Tenía 34 años y sus iniciales eran PP. Vivía en el suroeste de la ciudad de Dolores, Soriano. La encontraron muerta en la casa de su madre, que queda al lado de la suya, el viernes de noche, a dos días de que calles de varias ciudades de Uruguay y de otros países de la región se llenaran de personas que marcharon en repudio a la violencia contra las mujeres. Los vecinos vieron el fuego que salía de la casa, forzaron la puerta y la encontraron en la cama. Más tarde, la Policía descubrió que el incendio venía de la casa de su vecino, de iniciales MR; se presume que el hombre intentó suicidarse, pero le salió mal: el jefe de Policía del departamento, Alberto González, dijo a la diaria que el presunto homicida tenía heridas graves y que tuvo que ser trasladado al Centro Nacional de Quemados, en Montevideo.

El caso está en presumario, ya que el hombre estaba inconsciente -al menos hasta el cierre de esta edición- y no pudo ser interrogado. Según la agencia de noticias local, Agesor, se presume que tenían una relación sentimental y que habían pasado juntos la noche anterior.

“Una vez más: la noticia, la rabia, el dolor... Una vez más: salir a la calle, gritar que estamos juntas, que si tocan a una responderemos todas. Porque estas muertes no son accidentales, no son incidentes aislados, ni un caso policial, ni una nota periodística… Estas muertes de mujeres son el producto de una violencia estructural, patriarcal y capitalista, que todos los días nos falta el respeto, a nuestra palabra, a nuestros cuerpos, y algunos de esos tantos días nos mata”, dice el comunicado que difundió la Coordinadora de Feminismos del Uruguay, que, como cada vez que se registra un femicidio, convocó a una concentración para hoy: será a las 19.00, en la plaza Libertad.