El docente de la Facultad de Psicología Pablo López Gómez dice que está en contra de la repetición escolar como estrategia posible para dar otra oportunidad a los estudiantes. Sin embargo, advierte que ese mecanismo está “naturalizado” en el sistema educativo uruguayo, y cuando se debate sobre la utilidad de la herramienta suelen quedar a la vista posturas “fundamentalistas” al respecto. Además, para el académico, “como ocurre con el fútbol”, todos los uruguayos consideran que pueden opinar sobre lo que pasa en los centros de enseñanza porque todos pasaron por ellos. López Gómez comentó ayer una mesa organizada por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC), la Agencia Uruguaya de Cooperación Internacional y el Sistema de Naciones Unidas en el Uruguay, en la que hablaron docentes uruguayos que viajaron por varias ciudades de América Latina y Europa con el objetivo de sistematizar experiencias en torno a distintas “alternativas a la repetición”.
Según el docente, “el debate que debe darse no es tanto repetición sí o no, sino más bien qué hacemos para que los jóvenes aprendan”, y si bien puede decirse que esa herramienta incide en la desvinculación estudiantil, no puede afirmarse que si se elimina la deserción vaya a bajar, porque hay otros factores que también intervienen y que deben atacarse. Por ejemplo, evaluó que también hay factores de género que intervienen, porque los hombres repiten más que las mujeres; además, los niños que se encuentran dentro del sistema educativo están tres veces más medicados que las niñas.
López Gómez sostuvo también que pese a que está a favor de eliminar la repetición en el sistema educativo, para hacerlo sería necesario modificar el modelo pedagógico y crear sistemas de apoyo para aquellos jóvenes y niños que tengan tiempos más lentos para aprender, tal como ocurre en otros países. Además, señaló que aunque muchos docentes lo afirmen, eliminar la repetición “no necesariamente es bajar el nivel”, y también indicó que existe evidencia suficiente para decir que cuanto más tiempo pase el niño en el centro educativo es mejor para él, pero advirtió que para eso “se necesita plata y más docentes”.
Los viajes
La docente de secundaria Beatriz Amestoy comentó lo que sistematizó el grupo con el que viajó a Bogotá, La Habana, Montreal y Ontario, y contó que en general la repetición es una alternativa “infrecuente”. Lo que ocurre en la mayoría de esas ciudades es que ante dificultades de los niños “se desarrollan estrategias concretas para potenciar el aprendizaje”, y si el docente del grupo no puede resolverlo se acude a otro que trabaja como acompañante, que muchas veces es un profesional universitario. Además, destacó el trabajo articulado entre el sistema de salud y el educativo que existe en Cuba.
Acerca del país caribeño también elogió que pese a que los cursos comienzan a las 10.00, las escuelas abren a las 6.30, para que los padres que trabajan puedan dejar en ellas a sus hijos. Además, dijo que en Canadá los niños están como mínimo ocho horas diarias en el centro educativo y que los docentes trabajan entre 40 y 44 horas a la semana, con horas específicamente destinadas al trabajo en equipo y la coordinación.
Acerca de los casos de Madrid, París e Inglaterra, la también profesora de secundaria Gabriela Rosadilla señaló que en España la repetición en primaria está limitada, porque los niños sólo pueden repetir una vez durante esa etapa, y en el primer año todos los estudiantes son promovidos. En secundaria se puede repetir sólo dos veces, una en cada ciclo de esa etapa, y los docentes deciden en forma colegiada si un estudiante no será promovido de año. En Inglaterra, los estudiantes directamente no pueden repetir, y a la hora de dictar clases los docentes tienen como mandato partir de la diversidad de sus educandos, mientras que en Francia no hay limitantes pero la tendencia es que los niños “deben repetir lo menos posible”.
Rosadillo, que partió de la base de que “la repetición no genera nada positivo en el estudiante”, contó también que la tendencia en Europa es que los docentes tengan 40 horas semanales en un solo centro y que 20 de ellas estén destinadas al trabajo fuera del aula. Como punto negativo destacó que en estos países la atención del sistema está concentrada principalmente en los resultados y no en el proceso educativo.
En formación
En otra mesa en la que se compartieron visiones sobre la formación de maestros y profesores en esos mismos países, los docentes que expusieron dejaron clara la tendencia internacional de que ese tipo de formación tenga carácter universitario. En algunos casos los egresados de cualquier licenciatura universitaria ya están capacitados para dictar clases, en otros deben cursar algún tipo de posgrado adicional, y en otros casos hay una formación universitaria específica para dar clases e investigar. Por ejemplo, en Canadá los profesores y maestros destinan parte de su carga horaria a realizar cursos de actualización.
La directora del Consejo de Formación en Educación de la Administración Nacional de Educación Pública, Ana María Lopater, comentó la mesa y reiteró el compromiso de las autoridades de que la formación de los docentes uruguayos también alcance el nivel universitario, pese a que admitió que la coyuntura actual hace que la creación de una institución específica para ello “se aleje un poco”. Además, dijo que se deben implementar políticas para que los profesores uruguayos dejen de tener horas “dispersas” en varios centros educativos y las concentren en uno solo. De todas formas, señaló que “si no aumentamos la cantidad de docentes va a ser difícil” lograrlo. Según Lopater, la autonomía y la cogestión en Uruguay son fortalezas del sistema frente a la realidad institucional de otros países.