En la usina de Felipe Cardoso, la Intendencia de Montevideo (IM) realizó en los últimos días la tradicional destrucción de mercadería incautada en puestos de venta callejeros. Entre los objetos destruidos y tapados con tierra se encontraban 29.000 pares de lentes, que podían ser perjudiciales para la salud de quienes los compraran. Podrían ver mejor y constatar lo feas que están muchas fachadas de la capital con esas firmas hechas por jóvenes cuyo narcisismo es caso de estudio para los profesionales.
También fueron destruidos unos 93.000 discos compactos (o CD, por sus iniciales en inglés, que suelen ser al revés que en español). Coincidentemente, las disquerías uruguayas planean tomar una medida parecida para las próximas semanas. Una cifra similar de CD será destruida por acumular polvillo en las bateas. “Ya no sabemos qué hacer con ellos. Los dejamos bien a la vista y sin ningún tipo de medida de seguridad para que los ladrones se los lleven, pero ni siquiera a ellos les interesa. De hecho, algunos CD que dábamos por perdidos aparecieron nuevamente. Sospechamos que son ladrones que se dieron cuenta de que no les servían para nada y los están devolviendo”, aseguró un empleado de una disquería que no quiso identificarse porque se le rompió su reproductor de CD hace dos años y no lo quiso arreglar porque ya no vale la pena, y si todavía lo tiene en el living de su casa es solamente porque no está seguro de en qué contenedor lo tiene que tirar. Los locales sobrevivirán con la venta de auriculares, instrumentos musicales y vinilos para el nuevo hipster uruguayo, que por suerte vive, lucha y gana mejor que antes.