“Los vecinos tienen derecho a descansar, los trabajadores tienen derecho a trabajar y los ciudadanos tienen derecho a recrearse”, dijo ayer Christian Di Candia, prosecretario de la Intendencia de Montevideo (IM). Los reclamos de los habitantes de los municipios B y Ch por la contaminación sonora que generan los boliches -en particular las aglomeraciones de personas conversando en las veredas, que técnicamente se conocen como “ruidos sociales”- son viejos y motivaron varias olas de fiscalizaciones, multas y cierres de bares, como la de aquel 2014 que vio morir a Espacio Guambia y cerrar temporalmente al Bar Rodó, Paullier y Guaná y ocho bares más.

Ese año fue el segundo motivo de los reclamos que llegaron a la Defensoría del Vecino de Montevideo, después de “problemas entre vecinos”: según el último informe publicado, en 2014 llegaron 147 quejas en total por esa causa, la mayoría desde el Municipio B, y la IM logró resolver 48%.

Hace más de un año que la IM se está reuniendo con los involucrados para buscar acuerdos: los vecinos, los alcaldes Carlos Varela, del B, y Andrés Abt, del Ch, y los dueños de bares y discotecas, algunos representados por el Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y Afines del Uruguay (CAMBADU) y otros independientes. El objetivo, dijo Di Candia, es operar sobre las “zonas saturadas”: Bulevar Artigas hacia Eduardo Acevedo, Rivera hacia Gonzalo Ramírez y la esquina de Luis Alberto de Herrera y 26 de Marzo. La IM anunció ayer que hoy enviará un proyecto de decreto a la Junta Departamental de Montevideo que permita implementar una medida cautelar para no habilitar, en esas zonas, más locales de esos rubros.

“Los vecinos reclaman que por favor no se instalen más negocios de ese tipo. Esta es una señal de la administración”, dijo Varela. Si el decreto se aprueba, correrá sólo para esas zonas de esos municipios, pero la puerta está abierta para que se puedan ampliar. Además, adelantó Di Candia, cualquier alcalde podrá presentar una solicitud para sumarse. ¿Y qué pasa con los ruidos de los locales que ya están? Los tres jerarcas coincidieron en que es una medida temporal que apunta a preparar el terreno para trabajar junto con vecinos y bolicheros en una normativa más compleja.

El prosecretario dijo ayer que el plan es lograr “un cambio cultural” por medio de varias líneas de trabajo a largo plazo: prohibir que se instalen locales de espectáculos con viviendas residenciales a los dos lados, restringir los permisos para las tarimas que ocupan parte de las calles con sillas y mesas, y regular los horarios de trabajo. Con esa última idea, explicó Varela, se intentará que “la movida” empiece antes, para que no se pierdan horas de trabajo. La reglamentación nueva, reconocieron los alcaldes, presenta desafíos, como afinar las definiciones para que no entren en la misma bolsa parrilladas, restaurantes y discotecas, y fortalecer las inspecciones para que, por ejemplo, los bares no incluyan música en vivo sin permiso. Otra dificultad, reconoció Abt, es regular la actividad en su municipio, que tiene locales “dispersos por todos lados”.

Anoche se reunió un grupo de unos 20 vecinos de Cordón y Parque Rodó que se nucleó hace dos años para coordinar los reclamos. “La mayoría de los boliches no están pegados a casas particulares, pero hay una cantidad de gente que anda en las calles toda la noche. En un radio de seis manzanas donde viven 2.000 personas tenemos 24 boliches y ahora se van a habilitar dos más”, reclama Camelia Huino, vocera del grupo, que no acepta las medidas que se anunciaron ayer. La solución, dice, es que los boliches abandonen las áreas residenciales y se vayan a otras zonas, como el Parque Roosevelt o la ex Estación Central de AFE. “Acá el derecho humano a descansar no existe. Imaginate que vos quieras descansar en medio de una tribuna”, dijo.

La IM convocó una reunión con los empresarios para el martes 26. A priori hay voluntad de trabajar en el tema, al menos desde CAMBADU, dijo a la diaria su vicepresidente, Daniel Fernández, que adelantó que el centro está formando una comisión especial de bolicheros. La medida de limitar las habilitaciones para locales nuevos no cayó mal entre los integrantes de la gremial, que creen que el aumento viral de bares en una misma zona puede terminar debilitando a cada uno de ellos. También asimilan algunas críticas de los vecinos: “Se hacen boliches que son físicamente cada vez más pequeños y revientan en la calle, porque adentro caben cuatro mesas”. Además, Fernández está de acuerdo con el cambio cultural que pretenden las autoridades de Montevideo: “Tenemos que dejar de empezar la salida a la madrugada. Hay que tratar de salir como en Europa”.