El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Uruguay lanza hoy su noveno Cuaderno sobre desarrollo humano, que profundiza sobre la movilidad intergeneracional universitaria en el país. Los resultados de la investigación son “ambiguos” y muestran que en las últimas décadas la movilidad educativa se redujo entre el nivel educativo de los padres y el acceso a la educación superior de los hijos, pero la movilidad aumenta en el período si se toma en cuenta el grado de avance de aquellos que asisten a la universidad con relación a sus padres.

El cuaderno Desigualdad y movilidad intergeneracional en la educación universitaria Uruguay 1999-2014 fue elaborado por Fedora Carbajal, Caterina Colombo y Helena Rovner, a pedido del PNUD, en el marco de la serie El Futuro en Foco. Carbajal detalló que “desde 1991 hasta 2010 la movilidad, con algunos vaivenes, parecería reducirse, es decir, cada vez menos estudiantes accedían a la universidad provenientes de hogares educativos más bajos, pero parecería también que desde 2010 esta situación se revierte”.

Para las investigadoras los resultados son “ambiguos” porque si se toma en cuenta la información que surge de la Encuesta Continua de Hogares (ECH), “la movilidad educativa se redujo entre 1991 y 2012” en relación con el “avance en el nivel educativo; es decir, a la relación entre el nivel educativo de los padres de un individuo y su acceso a la educación superior”. Sin embargo, “el análisis de los datos censales sugiere que la movilidad educativa aumenta en el período”, aunque estos datos permiten evaluar “otro tipo de movilidad: el grado de avance de aquellos que asisten a la educación superior, con relación al nivel educativo de sus padres”.

La investigación fue realizada con datos de la ECH del Instituto Nacional de Estadística, los Censos de Estudiantes Universitarios, el Sistema General de Bedelía y formularios de ingreso a la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (FCEA) de la Universidad de la República.

Las autoras centraron su investigación en el “clima educativo del hogar” y trataron de determinar cómo influye la educación de los padres en sus hijos. Concluyeron que la influencia del nivel educativo de la madre “no muestra diferencias sustantivas con la del nivel educativo paterno”. Rovner puntualizó que la influencia paterna “es más importante en los niveles más tempranos de la educación”, y Carbajal aclaró que “esto es lógico porque el estudiante que llega a la universidad ya tiene elementos que modificaron ese interés por estudiar y superarse”. Las autoras sostienen que, “en el nivel educativo superior, la influencia de los padres es en gran medida de aspiraciones más que de acompañamiento en el estudio. El clima educativo del hogar funciona como motivación de aspiraciones para los hijos”.

De esta investigación también se desprende la importancia de las becas como el Fondo de Solidaridad; “si incluimos esa variable en las estimaciones, encontramos que la movilidad responde de forma positiva”, explicó Carbajal. Rovner ve con preocupación que se intente eliminar el Fondo, “porque es algo que da buenos resultados”.

En cuanto a la diferencia de género, los datos proporcionados por la FCEA muestran que “la movilidad difiere según el sexo de los estudiantes, ya que es menor para los varones”. A su vez, las autoras destacan que “cada vez ingresa en la educación superior un mayor número absoluto de mujeres que de hombres”. También concluye que “las mujeres que acceden hoy a la educación superior provienen de hogares con menor dotación de educación superior de sus padres en comparación con los hogares de los varones”.