Viviana Piñeiro es la secretaria de Relaciones Internacionales del Partido Socialista (PS). Tiene 35 años, estudió Ciencia Política, y desde 2010 a 2014 presidió la Unión Internacional de Juventudes Socialistas (IUSY, por sus siglas en inglés). La semana pasada el PS anunció su retiro de la Internacional Socialista (IS), y sobre eso conversamos con Piñeiro.
–En una columna explicás que el PS se retiró de la IS “porque no nos representa, porque ya no es global, ni relevante, ni democrática, ni solidaria, ni socialista”. ¿Con qué ejemplos se pueden bajar a tierra esos conceptos?
-El secretario general de la IS que se acaba de reelegir es secretario general desde 1989, Luis Ayala, del Partido Radical chileno. Lo que fue pasando con los años, una cuestión que sucede en este tipo de estructuras burocráticas cuando no hay recambios, es que se fue asentando una lógica de trabajo, promovida por él, que es claramente ochentosa, de no aggiornarse a los desafíos actuales. Un ejemplo muy básico: la IS no tiene redes sociales. Si alguien no se toma el trabajo de ingresar en la web de la IS no se entera de lo que hace. Eso lo vinculo con que no es relevante o no es influyente. El funcionamiento de la IS consiste en seguidillas de reuniones, que se han transformado en un lobby burocrático y nada más, y después visitas del secretario general a los distintos países, pero no hay una agenda de trabajo, una plataforma política coordinada, y eso es lo que debiera hacer una organización internacional. Las reuniones se limitaban a una serie de discursos donde cada uno iba a dar el suyo y no a escuchar al resto, no había un intercambio político con una toma de decisiones de cuál era el rumbo. Por eso decimos que se convirtió en una vidriera para el lobby internacional de algunos personajes. En 2008 IUSY hizo la primera propuesta de reforma. Eran cuestiones de funcionamiento; por ejemplo, poner límites en los mandatos, hacer congresos más seguidos, períodos de dirección más cortos, transparencia en la gestión, debate político real, equilibrio entre las regiones, equilibrio entre géneros en los organismos de conducción, mejora en la comunicación interna y externa, fortalecimiento en el vínculo con sus organizaciones fraternas, entre otros. Dejó de ser global porque, cuando la reforma fracasa, varios partidos se empiezan a sumar a las críticas, sobre todo los partidos europeos que fueron los fundacionales de la IS, la socialdemocracia alemana, los nórdicos, el Partido Democrático sueco. Todo eso llega al punto máximo en 2011, con la Primavera Árabe, donde se identifica que los partidos de los presidentes de Túnez y Egipto eran miembros de la IS. Eso fue un llamado más fuerte a la reflexión: la IS había crecido tanto que tenía en sus filas partidos que no compartían sus principios y valores. Por supuesto, esos partidos fueron expulsados de inmediato, pero ahí se dio un nuevo impulso a la reforma, con una carta muy dura de muchos partidos, y se llegó a 2012 con una candidatura alternativa a Ayala, de Mona Sahlin, del Partido Socialdemócrata sueco, que perdió por pocos votos. Entonces se reeligió a Georgios Papandréu [el presidente de la IS], a Ayala, y ese fracaso en el impulso reformista hizo que muchos partidos se empezaran a replegar, algunos yéndose directamente, otros bajando su estatus. Entonces dejó de ser global porque, en la práctica, de los 170 partidos miembros que tiene la IS, solamente 60 tuvieron derecho a voto. En ese proceso el secretario general fue tejiendo las alianzas que les fueron funcionales a sus intereses personales. Fueron tomando fuerza partidos latinoamericanos que son de los que nosotros nos sentimos más alejados. Lo de democrática: casi que las decisiones no se tomaban en términos democráticos, no podemos decir que es democrática ninguna organización que perpetúe en el poder un liderazgo como se ha perpetuado el secretario general en esta organización, y también es poco transparente. Las acciones que se llevaban adelante eran definidas unilateralmente por el secretario general, que manejaba -además de su agenda de viajes, porque no voy a decir que es una agenda política-, esa agenda y los recursos de la organización.
–Decías también que muchos partidos ingresaron y se diluyó la identidad de la organización. ¿A cuáles te referís, por ejemplo, a nivel regional?
