En el marco del seminario internacional organizado por UNICEF se presentaron los resultados de un estudio sobre seguridad ciudadana, adolescentes en conflicto con la ley y opinión pública realizado por la empresa Equipos Consultores. En junio de este año se midió cuáles eran las principales “preocupaciones” de los uruguayos: la inseguridad y la delincuencia tienen en vilo a 30% de la población; después, 11 puntos porcentuales más abajo, están el desempleo y la desocupación, y con siete menos se ubica la situación económica. En octubre de 2006 las principales preocupaciones eran el desempleo y la coyuntura económica, pero en 2009 el tema que hoy ocupa el número uno en la tabla llegó para quedarse. En febrero de 2016, 63% de los uruguayos pensaba que el país era “inseguro o muy inseguro” y 17%, que era “seguro o muy seguro”; en junio de 2015 la brecha entre una percepción y otra era casi inexistente. Lo paradójico es que 63% de los uruguayos encuestados este año dijeron que viven en un barrio “seguro o bastante más seguro” que donde existe “inseguridad”. María Julia Acosta, directora de Desarrollo Social de Equipos Consultores, concluyó que “vivimos en un país inseguro con barrios seguros”.

En cuanto a quiénes se sienten más “inseguros” el estudio indica que son los “segmentos de la población que son más vulnerables”: las mujeres, las mujeres con nivel educativo primario y las mujeres de mayor edad.

La explicación

Equipos Consultores también hizo un estudio cualitativo en Salto, Maldonado y Montevideo, a unas 100 personas, para entender qué piensa el uruguayo y por qué; según David Carballo, director del Área de Marketing Antropológico de la consultora, los resultados son “robustos”: en Uruguay hay una “mala percepción” respecto de los adolescentes, pero la mayoría de los que tienen esa opinión no han sido víctimas de episodios violentos protagonizados por adolescentes; alimentan esa idea, fundamentalmente, a raíz de lo que escuchan y ven en los medios de comunicación, y, en segunda instancia, por el “boca a boca”. La percepción negativa no es “nueva”: creen que se origina en el “comportamiento y desempeño” del chiquilín, que sin lugar a dudas es responsable y culpable de esta. Los uruguayos pensamos en términos dicotómicos excluyentes: un adolescente es “bueno” o “malo”. El desvío del camino del “bien” se da porque existe una “falta y pérdida de valores”, “vacíos y carencias educativas y familiares”, “drogas”, “malas compañías”, no se “visualizan oportunidades” y, por ende, “se quebrantan normas”. Carballo señaló que el factor económico no aparece en las respuestas generales, pero si se escarba un poco, en el análisis de las respuestas este factor es determinante.

Los uruguayos concebimos el problema de la “inseguridad” de “manera dual”: los jóvenes y los hombres “perciben que no aumentó tanto, sino que hay más información y la gente se entera más”; por otro lado, los adultos y las mujeres opinan que “va en aumento” y hay más “miedo”. Ambos grupos coinciden en que las formas de violencia se han agravado y que la violencia ha aumentado.

Un estudio realizado por la misma empresa para el Ministerio del Interior en 2011 ponía en evidencia que la mayor parte de la población (57%) pensaba que la mayoría de los delitos eran cometidos por niños y adolescentes: sólo 8% decía que eran cometidos por adultos. En ese sentido, la Encuesta Mundial de Valores, realizada el mismo año, indicó que 66% de los uruguayos pensaba que era “relevante” aumentar el “respeto a la autoridad” y 52% sostenía que uno de los atributos a alentar en el desarrollo del niño es la obediencia -cifra que descendía a 29% en 1996-.