Ayer asumió como senadora, por la lista 1001, Michelle Suárez, la primera mujer trans en ocupar una banca en el Poder Legislativo. En la interna comunista reconocen que la situación es “inusual”, ya que en su partido están acostumbrados “a personas que se cambian de ideología, que un día son comunistas y al otro día empresarios dedicados a explotar a los trabajadores. Pero esto de la gente que se cambia de género no es tan común”. Desde los colectivos de defensa de los derechos de la población LGTBI (Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales) definieron al día de ayer como histórico, y no sólo porque una mujer trans haya entrado al Senado. Durante la sesión se trató también el subsidio al ex vicepresidente Raúl Sendic, dispuesto por la vicepresidenta Lucía Topolansky, a pesar de que la Constitución prohíbe que los legisladores que renuncian a sus cargos perciban cualquier tipo de compensación antes de que termine el período para el que fueron elegidos. La totalidad de la bancada del Frente Amplio, que a esa altura ya incluía a Suárez, respaldó la medida. “Mucha gente dice que Michelle está ahí porque es trans, y no por sus méritos. Pero con este voto demostró que es capaz de defender las decisiones mezquinas y aberrantes que suele tomar el Parlamento con el mismo caradurismo que sus compañeros de bancada”, aseguró un integrante de Ovejas Negras. Dentro del oficialismo la presencia de una mujer trans en el Senado es vista con buenos ojos. De todas maneras, algunos legisladores reconocieron que si los colectivos LGTBI siguen pugnando por tener representantes en el Parlamento podrían terminar dejando afuera a los heterosexuales. “Ahora ese riesgo no existe, pero si les siguen agregando siglas a la forma en que se denominan, un día van a llegar a las 27 letras del alfabeto. Y si por cada uno de ellos hay un senador, se quedarían con las bancas no sólo del Frente, sino de casi todos los partidos”.