“Beeee, beeeee, beeeee”, gritaba enardecida la multitud de jóvenes “rockeros” que se acercaron a la Rural del Prado el viernes y el sábado para una especie de reedición del Montevideo Rock que pretendía recobrar el espíritu del movimiento musical del año 1986 ignorando que hubo otras ediciones del mismo evento que estaban más acordes con el tinte comercial y publicitario del espectáculo.
“Fue una verdadera fiesta sin conflictos”, dicen al mismo tiempo los organizadores, llenos de orgullo, y los críticos, llenos de desazón. Para los primeros, fue un gran inicio de campaña electoral; para los otros, la falta de crítica, actitud y capacidad de rebelarse contra la autoridad es señalada como “evidencia del fracaso por resucitar la mística de 1986”. “Hay más rebeldía en los rebaños de ovejas de la Expo Prado que en los rebaños de bandas que desfilaron los dos días”, sentenció un portero del predio de la Rural, que algo de experiencia tiene en la evaluación de ganado ovino.