El Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) analizará mañana la posible suspensión de la participación de Rusia en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, medida que se tomaría debido al descubrimiento de que el Ministerio de Deportes de ese país elaboró un plan de dopaje masivo para sus atletas. “Este tipo de cosas hay que detenerlas a tiempo. No lo digo tanto por el dopaje, que siempre ha existido, sino por la vuelta del estatismo soviético. Si no paramos esto, dentro de poco vamos a tener de vuelta a los rusos tratando de imponer en todo el mundo su modelo de control estatal sobre la sociedad”, aseguró un funcionario diplomático estadounidense. El gobierno ruso ya anunció que planea “reaccionar con firmeza” si se concreta lo que consideran una “injusticia”. Pero entre los atletas el clima es casi el opuesto. “Llenarme de sustancias químicas que potencian mi rendimiento pero arruinan mi salud no me preocupa tanto, porque el lanzamiento de martillo es mi vida. Pero morir por dengue o zika, intoxicado por el agua contaminada, o a consecuencia del fuego cruzado entre la Policía militarizada y los narcotraficantes es otra cosa. La gloria olímpica puede esperar”, declaró un medallista olímpico ruso.
Los organizadores de los Juegos Olímpicos aseguraron que la ausencia de atletas rusos sería un “duro golpe” para la competición, aunque también reconocieron que sería “un alivio”, ya que la infraestructura para recibir a los atletas aún no está terminada. “Cuantos menos atletas vengan, mejor. Lo ideal sería que todas las delegaciones fueran como la uruguaya, con un pequeño grupo de atletas que se pueden acomodar en un monoambiente”, aseveró una funcionaria del comité organizador. De todas maneras, dijo sentirse “confiada” en que estas Olimpíadas cumplirán con el objetivo de “colocar a Brasil como un país reconocido a nivel mundial”, ya que seguramente sean “las peores de la era moderna, y quizá también de la Antigüedad, porque por más primitivas que fueran aquellas, es seguro que los griegos tantos desastres no hacían”, aseguró un funcionario gubernamental.