Gerardo Amarilla: Antes de dejar definitivamente mi cargo como presidente de la Cámara de Diputados, quiero agradecer a Dios, quien ha sido mi sostén y apoyo todo este tiempo.
Dios: Me alegra que me agradezcas, Gerardo, pero me gustaría recordarte que no hiciste nada de lo que te pedí.
Carlos Mahía: Momento, el señor Dios no está anotado para hablar, y ni siquiera es diputado. Si quiere hablar en la cámara, que empiece a militar en política, haga favores a los líderes sectoriales para conseguir un lugar, ponga plata, salga electo, pida la palabra, y recién ahí va a poder hacer uso de la palabra.
Dios: Yo hablo cuando quiero, diputado. Como castigo por haber desafiado mi poder, pasarás a formar parte del sector de Sendic.
Carlos Mahía: ¡No, Dios, por favor, no, ten misericordia!
Dios: Está bien, hijo mío, te perdono, seguirás siendo integrante de Asamblea Uruguay.
Carlos Mahía: ¡No, ten misericordia!
Dios: Bueno, no sé, haz lo que quieras con tu destino político y déjame hablar con el diputado Amarilla. Gerardo, antes de asumir me prometiste que ibas a evangelizar la cámara y al final de tu mandato la bancada evangelista iba a tener 17 miembros. Y sigue habiendo tres.
Gerardo Amarilla: Es que este país está carcomido por el laicismo. Fueron muchos años de herejía batllista.
Dios: También ibas a lograr que se penalizara el aborto nuevamente.
Gerardo Amarilla: Pero, Dios, Satanás está enviando feminazis a este mundo a un ritmo alarmante. Necesito más aliados. Necesito más Verónicas Alonso.
Dios: No te preocupes, mi proyecto para llevar a María Auxiliadora Delgado a la presidencia marcha viento en popa. La suba del boleto en Montevideo fue sólo el primer paso.
Gerardo Amarilla: ¡Gracias, Dios! ¡Gracias! ¡Aleluya!