casa, y si ellos nutren al planeta, el planeta los va a nutrir a ellos, pero si ellos abusan de él, el planeta también va a abusarlos. No es un tema moral sino lógico. Ésa es la dirección que tratamos de darle al asunto a través de la biología y la física. No se basa en nada moral ni espiritual. Los árboles continuamente mejoran al planeta porque producen oxígeno para que criaturas como nosotros respiremos, y además dejan caer sus hojas para enriquecer el suelo, o sea que los árboles trabajan para el planeta y son parte de él. Los humanos trabajan contra el planeta, todo lo que hacemos día tras día le saca oxígeno al planeta, y el oxígeno es la razón por la que la gente está aquí”, reflexionó el arquitecto.

Espósito explicó que en una zona como Jaureguiberry, donde “había sólo tres almacenes pero uno de ellos cerró” y no hay muchos espacios de referencia a nivel comunitario, el proyecto también buscará generar talleres educativos sobre temas variados, que pueden ir desde cocina hasta sustentabilidad ambiental. El equipo está trabajando en el territorio desde hace dos años. Además de la comisión de fomento, algunas organizaciones ecologistas de la zona participan en esas instancias, y según coincidieron los entrevistados, los actores locales están “muy entusiasmados” con la propuesta.