Al llegar a la playa de Pajas Blancas, el único lugar de Montevideo que se considera un balneario y donde viven entre 3.000 y 4.000 personas, se ve un galpón lejano que forma parte de la chacra del ex presidente José Mujica. Unos kilómetros más abajo está la playa, llena de turistas de corto itinerario que bajan de los ómnibus de línea L15 y de locales que bajan a chapotear e insolarse. Algunos, en su camino a surtirse de tortas fritas o sombra de los árboles, curiosean sobre una reunión de más de 50 personas que instaló banderas, pancartas y dos parlantes que explican de qué se trata la jornada, con la banda sonora y la locución cíclica de un autoparlante de barrio. “No a la minería en Pajas Blancas”, dice el locutor y corean los que llevaron bombos y platillos.

Todo comenzó en 2012, cuando la empresa Impra SA, propiedad del empresario Omar Méndez, pidió un permiso para explotar granito en Pajas Blancas -un mineral que su compañía ya había extraído del subsuelo de San José- ante la Dirección Nacional de Minería y Geología y la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama).

El pedido formal es de explotación de 90 hectáreas, pero los vecinos argumentan que, por las características agresivas con el suelo de ese tipo de minería, habría consecuencias en toda la zona.

El predio en el que se instalaría el emprendimiento minero pertenece a la empresa Fesnil SA, que administra el terreno pero no puede negarse a que la empresa extractora se instale, porque así lo establece el Código de Minería. Fuentes de la empresa propietaria del campo dijeron a la diaria que los dueños están en contra de que se instale el emprendimiento allí, y que vienen presentando quejas formales a las autoridades desde hace dos años.

Consideran que su establecimiento, dedicado al ganado, contribuye más a la zona que una empresa privada que instale un modelo extractivo y que perjudique una “zona maravillosa” con chacras turísticas, plantaciones frutales y una playa que en verano se llena de bañistas que nadarían en aguas menos saludables si la cañada Piedritas se ve afectada por el nitrato de amonio mezclado con gasoil, que se usa para estallar en la piedra y extraer unos 150.000 metros cúbicos de granito, con dos o tres explosiones por semana que sonarían a unos 130 decibeles, lo que afectaría el bienestar de los vecinos.

Además, esto implicaría la circulación de 30 camiones por día, según el cálculo de los vecinos, que pesarían cuatro toneladas en total -su peso más la carga del granito-, lo que afectaría las rutas, y que darían trabajo a cinco o seis camioneros y un par de ingenieros que trabajarían en la planta.

La instalación del emprendimiento minero afectaría también las actividades de la empresa de agua embotellada Sirte, opina Carlos Acuña, jefe de planta; una compañía que da 53 empleos directos y 90 indirectos y que produce 2.000.000 litros de agua por mes. El trabajador explica a la diaria que los pozos que maneja la empresa, que bajan unos 120 metros en la tierra, pueden sufrir fisuras y contaminación de los productos químicos que necesitaría la mina.

Fuentes cercanas a la familia propietaria del predio aseguran que se dedica a la explotación de ganado, que aunque no es una actividad central en su economía, aporta trabajo a las familias de los peones que se encargan de los animales. El trato (obligado) de explotación prevé que los dueños se queden con un canon de 3% del dinero que se genere, pero a los propietarios no les seduce la propuesta. El proyecto de extracción cae en el contexto del anuncio de que se reactivarían las obras para la planta regasificadora de Puntas de Sayago, y el granito se volverá fundamental como materia prima para construir una vía que comunicaría La Tablada con Puntas de Sayago. “Las obras no se van a dejar de hacer”, dice una fuente vinculada a los propietarios del campo, “Las extracciones podrían hacerse en Melilla, donde también hay granito y no se genera un perjuicio para la nación”.

Acelgas, alfalfa y corvinas serían las materias primas más afectadas por la producción minera. Sobre la pesca, en especial se afectaría a las especies que están a cargo de los pescadores de Pajas Blancas, que ya sufrieron pérdidas desde que se iniciaron las obras de dragado para la regasificadora, en 2014. En la zona desovaba una población de corvinas que desapareció, y se prevé que el sonido de las detonaciones expulsaría a los cardúmenes hacia aguas más profundas. La pesca artesanal da trabajo a 300 personas de la zona.

Fuentes de la Dinama dijeron a la diaria que se han enviado inspecciones a la zona y que hay un expediente en estudio que se difundirá “pronto”. “Capaz que nos dan bola cuando Mujica se agarre una pulmonía”, bromea uno de los propietarios, mientras los bombos suenan de fondo y los vecinos cantan “no a la minería” con la música de The White Stripes. El 31 de enero la comisión de vecinos de Pajas Blancas convocó a una nueva reunión, en el mismo lugar, al lado de la playa.