La situación de la empresa papelera Fanapel, que en diciembre envió al seguro de paro a todos sus trabajadores y que hoy sigue con su producción detenida, fue el último emergente, pero antes se habían sucedido el cierre de la textil Campomar y Soulas en la década de 1990, la crisis de Agolan unos años después y, más recientemente, las dificultades que enfrenta la cooperativa textil Puerto Sauce. Para el alcalde de Juan Lacaze, el frenteamplista Darío Brugman, la situación laboral de la ciudad es “preocupante” y en los últimos años ha sido notorio el “continuo descenso de las fuentes de trabajo” en la localidad coloniense.

“Estamos comenzando a ser una ciudad sin perspectivas y eso preocupa hondamente. Pasamos de ser una próspera ciudad industrial a sostenernos por algunas empresas que brindan servicios industriales, una buena idea que tuvo Fanapel en su momento. Los jóvenes no tienen muchas perspectivas, más que la de entrar a trabajar como empleados en algún comercio, que a su vez dependen del alto número de jubilados que sigue teniendo el pueblo. Aparte de la situación coyuntural de Fanapel, es complicado el futuro laboral de Juan Lacaze”, dijo Brugman a la diaria.

Según el alcalde lacazino, en estas últimas fiestas de fin de año la caída de la actividad comercial fue “notoria”. “No tenemos datos actuales, pero la percepción y lo que hemos hablado con gente del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social es que los niveles de desempleo son significativamente más altos que en el resto de las ciudades de Colonia. Juan Lacaze siempre dependió de la industria, acá nunca funcionaron ni las actividades agropecuarias ni el turismo. Fuimos formados para la industria, pero ahora tenemos que reperfilarnos; no queda otra opción”, reflexionó.

A pesar de este panorama, Brugman piensa que hay alternativas posibles, que dependerán de la capacidad de articulación entre las autoridades nacionales, departamentales y locales, y los actores privados. Puso como ejemplos la posibilidad de captar nuevas inversiones para el parque industrial que funciona en el viejo predio de la fábrica Campomar y Soulas y que administra la Agencia de Desarrollo Económico; la reactivación del puerto tanto para cargas como para actividades deportivas; y los emprendimientos turísticos que se puedan instalar en las cercanías de la localidad, en la zona de playas donde antes funcionaron varias empresas areneras.

“El futuro también puede ser venturoso, pero dependerá de las decisiones que tomemos. En la última sesión del Consejo de Ministros, que tuvo lugar en Carmelo, tuvimos reuniones con el director de la OPP [Oficina de Planeamiento y Presupuesto], Álvaro García, y hablamos de empezar a generar ámbitos que nos permitan reflexionar sobre el presente y el futuro de la ciudad”, señaló.

Costos varios

Antes de fin de año, Brugman acompañó a una delegación del Centro Unión Obreros Papeleros y Celulosa (CUOPYC) a un encuentro con el prosecretario de Presidencia de la República, Juan Andrés Roballo, en la que se analizó la delicada situación que atraviesa la industria papelera. En diciembre, vale recordarlo, la papelera Fanapel envió al seguro de paro a sus 250 trabajadores. “La empresa no tiene muchos proyectos para el futuro, sólo intenta reducir costos de cualquier manera. También es cierto lo que han planteado, en cuanto a que la situación con el mercado argentino empeoró mucho”, manifestó Brugman. Desde la llegada de Mauricio Macri al gobierno, y como consecuencia de sus políticas comerciales, comenzaron a ingresar al mercado argentino productos de países asiáticos que han provocado un descenso de la venta de papel de Fanapel al país vecino. “Antes, durante el kirchnerismo, también había complicaciones, pero eran distintas, a raíz de las barreras comerciales. Pero el sindicato negociaba con sus pares argentinos y se habilitaban las importaciones del papel uruguayo. Hoy eso ya no corre”, comparó Brugman.

Por su parte, Marcelo Olaverry, presidente del CUOPYC, dijo ayer que en la última reunión con la empresa les transmitieron que los jornaleros que hoy están en el seguro de paro retomarían las actividades el 11 de enero. “A pesar de eso, hay una incertidumbre total en cuanto a qué puede pasar en la fábrica durante los próximos meses. Ahora volveríamos, pero después nadie sabe qué va a pasar. Tuvimos una reunión con gente del Poder Ejecutivo a finales de año; quedaron de darnos alguna respuesta, pero hasta ahora nadie se ha comunicado con nosotros. Percibimos la situación extremadamente complicada. Yo realmente nunca había visto la fábrica en estas condiciones, con este desorden. No se sabe qué quiere la gerencia, y en el gobierno no parece haber voluntad para ayudar a empresas que están en esta situación. Y nosotros estamos ahí, en el medio”, se lamentó Olaverry.

El 14 de diciembre, el vicepresidente de Fanapel, el ingeniero Gonzalo Goñi, y su gerente general, Carlos Rodríguez, estuvieron en la Comisión de Legislación de Trabajo de la Cámara de Diputados. Entre otras cosas, plantearon que en los últimos diez años la empresa gastó 114 millones de dólares en UTE, ANCAP y el Banco de Previsión Social, y que una de sus mayores dificultades actuales son los altos costos energéticos, que significan 19% del monto total que necesita para mantener su producción activa. “El costo de la tarifa de energía que estamos enfrentando es totalmente desproporcionado con respecto al de los mercados con los que nos toca competir; en realidad, eso nos saca de la competencia”, dijo Rodríguez, según consta en la versión taquigráfica.