-Yo separo dos grupos: los partidos que son miembros de larga data, como la Unión Cívica Radical, que en este proceso estuvieron con la alianza Cambiemos, de Mauricio Macri. Fue muy fuerte ver al secretario general de la IS reunido con Macri, bajo un titular: “La IS apoya un cambio”. Y están los partidos nuevos. Creo que el más paradigmático es Voluntad Popular de Venezuela, el partido de Leopoldo López, que integra la IS. Tres partidos de la oposición en Venezuela integran la IS: Voluntad Popular, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo. Acción Democrática es de esos partidos que están en la IS desde hace muchos años; si leés los documentos se definen como socialdemócratas, pero después, cuando vas a la agenda política, claramente no lo son. Todos sabemos que en el Frente Amplio (FA) hay diferencias respecto de la valoración sobre lo que está pasando en Venezuela; también las hay en el PS. La salida de la IS nada tiene que ver con los posicionamientos y resoluciones sobre Venezuela; nosotros habíamos resuelto irnos antes del congreso. Lo cierto es que la diferencia que tengo sobre cómo se están dando las resoluciones sobre Venezuela es que en el marco en una situación donde se está transitando un camino de diálogo entre el gobierno y la oposición, acompañado de ex presidentes del mundo, el papa, un proceso grande, una organización como la IS debiera poder apuntalar ese proceso y no posicionarse de forma radicalizada. Henry Ramos Allup, de Acción Democrática, seguramente sea uno de los que más impide, desde la oposición, que el diálogo avance. Es un personaje bastante nefasto, para Venezuela y para la IS.
–En la columna reivindicás la importancia del internacionalismo. ¿Por qué?
-Los socialistas pensamos que cuando lleguemos al socialismo, este será internacional o no será. Son nuestros vínculos internacionales bilaterales, nuestra priorización de la región, y es seguir luchando por tener una coordinación a nivel global que funcione. Para poder resolver los problemas que afectan a la humanidad hay que generar alianzas políticas internacionales. Y entendemos que en un contexto de crisis global, la respuesta debe ser global. El nuevo avance de la derecha, cada vez más rancia, más nacionalista, más xenófoba; frente a ese avance la respuesta la tenemos que dar en conjunto. La socialdemocracia europea primero, pero también los partidos de izquierda de la región, no hemos tenido la capacidad de presentarle a la ciudadanía un set de respuestas que sean identificadas como socialistas-socialdemócratas a la crisis. El internacionalismo tiene un valor más grande que nunca.
–¿Y qué alternativas existen después de la salida de la IS?
-Al principio nosotros planteamos que a la IS había que reformarla desde adentro, y eso fue lo que hicimos hasta ahora. En el marco de la reforma que se propuso en 2008, a la que se intentó dar un nuevo impulso durante el Congreso de 2012, surgió una coordinación dentro de la IS entre algunos partidos, y se conformó la Alianza Progresista, que ahora va a ser nuestra prioridad a nivel internacional. Surgió como una respuesta a la crisis de la IS, como una herramienta de cambio de la IS. Estuvo integrada inicialmente por quienes habíamos apoyado la candidatura de Mona Sahlin, pero luego se empezaron a sumar organizaciones valiosas que hasta ahora no habían estado en la IS, como el Partido de los Trabajadores de Brasil, y se empiezan a tejer alianzas, como con el Partido Demócrata de Estados Unidos, en un momento que se veía venir el avance de la derecha. Entonces empezó a tomar fuerza la idea de consolidar a la Alianza Progresista como una organización. En diciembre discutimos los principios rectores de la Alianza, y todas esas cuestiones van a tener una aprobación final en una convención de la Alianza este domingo y lunes [por ayer y hoy], en la que va a participar la secretaria del PS, Mónica Xavier.
–A nivel del FA, ¿cuesta asumir alianzas y redes con organizaciones internacionales?
-El FA tiene una vida muy viva respecto de las relaciones internacionales, tiene una comisión que se reúne regularmente, tiene vínculos con muchos partidos en la región, pero por supuesto que se trasladan al FA algunas diferencias que se pueden dar entre sectores, o a veces a la interna de los sectores, respecto de algunos procesos, y eso a veces limita los posicionamientos. El tema Venezuela es claro, he estado en muchas discusiones y siempre terminábamos discutiendo una declaración cuando había explotado un hecho concreto, pero después en el día a día es muy difícil tener un posicionamiento de consenso respecto de lo que está sucediendo. Con Argentina ha pasado algo parecido. Ahora por lo menos estamos en contra del gobierno de Macri, pero respecto del proceso anterior teníamos diferencias sobre cuáles tenían que ser las alianzas. Como partido hemos planteado fuertemente la necesidad de poner un ojo sobre lo que está pasando en Nicaragua, pero tampoco hay un consenso en el FA respecto de la valoración que se hace de la desviación en la que ha derivado el proceso sandinista. El espacio internacional donde el FA tiene mayor participación es en el Foro de San Pablo. Desde el PS, muchas veces no nos sentimos 100% representados con los documentos que surgen del Foro.
-El otro grupo que integra la IS del FA es el Nuevo Espacio. ¿Hablaron con ellos cuando tomaron la decisión, tuvieron alguna coordinación?
-Con Rafael [Michelini, que fue electo vicepresidente de la IS en el último congreso], que es el representante ante la IS, tenemos un dialogo fluido, él es conocedor de nuestras críticas y participó en el congreso de 2012, cuando votamos una candidatura alternativa. No hablamos con él, porque fue un proceso de discusión interno.